Hasta el sábado 7 de junio se presentó en la sala Teatro La Memoria este montaje que mezcla dramaturgia, danza y música, para reflexionar sobre las problemáticas de la industria forestal en Chile, y que instala preguntas acerca del agotamiento y la repetición del ciclo extractivo de la madera nativa en la economía nacional.
Por Patricio Altamirano Arancibia
Publicado el 9.6.2025
La conjunción de Nicolás Lange como dramaturgo, Imanol Ibarra como director, y las actuaciones de Amanda López, Aníbal Gutiérrez y C. Margo Sáiz se entrelazan para construir una radical obra posmoderna, que conjuga una asombrosa coreografía, con insertos de dramaturgia, y visualizaciones mediante láser.
Resulta notable el desdoblamiento de las intérpretes Amanda López, Margo Sáiz, y de Aníbal Gutiérrez, quienes son ladrones de madera, trabajadoras de la industria forestal, árboles, cuidadores del bosque, hijas de los dueños, cantan un himno en alemán, entre otros, son una vorágine de roles.
El montaje presenta una narración de formatos diversos, pasa sin mayor dificultad del lenguaje coreográfico de los pájaros y de los árboles, al lenguaje dramatúrgico de ladrones de madera, trabajadoras de madereras, cuidadores del bosque, hijas de los dueños del bosque, cantores de un himno alemán, entre otros. La narración también recurre al lenguaje audiovisual, de textos láser.
Hay que recordar que la obra se estrenó el año 2024 en la sala Teatro del Puente, y tanto su dramaturgo Nicolás Lange, como su director Imanol Ibarra, tuvieron presente hacer una defensa del bosque chileno, y una crítica a los 50 años de la promulgación del decreto que generó incentivos económicos, y que desde 1974, ha permitido la destrucción del bosque nativo, y su reemplazo por arboledas de pinos o de eucaliptos para la exportación de madera.
Subyace también en la narración, otro hito histórico, el cual queda indeleblemente en la memoria del público que asiste a presenciar el montaje.
Aunque muy poco comentado por la crítica, o por las reseñas, en la obra se repite un canto en alemán, y se escribe con láser un apellido en alemán, que llena el escenario, que lleva a recordar la importancia de la colonización germana en el sur del país, junto con rememorar que también ese proceso dio inicio a la actividad forestal en el sur de nuestro país, y el cual fue previo al incentivo del año 1974.
El pájaro carpintero ya no tiene donde picotear
Toda esta narración coreográfica, dramatúrgica y audiovisual construye un escenario que mediante una bruma despliega un bosque destinado a ser talado a la edad de quince años, siendo este el personaje central de la obra, en la retórica dramática de un montaje que se destruye a sí mismo, como las arboledas de pino y de eucaliptos, también son aniquilados.
Es la historia de un bosque fue creado para ser destruido, en su plena adolescencia, esto al parecer, por los siglos de los siglos, que, desde la inicial colonización alemana del sur, se fue reemplazando el bosque nativo por una forestación para ser arrasada, hasta nuestros días, sin que ello se detenga, sin que el decreto del año 1974 haya sido derogado, sin movimientos sociales que exijan su cambio, mostrando la obra una lectura posmoderna, basado en un realismo pesimista.
Hay en Nicolás Lange y en Imanol Ibarra una postura crítica «ecologista» y «animalista» al neoliberalismo extractivista, propia de las nuevas generaciones de las artes escénicas, y en ellos se percibe una valoración postmoderna de los animales.
Este último detalle teatral se expresa en el énfasis de las coreografías de los tres pájaros representados por Amanda López, Aníbal Gutiérrez y C. Margo Sáiz, que sostiene el relato de la obra, siendo un expresividad coreográfica que imita la comunicación entre las aves, haciendo a través de ella, que se relate la vida del bosque que va ser talado, de los habitantes que deambulan en este.
Entre las imitaciones y comunicaciones sonoras se enfatiza en el pájaro carpintero, con su clásico picoteo, las representaciones coreográficas y guturalmente sonoras, permite capturar el énfasis ecologista y animalista de la obra, donde el robo de madera queda en segundo plano, porque se han robado el bosque nativo, y el pájaro carpintero ya no tiene donde picotear.
Ficha artística
Dirección: Imanol Ibarra | Dramaturgia: Nicolás Lange | Elenco: Amanda López, Aníbal Gutiérrez y C. Margo Sáiz | Diseño integral: Compañía Intermitente | Realización de vestuario: Marcela Schalscha | Diseño de iluminación y multimedia: José Miguel Agurto | Diseño sonoro: Aníbal Gutiérrez | Producción: Tifa Hernández | Diseño gráfico y registro audiovisual: Estudio Propio.
Coordenadas
Temporada: Desde el 22 de mayo al 7 de junio, jueves a sábado a las 20:00 horas, en la sala Teatro la Memoria (Bellavista 0503, Providencia).
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Patricio Altamirano Arancibia realizó sus primeros estudios en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, para luego ingresar a la carrera de sociología en la Universidad ARCIS, donde se especializó en la investigación académica sobre la clase alta chilena. En esa misma casa de estudios obtuvo el grado de doctor en procesos sociales y políticos en América Latina.
Desde entonces, ha publicado y presentado diversos trabajos en congresos de sociología tanto en el país como en el extranjero, por citar: «La ruta de la modernización agraria chilena: capitalista, reaccionaria y extranjerizante», «El capitalismo ilustrado del siglo XXI» y «Las ocho sombras de los mayorazgos modernos en el siglo XXI», entre otros.
En septiembre de 2021 presentó la monografía La casta Larraín en la burguesía chilena (Ojo Editores).

«Robar madera» se presentó hasta el 7 de junio en la sala del Teatro La Memoria en el barrio Bellavista
Teaser:

Patricio Altamirano Arancibia
Imagen destacada: Robar madera.