[Crítica] «Sentimientos enmarcados»: El fenómeno estético del deseo amoroso

El libro de la fotógrafa, escritora y poeta cubana Fátima Carmenate Duménigo (NoteBook Poiesis, 2022) plantea y expresa a través de sus páginas y de sus versos, dilemas vitales de la ética emocional y existencial, a los cuales ningún lector sensible podrá quedar indiferente.

Por Tomás Lavados

Publicado el 10.11.2022

En estas reveladoras páginas de «fotopoesía», la naturaleza se comunica tierna, en versos y fotografías; los colores se funden con la disposición afectiva en las vigorosas imágenes literarias que derraman los versos del deseo a cántaros, como de agua viva, e incluso también, en estas páginas se difuminan las fronteras de la identidad en la experiencia del lector, por medio de la inteligencia y la auto-conciencia del fenómeno del deseo.

Los límites entre el objeto y el sujeto se eclipsan en este libro, en la mística del romance, al igual como en la identidad de la obra se funden las definiciones, por cuya composición poética y fotográfica, debemos decir se configura una esencia distinta, particular y única.

El desencuentro y el encuentro, el deseo, la espera y el abandono, la personificación de los fenómenos interiores; todo esto es parte de la fuente de trascendencia de las fronteras entitativas por la vocación extática del amor, en especial en su forma de deseo unitivo.

Los sentimientos gritan, las dudas se acomodan en la mente, la actividad rutinaria empapada por la tristeza tiñe el ambiente a tal punto de no ser todo algo más que tedio y sufrimiento; y a la vez, en medio de una espera casi religiosa de la irrupción de un algo que transforme todo, el espíritu se mantiene inmóvil, como otorgando la primacía del impulso inicial que motiva a «salir de sí» hacia el «en sí» de lo otro, en la dinámica de la relación y el amor, a la ventura, a la sorpresa, a la fuente de asombro, al rapto.

Así, la unión es una entidad metafísica que posee el alma de este libro, expresada en aromas sobrenaturales que aparecen desde lo imposible, acercando hacia dentro los amores lejanos, y se deja sentir en la potencia de emociones fulminantes.

La certeza es invocada como «Dios» lejano, en la dialéctica de lo condicional y lo incondicional.

 

El otro que entra como luz

El otro, que por inaprehensible en tanto fenómeno emocional brutal y filosóficamente distante, debe ser convertido en una «estatua», quizás como para poseerlo, y que éste ya no se escape, de tal modo que ya hecho una imagen quieta, tal cual dice el verso del poema «Vives en mí», la reminiscencia de éste, sea un medio capaz de suplir la necesidad, en apariencia imposible, de inteligir una realidad que está más allá de todos los conceptos y de las definiciones: la unión.

De esta forma, en este libro se observa la memoria afectada por la nostalgia y la imagen de un niño feliz, el canto de la transparencia dulce, de la vívida emocionalidad espontánea y fresca, y sin ningún rebuscamiento del decir, del ser, del sentir.

La percepción de la cuestión relacional, en términos extáticos, el otro que entra «como luz», como en el poema «Entraste a mi vida», trascendiendo los límites de lo interior y lo exterior, donde justamente, los conceptos no alcanzan a ser verdaderamente decido-res, sino a través de dialécticas muertas, como la famosa «X» de Platón del libro del Fedón, donde se encuentran los dos principios universales de «lo otro» y «lo mismo».

El amor fusional, convergente, sincrónico, e incluso más que complementario, irradia gran parte de la valiosa videncia de este poemario. El conocimiento de la realidad sensible, incluso, llegase a darse por la experiencia de esta dinámica, como dice la autora:

Fuiste cubriendo lentamente con tu calor mi cuerpo,
Solo así comprendí el significado de un amanecer.

Y la insinuación del anhelo de fidelidad, de amor esponsal, expresan la intimidad y profundidad del alma ante este «salir de sí», como un movimiento ad eternum, sin detención, perfecto, total, completo y absoluto.

Justamente, en medio de todo esto, la misma autora llama al deseo como algo visible, dotado de silueta, como revelándose a sí misma el verdadero soplo de este viento extático. ¡El mismo deseo es el amante tan fervoroso, que constante lleva al alma a las aventuras del conocimiento!

Así pasa, como en un frenesí, del amante solar que «entra como luz», al romance con la naturaleza misma y su verdor y paisaje frugal, como dice en el poema «Abrí la puerta»:

El sol comenzó a brillar
De una forma impredecible
Entré en un bosque
Extasiada por la belleza
Me acomodé en un árbol
Disfruté tanto su aire
Cerré los ojos
Entre trinos de golondrinas
Fui abriendo sutilmente los ojos
Hasta volver a la habitación.

Este deseo radiante, y en cierto sentido, trascendental, no se limita a los tipos de amores, sino que todo amor es amado como si el amor quisiera amar por un amor irresistible, como dice en el poema «Está allí»:

Sueña con crear un puente gigante
Solo para abrazar a los suyos
Solo por un minuto.

En medio de la espera, de la tortuosa insatisfacción del deseo postergado por la realidad, material, concreta, irrefutable, la pasión es brutal, y el goce es de la misma dimensión de la frustración.

Pero Fátima, como eligiendo sagradamente la luz ante las tinieblas, prefiere saltar hacia las profundidades infinitas del abismo del deseo, en trance, a un éxtasis final: el de la mística relacional; antes que abrazar un frío estoicismo de sabidurías humanas, aún cuando ello implica figurarse interiormente como la persona de la fotografía respectiva a este poema: en tinieblas, esperando en medio de un tedio desgarrador y viendo curiosa y angustiada por la ventana hacia el exterior, preguntándose: ¿por dónde llegará el fuego que suscite al encuentro adorador?

 

Agonías y esperanzas

Tras un largo discurso entre un cierto existencialismo filosófico y del tópico recurrente del desencuentro amoroso, en el poema «Entre mis temores», respecto a los abismos de la interioridad y el recogimiento, en la cuestión problemática de la soledad, Carmenate Duménigo confirma su predilección, y en el último verso afirma: «Pero jamás te dejaré de amar».

Como conjurando la soledad a la aniquilación, a la extinción de su asedio criminal.

La vejez, y las cosas tangibles de nuestra existencia, nos refrescan la memoria en este libro: el conocimiento de sí mismo, el amor y la fidelidad, la satisfacción de los deseos amorosos, brotan desde los versos de Fátima, por nuestras propias cicatrices, no como reabriendo las heridas de forma violenta, sino que ayudándonos a entendernos mejor, como la cera de una medicina que restablece el vigor de la piel.

Y entonces, en medio de este trance volitivo, aparece el asunto de la felicidad. En el poema: «Tenemos un solo sendero para ser feliz», la autora nos sincera su intimidad:

La vida es eso
Es una mezcla abrupta de sentimientos
De felicidad y tristeza
Agonía y esperanza.

Intimidad, y, por cierto, universal, donde la soledad es la antinomia del gozo, y la unión y el encuentro: la definición y la esencia misma de la felicidad.

Sin embargo, esta misma dicha se ve sometida a una fugacidad que solo la memoria consigue salvar, como dice el poema «Voy camino al futuro»:

Trato de enfocarme en el futuro
Pero el pasado a fuerzas quiere estar presente

Procura hacerme ver
Que en él están los más valiosos momentos de mi vida.

Entonces, en medio de este paisaje del deseo, como lluvia sobre la tierra, como arado hecho por la experiencia, sin ningún desconocimiento del talante de la cuestión del deseo en el alma, Carmenate Duménigo, afirma:

Te deseo
Qué más
Solo eso.

Y termina, en relación con el deseo en la memoria, afirmando:

Extrañarte quizás es un mal
O puede que sea el mejor de los bienes.

Nadie puede quedar ajeno a estos dilemas vitales de la ética emocional y existencial que se expresan en estos versos de Sentimientos enmarcados (Colección VioletLine de NoteBook Poiesis, 2022), en los cuales Fátima habla como una verdadera guerrera veterana, que ha sobrevivido, e incluso vencido, innumerables batalles, aún, desde la trincheras de esta guerra en la que nos encontramos todos, la de esta cuestión decisiva: el amor.

 

*Para obtener este libro en papel puede consultar el siguiente link.

 

 

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Tomás Lavados es un poeta chileno, principalmente del estilo narrativo. Guionista y fundador de la productora de guiones cinematográficos Filocalia, especializada en el género épico y en contenido animado para adolescentes. Licenciado como director audiovisual de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). Ensayista de estética
cinematográfica, en particular, del género épico en la actualidad.

 

«Sentimientos encontrados», de Fátima Carmenate (Colección VioletLine de NoteBook Poiesis, 2022)

 

 

 

Tomás Lavados

 

 

 

Imagen destacada: Colección VioletLine de NoteBook Poiesis, un sello de Hebel Ediciones.