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[Crítica] «Sergio Larraín: El instante eterno»: Un fotógrafo que deseaba ser un líder espiritual

La obra de no ficción del director nacional Sebastián Moreno —estrenado vía streaming el último fin de semana— exhibe a un talentoso artista visual, pero incómodo con su esencia vital, y el cual buscó por todas las formas posibles de transformarse en una especie de filósofo metafísico, casi a semejanza de un guía religioso, en vez de perseverar en la gloria e inmortalidad a la que parecía destinado desde temprana edad.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 7.6.2021

El largometraje documental del realizador chileno Sebastián Moreno tiene un mérito investigativo de indiscutible valor: su cámara ingresa, a través de las entrevistas a diversas fuentes testimoniales y primarias a la intimidad del artista visual de fama internacional.

Ese inaprensible Sergio Larraín Echeñique (1931 – 2012), que después de integrar las filas de la agencia Magnum, de tratar de tú a tú con Henri Cartier-Bressone, y  luego de inspirar a Julio Cortázar y a Michelangelo Antonioni, decide volver a Sudamérica, asentarse en un pueblo en la precordillera de la ciudad de Ovalle, en una opción que no sólo implicará un paréntesis definitivo en su biografía creativa, sino que también una postura en las decisiones más importantes en torno a su vida personal.

Inclusive, Moreno obtiene de una de las parejas afectivas de Larraín (en específico de Paz Huneeus, la madre de su hijo Juan José), una confesión intempestiva, cuando no llamativamente impúdica: las desavenencias de sus vínculos sexuales con el fotógrafo, en contraste con la performance a este respecto del «genial» amante que fue el místico boliviano Óscar Ichazo, mientras les enseñaba la técnica del Eneagrama de la Personalidad a sus discípulas de la llamativa Escuela de Arica, a fines de la década de 1960.

En efecto, el largometraje de Moreno es una investigación etnográfica y por momentos casi periodística acerca de la figura de Larraín, al cual terminamos por conocer en su desconcierto vital, si es que antes de este visionado, ignorábamos los detalles tanto de su existencia como de la importancia internacional de su arte fotográfico.

Aquellas dudas, el realizador las resuelve con un trabajo indagatorio y de rastreo, que comprendió exhaustivos viajes por Europa (Francia e Italia), digno de mencionarse y de felicitar.

De hecho, las inquietantes revelaciones que nos entregan las sinceras fuentes recogidas por el director, apenas son matizadas por un montaje que procura ser ascético y limpio en su propuesta estética.

Así, y además de los encuadres a los entrevistados, cercanos en su manifestación fílmica al estilo del periodismo de investigación, el relato audiovisual echa mano a la plasticidad que le entregan las míticas obras del artista nacional, a una precisa música incidental, cuando no de época, y a un inédito y sorprendente material de archivo —a veces recreado por voces impostadas—, las cuales finalmente devienen en técnicas compositivas que intervienen el registro obtenido luego de la recolección de datos, al modo de un collage.

Las conocidas series fotográficas de Larraín sobre Valparaíso, los niños pobres y abandonados del Mapocho, y su fotorreportaje acerca de la mafia siciliana, son resaltados en su análisis estético por el guión de la obra.

Sin ser un documental ambicioso cinematográficamente, la idea global de Moreno resulta acertada: la emoción de las cuñas habla por sí sola, y el realizador cumple el rol de seleccionar y de ayudar a expresar esos testimonios apasionados e inspirados por el hombre atormentado que fue Larraín Echeñique.

Asimismo, la obra es una excelente radiografía audiovisual, y de gran valor antropológico e histórico, en torno a lo que fue la élite local, propia del siglo XX chileno, antes del trauma estructural de 1973.

Pero queda esa duda rondando, ¿a que alturas artísticas habría llegado Sergio Larraín, si hubiese permanecido en Europa, cerca de las exigencias y de las disciplinas de la famosa agencia Magnum, diez, quince, tal vez veinte años más?

Según el premiado fotógrafo checo Josef Koudelka, quien compartió y conoció bastante al artista chileno, la obsesión de éste por cambiar el mundo, por escribir cartas y transformarse en una suerte de guía espiritual, produjeron como resultado que su gran talento plástico y visual quedara trunco y relegado al calificativo de una obra inacabada.

Debido al éxito que obtuvo el estreno de Sergio Larraín: El instante eterno y a pedido del público, el filme tendrá cuatro nuevas funciones, las cuales se proyectarán este jueves 10, viernes 11, sábado 12 y domingo 13 de junio.

Las entradas se encuentran disponibles a través de Puntoticket.

 

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Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Sergio Larraín: El instante eterno (2021).

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