[Crítica] «Tu nuevo Anticristo»: La obra de Juan Mihovilovich dignificará al Premio Nacional de Literatura 2022

Comprometido con el desarrollo dramático de las miserias humanas que se debaten en el alma de este torturado Chile, galardonar al exjuez de la República sería retribuirle toda la sensibilidad y las profundas reflexiones que nos ha brindado con su generosa labor creativa y asimismo agradecerle por su valiente socorro del pueblo indefenso en plena década de 1980, cuando otros narradores locales, durante esos mismos días tristes, jugaban a personificar al voyeur atormentado sobre las calles de un Santiago atenazado por la represión [Nota de la Redacción].

Por Alejandra Moya Díaz

Publicado el 28.7.2022

Esta vez Mihovilovich nos trae un soliloquio interno que a fuerza de movimientos gestálticos intenta ser diálogo con su hermano muerto, en tanto quebranto mediante, se imposibilita de concretar en la vereda de esta dimensión terrenal llena de reglas, medidas y mentiras.

Con guiños a la contextualización de la enfermedad endémica que azotó la humanidad este siglo XXI, que me recuerdan mucho a los relatos entregados por Coetzee en Vida y época de Michael K., haciendo alusión a la esencia de la experiencia humana y su vida interior marcada por los vínculos, sobre todo en momentos de crisis.

Así escribe: «Da la impresión que somos como esas bailarinas de ballet que giran sobre sí mismas contemplando un punto fijo en la distancia para no desfallecer», marcando los rasgos atemorizados generados por cordones sanitarios que nos impiden un desenvolvimiento cotidiano, aunque sea para visitar la tumba de un hermano perecido.

Entonces, mientras tanto, nos observamos en el espejo como desequilibrados producto de una pandemia identificada en el texto como Tu nuevo Anticristo, espejo a través del cual vemos que simplemente los días siguen pasando: «Como gotitas de agua cayendo en el lavaplatos de la cocina», desenmascarando en ello telegráficos mensajes, equívocos, de un fin que nunca llega, pero acecha irremediablemente y llevándonos a vivir: «En el secreto espanto de tu vida diaria», como Juan identifica a su hermano.

 

Acá es donde acontece lo terrible

Un fin decretado por el mismo Vicente como: «destrucción embrionaria» de la que no hay escapatoria y en que nos vemos como en la clásica obra de Becket: «vagabundos de nuestra esperanza».

Teniendo que para los creídos vivos: «Solo la muerte es irremediable», manteniéndonos fragosos con aquella mueca o rictus en la boca hacia el lado izquierdo y el descorrer las cortinas en un gesto psicótico persecutorio, sin dejarse ver, tan parecidos a los rasgos epilépticos que los fármacos dejan en un enajenado como característica, los cuales comienzan a replicarse, ya sea por la culpa o el antagónico dolor de tenerle lejos y cerca, dentro, en la sangre, en la esencia de lo que llamamos vida, y nos llevan a preguntarnos una vez más: ¿Quiénes son los locos?

Así, el escritor va observando y vivenciando el delirio del mundo, manifestando que al final, todo aquel que sueña tiende a ser como dice el texto: «Ingenuos confundidos en la vorágine de una sociedad mentirosa», manteniendo una despierta y necesaria consciencia profunda y trascendente que nos ayuda a darle una vuelta más a las venideras miserias.

Teniendo en consideración que el aire portado por el alma, permanece en el presente de toda existencia que le traiga en su recuerdo o reconocimiento, a través de los «paisajes eufemísticos» como les llama el escritor, que van poblando de sentido lo indescriptible y a la vez sublime de este transitar perpetuo, pues: «La muerte no es para quien se va, sino para quien se queda», y porque: «Acá es donde acontece lo terrible».

En cualquier caso, el espiral infinito nos va dando ciertos trazos, en los cuales se nos recuerda que finalmente la verdad se oculta y duele en el ego, en el obtuso y misterioso ropaje del hombre, tan sabiamente llamado por el autor: «porfiada humanidad», del cual hay una garantía que es conscientemente puesta una vez más en manifiesto por este gran narrador a través del arte, dejándonos una obra desgarradora, vibrante y conmovedora en frente.

 

 

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Alejandra Moya Díaz (Curepto, 1991) es psicóloga clínica de la Universidad de Talca, y psicóloga jurídico y forense de la Asociación Latinoamericana de Psicología Positiva. También ejerce como especialista en adicciones de la Universidad de Santiago de Chile.

Actualmente se desempeña en el Hospital de Talca como terapeuta de adicciones y realiza peritajes judiciales de manera particular.

Cuenta con un libro inédito de poesía titulado Matrioskas y otro libro de mezcla de géneros literarios publicado en diciembre de 2020, bajo el sello de la editorial Litoraltura Ediciones, titulado Depresión intermedia.

 

«Tu nuevo Anticristo», de Juan Mihovilovich (Simplemente Editores, 2022)

 

 

 

Alejandra Moya Díaz

 

 

Imagen destacada: Juan Mihovilovich Hernández.