Los productores chilenos Pablo y Juan de Dios Larraín, creadores de una serie audiovisual del género de la ficción, y cuyo guion fue escrito por el periodista nacional Rodrigo Fluxá —quien utilizó para este fin los expedientes judiciales sobre la desaparición y muerte de Jorge Matute Johns, pagados por todos nosotros—, corresponde a una «inspiración» que no cuenta con el permiso de la familia afectada por esta tragedia.
Por Antar Venegas Novakovic
Publicado el 1.10.2025
«Es triste que solo estén ganando dinero con esta tragedia. Eso es solo codicia». La frase es parte del descargo que hace Rita Isbell, hermana de Errol Lindsey, al medio de comunicación Insider sobre la serie que cuenta del asesinato de su hermano a manos del asesino en serie y agresor sexual Jeffrey Dahmer retratado en la serie Monster: The Jeffrey Dahmer Story del director Ryan Murphy, disponible en el streaming de Netflix.
Hoy todo sirve para distraernos y la industria del cine y la televisión no escapa a esta realidad. Nos hemos convertido, sin darnos cuenta o no, en una pieza más del bucle industrial de la crueldad.
En efecto, compramos gustosos este nuevo producto fabricado con el motivo de nuestra desesperanza: masacres, violaciones, asesinatos, desapariciones de niños y adolescentes, biografías de delincuentes y psicópatas, todo «a la carta» para consumir sentados en una sala de cine o acostados en nuestras camas los fines de semana.
Disfrutamos estas maratones de series que nos relajan, nos distraen, nos ayudan a pasar el rato. La industria juntó hábilmente nuestro deseo de morbo con la necesidad de distraernos, creando este nuevo alimento para el ocio. Un producto hiper procesado, algo así como un embutido de crueldad: alto en impunidad, desgracias ajenas e historias robadas.
A la parrilla del streaming le llora una clasificación según lo que contiene cada uno de sus estrenos. Una lista de advertencias al estilo de la industria alimentaria, como el «alto en grasas», por ejemplo.
En el caso de las series y películas, pudiéramos exigir el sello de «Sin permiso de la familia» para todas las películas basadas en hechos reales cuyos grupos filiales no hayan sido consultados para visar este tipo de producción «artística». En fin.
Los Isbell tienen a su Murphy, el motivo de sus nuevas pesadillas y revictimización.
Son abusos «made in Chile»
En Chile, los Matute tienen a sus Larraín, Pablo y Juan de Dios, creadores de una serie audiovisual de ficción, cuyo guion fue escrito por el periodista y guionista chileno Rodrigo Fluxá Nebot, luego de copiar expedientes judiciales pagados por todos nosotros, en una «inspiración» que no cuenta con el permiso de la familia afectada por esta tragedia.
Los Matute Johns podrán ver vía streaming la supuesta historia del asesinato y la desaparición de su amado Jorge, ahora desde la «erótica de la crueldad» explotada por estos dos realizadores chilenos que se pasean por las alfombras rojas, desgracias ajenas bajo el brazo, comiendo cositas ricas, vistiendo trajes caros, recibiendo premios, haciendo contactos, ganando dinero, sacándose fotos, todo financiado por la «pornografía del horror».
Esta crueldad made in Chile, ¿de dónde viene? Me pregunto, ¿cuál es la idea de Pablo y Juan de Dios Larraín al hacer estas piezas audiovisuales? ¿Darán a conocer antecedentes nuevos sobre el caso Matute?, ¿algo que ayude a la investigación?, o bien, ¿reunirán fondos para ayudar a la familia?
Porque, hay cuentas que pagar: abogados, tratamientos médicos, burocracia, ¿correrán con parte de esos gastos?
Esta serie, ¿traerá tranquilidad y esperanza de un futuro mejor a la familia Matute Johns?
Hasta ahora ha sido todo lo contrario o, ¿crearán, tal vez, una fundación para ayudar a familias víctimas de todo tipo de psicópatas?, o acaso, ¿repartirán fifty fifty las ganancias que resulten de los contratos con el streaming por un producto de entretenimiento, basado en la historia biográfica de ciudadanos comunes y corrientes?
Porque según Rodrigo Fluxá: «el caso Matute obviamente le pertenece a la familia». Y «pertenecer» significa: «Ser propiedad o formar parte de alguien o de algo», lo cual además es un derecho que corresponde a una garantía fundamental protegida especialmente por la Constitución Política del Estado.
La cruzada de una madre por justicia
Cuando fui a la oficina de Fábula para advertirles que estaban usando un personaje que ya le pertenecía a mi hermano Sebastián desde el año 2004 (El Conde) me recibió Consuelo León. Me dijo que era la asistente de los hermanos Larraín, algo así como su mano derecha. Ese día sólo logré dejar una carta para Pablo. Luego fui una segunda vez, a la misma dirección, sin resultado.
Tiempo después, rompiéndome la cabeza pensando en cómo hacerlo, llegué a ellos, a los Larraín, a través de terceros, dos veces más, para insistir en conversar. Finalmente desistí.
No puedo saber exactamente lo que Sebastián le hubiera dicho a Pablo Larraín y Guillermo Calderón, autores del guion de El conde, pero conocía bien a mi hermano y una opción, seguro, hubiera sido plantarse en su silla de ruedas todo el día en la puerta de Productora Fábula a esperarlos.
Mi hermano aprendió mucho de su enfermedad, la distrofia muscular, una enfermedad «cabrona» de boca de mi padre. No sé exactamente qué les hubiese dicho si le hubieran invitado un café para conversar, pero seguro cualquier cosa hubiera sido mejor que una querella. Mejor para ellos, mejor para nosotros.
Luego de todo eso mi madre les ha pedido detenerse. Parar de difundir una película que parece haber sido hecha a partir del trabajo de mi hermano. Les ha pedido parar, para no causar un daño permanente al cine chileno. Les ha pedido parar, con el fin de dejarlo descansar, a Sebastián, para no tenerlo sentado en la mesa, como si estuviera vivo, otra vez, defendiéndose.
María Cristina Novakovic les ha pedido parar, a Fábula, a Netflix, a todos ellos.
«Alto en impunidad saturada»
Con todo, la serie de la tragedia de los Matute Johns y el caso Vampiros Literarios —que es como la sucesión Venegas Novakovic bautizó al caso de adaptación sin autorización de la obra de teatro Ya no sueño contigo Augusto (2004) para producir la película El conde— avanzan en la línea de «fabricación industrial de la diversión», en la gran economía del mainstream, pese a nuestro sufrimiento.
Esta profunda falta de empatía me recuerda el afiche de «Joven Extraviado», con el nombre de Jorge Matute Johns, pero con la cara del actor Clemente Rodríguez pegado en las calles de Concepción.
¿A quién se le habrá ocurrido esa idea? Me refiero, mientras la madre de Jorge suplica a los hermanos Larraín no hacer la serie sobre su hijo, pensar en esto, como parte del proceso creativo.
Imaginarlo, elegirlo desde la carpeta investigativa, diseñar el afiche, mandar a imprimirlo, pagar por eso, buscar las esquinas, pegarlos, todo eso hay que hacerlo con entusiasmo. ¡Todo, para que nadie de ese tremendo equipo formado por gente de Fábula y Netflix diga, paren!
Yo también vi Monster: The Jeffrey Dahmer Story tomando un té acostado un sábado en la noche. Pero hay que aprender, debemos necesariamente, por el bien de la humanidad, aunque cueste trabajo y renuncias, corregirnos. Debemos dejar de consumir, es sólo mi opinión, estos ingredientes macabros.
Cada vez más pienso que esto no es necesario. Que recurrir a estos insumos crueles es nada más y nada menos que flojera. Flojera de guionistas, de productores, de dramaturgos. Flojera que resulta en puro extractivismo basado en la apropiación de recursos sensibles contenidos en un lugar conocido, así como pasa con un pozo petrolero.
A guionistas y productores sólo les basta «pinchar» ahí donde se acumulan los expedientes de la tragedia nacional para ir a llenar sus páginas en blanco, sin dar explicaciones, sin pedir con respeto, sin consideración, sin pagar, sin vergüenza, parecido a una «economía de enclave» que va a un lugar sin ley por ese recurso listo para llevar, en nuestro imaginario, con el sello «Alto en impunidad».
La Productora Fábula empapeló las calles de Concepción con un afiche que utilizó el nombre de Jorge Matute Johns acompañado del rostro de un actor
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Antar Venegas Novakovic (1972) es un escultor, diseñador y mueblista chileno.
Antar Venegas Novakovic
Imagen destacada: Rodrigo Fluxá.