Cuarto Concierto de la Sinfónica Nacional de Chile: La pasión de Juan Pablo Izquierdo

Con 83 años a cuestas pocos maestros exhiben la entrega del músico nacional arriba del escenario, y así pudo apreciarse en el último programa de la agrupación laica y universitaria, el cual ofreció la interpretación de la Cuarta Sinfonía de Gustav Mahler en el Teatro de la Universidad de Chile, en un mes donde la cartelera de las más importantes agrupaciones locales homenajearon al inmortal creador austriaco.

Por Jorge Sabaj Véliz

Publicado el 29.5.2019

El cuarto concierto de la temporada regular 2019 de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile -que se desarrolló en sus clásicas funciones dobles, los días viernes 24 y el sábado 25 de mayo- nos trajo de vuelta al Teatro de la Plaza Baquedano, la presencia del director chileno Juan Pablo Izquierdo, a fin de continuar con el ciclo sinfónico del compositor bohemio Gustav Mahler (Kalischt, 1860 – Viena, 1911), que ha programado con gran entusiasmo pedagógico y divulgador el Ceac de la Casa de Bello.

Esta vez, fue el turno de su Cuarta Sinfonía, compuesta en las vacaciones de 1899 y 1900 y estrenada en Münich, Alemania, en 1901. En la primera parte del concierto se interpretaron dos obras (esta reseña contiene apreciaciones según lo observado y escuchado en la función del sábado 25 de mayo):

 

La Obertura de Ifigenia en Aulide, de Christoph Willibald von Gluck (Erasbach, 1714 – Viena, 1787), músico germano contemporáneo de W.A. Mozart y F.J. Haydn.

Antes de comenzar el concierto la orquesta rindió un breve pero emotivo homenaje a uno de sus miembros que abandonaba la agrupación luego de 30 años de actividad profesional. Nos referimos al contrabajista Miguel Pizarro sobre quien pronunció unas palabras el concertino Alberto Dourthé.

A continuación apareció el director Juan Pablo Izquierdo quien a sus 83 años exhibe un estado físico envidiable. Dirigió con ambos brazos obteniendo una sonoridad maciza de las cuerdas, bien equilibradas las dinámicas de las voces agudas con las graves. Fue un tema y un contra tema re expuestos por las cuerdas en bloques de sonido, apenas si hubo pequeñas descoordinaciones en las entradas unísono de toda la orquesta.

El maestro llevó firmemente el pulso en los cambios y entradas, con mucha claridad.

 

-Tres piezas sinfónicas de la Opera Wozzeck de Alban Berg (Viena 1885 – Viena, 1935).

La segunda obra de la primera parte fue un regalo del director chileno cuyo maestro, Hermann Scherchen, conoció al compositor y le sugirió crear estas suites sinfónicas para soprano y orquesta, como una forma de mostrar al gran público su aún desconocida y a partir de entonces famosa ópera Wozzeck basada en el drama homónimo del dramaturgo alemán, Georg Büchner, a cuyo estreno teatral en Munich (1913) Berg asistió.

La obra comienza con una atmósfera decididamente inquietante y deprimente con unas escalas descendentes, para luego pasar a una escena de jolgorio con flautín y tambor militar. El maestro dirigió con una gran partitura al frente. La soprano solista, Claudia Pereira, exhibió una voz lírica, bien timbrada e imbuida de tintes dramáticos, con una correcta dicción del alemán. Su voz sonó pareja en todo el registro. La orquesta mostró una nutrida sección de percusión.

Comienzo de violas y chelo solista, luego será el turno del concertino Héctor Viveros. El recitado y cantado exigían de la solista soprano un gran dominio vocal y dramático, que ella supo brindar llevando su voz a los límites de su volumen, en ciertos pasajes cantaba casi a capella con intervalos asonantes de difícil afinación, su entrega dramática fue encomiable.

La última pieza comenzó con escalas cromáticas ascendentes en mezzo piano. Surgían vientos de madera incluido un saxofón, y un piano. Las trompetas estuvieron dubitativas en los tempos. El clímax llegó con dobles golpes de timbal y un gong. La soprano interactuaba con el xilófono en intervalos al unísono.

La obra presentada con ese cariño y entregas tanto del director como de la soprano solista y con un cuidado trabajo dinámico y tímbrico por parte de la orquesta, fue el inesperado diamante de la velada.

 

Sinfonía Nº4 (1900) de Gustav Mahler (Kalischt, 1960 – Viena, 1911).

Mayo fue un mes especialmente fructífero para los seguidores de la obra del compositor bohemio – judío y germano parlante. El 8 de mayo en el Teatro Municipal de Santiago se interpretó su Séptima Sinfonía en tanto que el pasado jueves 23 de mayo, en la sala de CorpArtes, nos visitó la Orquesta Sinfónica de Londres con su Quinta Sinfonía.

Algunos pedagogos recomiendan a los no iniciados en su música comenzar con la audición de su Cuarta Sinfonía. Los más cinéfilos recordaran el uso de su tercer movimiento como música incidental en la película El maestro de música dirigida por el belga Gérard Corbiau y protagonizada por el bajo barítono José Van Dam.

 

Bedächtig, nicht eilen.

Comienzo contundente de las cuerdas graves destacando el sonido de los chelos. Los violines primeros comenzaron sin encontrar su volumen y chocaron con el resto de la orquesta. Buen trabajo de los vientos de madera en cuanto a los timbres y cambios dinámicos. Los violines primeros lucieron tímidos y contenidos en su tema. Bien el solo de corno. Los abundantes cambios dinámicos y de tempos hicieron perder el hilo de las diversas melodías a la orquesta e incluso hubo descoordinaciones rítmicas. Los cornos se vieron más expuestos. La agrupación sonaba excesivamente contenida y con una confusión rítmica transversal a todas las secciones.

In gemächlicher Bewegung, ohne Hast (Cómodamente impulsivo, sin prisa).

En el vals la orquesta se escuchó más unificada. Los violines primeros encontraron su mezzo piano y se amalgamaron con el resto de las cuerdas. El corno solista respondió en tanto que al concertino le faltó presencia.

Ruhevoll, poco adagio (Tranquilo, poco adagio).

El gran comienzo del Adagio por parte de contrabajos y chelos nos puso anímicamente en el lirismo del tema. El oboe comenzó bien con la presentación del tema lamentablemente en su segunda entrada solista se adelantó un compás entero confundiéndose con el stacatto de los chelos. Las cuerdas a su vez se oían reprimidas, sin poder cantar, encorsetadas por los tempos y los cambios dinámicos. La tensión se traspasó a la audiencia. Los cornos estuvieron disparejos. Bien el timbal. Un poco antes del clímax del movimiento, en la entrada marcato forte súbito, de los violines primeros, el concertino se adelantó levemente al resto de su cuerda.

Sehr behaglich (Muy cómodo).

En el último movimiento la orquesta finalmente se acomodó en torno a la solista la cual entró con el carácter preciso que el movimiento requería, exhibiendo unos pianísimos irreales y unificando con sus tempos y dinámicas al resto de los músicos para llevarlos a un feliz término.

 

La próxima presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile será este viernes 31 de mayo y el sábado 1 de junio, cuando bajo la dirección del maestro nacional José Luis Domínguez, la agrupación laica y universitaria ejecute un programa dedicado a los compositores Felix Mendelsssohn y Wolfgang Amadeus Mozart.

Y ahí estará Cine y Literatura.

 

Jorge Sabaj Véliz es abogado, licenciado en ciencias jurídicas y sociales de la Universidad de Chile, y cuenta con estudios formales de canto clásico cursados en la misma institución.

 

La soprano Claudia Pereira en la ejecución de la Cuarta Sinfonía de Mahler en el Teatro de la Universidad de Chile

 

 

Tráiler:

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile.