“El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry: Los azares del destino

La obra del escritor francés es un guiño a ese adolescente que todos llevamos dentro, a ese muchacho que alguna vez fuimos aunque lo hayamos olvidado: el argumento de su historia es una interpelación a redescubrir la sencillez y la humildad de ser niños, pese a los años y a los sinsabores de la vida.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 13.7.2019

Por esas cosas inexplicables del destino, está tarde me encontré que en casa los pocos libros que conservo aquí han desaparecido; bueno esto es un decir, ya sabemos que los libros no desaparecen así como así, aunque no sean muchos los que tengo acá, pues la mayoría de mis textos están en mi oficina y hoy es mi primer día de vacaciones y no traje ninguno porque pensaba que mis volúmenes estaban en el lugar de siempre.

Pero volviendo al asunto del destino, como a eso de las siete de la noche de hoy sábado, me entraron ganas de leer y bajé a buscar el libro de Edgar Allan Poe, pensaba leer «La carta robada»; pero para mi sorpresa, el librero estaba vacío y de mis libros no hay señales; y mi mujer se encuentra en el trabajo y no regresa hasta pasadas las once de la noche. Y el fútbol que antes me apasionaba tanto está cada vez peor y más amañado.

Así que fui al cuarto de mi hijo que temporalmente uso como oficina y busqué algo que leer y me encontré con el pequeño libro de El principito (1943), de Antoine de Saint-Exupéry (1900 – 1944). Para mi sorpresa este ejemplar es el mismo que le regalé a la que ahora es mi esposa (y la responsable de la desaparición de mi biblioteca, pues se encuentra haciendo arreglos en casa).

Empecé por leer la dedicatoria fechada el 18 de octubre de 1982, la dedicatoria tiene la cursilería de quien busca impresionar a la otra persona a la que quiere ligarse. La primera línea de la dedicatoria (perdone usted el descaro de compartirla) abre con una línea un tanto filosófica y dice: “¿Qué es la misma hora? (no estoy seguro que hoy en día la escribiría en forma de pregunta) Si no la posibilidad de establecer junto a ti un rito, un rito que prepare al corazón para la domesticación”.

Bueno creo que esto le dará al lector una idea de por dónde iba la cosa de mi relación con la que ahora es mi esposa en 1982. Y por este camino seguí leyendo el libro que es breve, ameno y además se queja de la torpeza de los adultos y ensalza la sencillez y la casi prodigiosa imaginación de los niños. Y en nuestra época podrían los niños quejarse de la torpeza recurrente de nosotros los adultos.

Lo cierto es que releyendo el libro me volví a sentir si no un niño, al menos aquel joven que andaba buscando enamorarse, un hombre en busca de establecer un vínculo con otra persona que, en este caso, ha durado ya casi 36 años. Y mientras lo leía, volví a recordar muchas cosas que antes ocurrieron en torno a este libro; así por ejemplo mientras en 1981 viajaba de Managua a la Ciudad de México con escala en Honduras, las autoridades de aquel país nos detuvieron y nos confiscaron todos los libros, incluyendo El principito; también en México un amigo trató de enseñarme francés usando este texto en esa lengua y todavía recuerdo la petición del principito en francés pidiéndole al hombre que le dibujara un cordero.

De modo que releer este libro esta noche, ha sido un viaje hacia el pasado, un viaje memorioso y en muchos sentidos alegre, la alegría que nos dieron esos años felices y despreocupados de nuestra niñez y, también tal vez de la juventud; ciertamente la alegría del encuentro con ese otro significativo, ese otro al que le pides poder compartir la vida, pues solo juntos, tal vez, pueda ocurrir el milagro de encontrar lo que se busca, de experimentar (como ocurre en el libro) el placer de la anticipación.

Esta obra es -como se dice en la dedicatoria- un guiño a ese niño que todos llevamos dentro, a ese niño que una vez fuimos aunque lo hayamos olvidado: la historia que inspira a su trama es una interpelación a redescubrir la sencillez y la humildad de ser adolescentes, pese a los años y a los sinsabores de la vida.

Imagino que el lector conoce de sobra el texto, y pienso que sería absurdo intentar reseñarlo; por ello mismo en vez de contar la historia del libro he querido compartir esta experiencia personal, una de tantas que he tenido con la frecuentación de este volumen.

Ojalá que esta evocación, le sirva al lector para sus propias memorias en torno a este título originalmente publicado en 1943, un año antes de la muerte de su autor.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Edición en castellano de «El principito» (1943)

 

 

Sergio Inestrosa

 

 

Imagen destacada: Una ilustración de El principito (1943), de Antoine de Saint-Exupery (1900-1944).