«Elegía de los Andes»: Hilos de luces

Esta obra es necesaria de ver por diversas razones, desde los problemas sociales hasta la visión antropológica y religiosa que aborda, sumado al impecable desempeño del montaje con todas sus aristas: el origen y la actualidad, el nacimiento y la decadencia, lo sano y lo enfermo, el término y el alba.

Por Faiz Mashini

Publicado el 18.10.2017

Lo primero y lo último; el origen y la actualidad; el nacimiento y la decadencia; lo sano y lo enfermo. Esta es una pieza que congrega en sí un trabajo autoral múltiple por una decisión de estudio de tema. Y hacerse cargo desde la variedad creativa, entrega como resultado que el mismo tema se ofrezca desglosado en sus divergentes inquietudes, de tal forma, que se abarque en la experimentación y en la indagación, hasta el último recoveco y se devuelva al público en una unidad completa.

Presenciamos en un trabajo de dicha naturaleza, la certeza de aunarlo con acierto, no solo bajo un mismo estilo, por una clara y segura dirección de Constanza Thümler, capaz de hacer que un montaje teatral, de contenido conceptual, sea moldeado en su complejidad a la grata percepción del espectador, bajo una coherencia como relato no lineal y un profundo discurso, con la seriedad de cada escritor, sin estar exento el humor que se desenvuelve en los diálogos de Omar Pino, irreverente, hilarante y genial.

Nathalia Aragonese impacta con el trágico impulso de sus personajes retorcidos en delirio exuberante, divagando consigo misma en el drama y en la miseria. Juan Pablo Miranda pasa de un trabajo físico evocando lo primitivo y traspasándolo a lo contemporáneo. Isabel Fonseca quiebra el delirio de los tres en perfecto contrapunto, como una testigo que se mantiene en ese mundo aún puro de mito originario, incorruptible, muda, observante impotente y pasada a llevar por la modernidad que expresan los demás habitantes de la obra.

Un hilo de luz en medio de la penumbra. En el inicio, sólo ese haz permite apreciar lo que se protagoniza e inferir que en las tinieblas hay asuntos en formación. Al abrirse el espacio escénico al resto de la sala nos transportamos y contextualizamos a otra era, y de esta manera, el montaje nos envuelve en las diferentes situaciones del texto. Por esto el diseño de iluminación, siendo sencillo, cumple el rol de su propia dramaturgia en conjunto con lo que acontece en la pieza. Hasta que de las tinieblas surge el cosmos en un tempestuoso y temperamental cielo.

Del mismo efecto está encargado el diseño sonoro que induce a los diversos estados en que se desenvuelve esta obra, aludiendo a las distintas temporalidades en que viaja, desde lo primitivo, pasando por lo oscuro de la decadencia, hasta la psicodelia.

Este título es necesario de analizar por diversas razones, desde los problemas sociales hasta la visión antropológica y religiosa que aborda, sumado al impecable desempeño del montaje con todas sus aristas.

 

Nathalia Aragonese impacta con el trágico impulso de sus personajes retorcidos en delirio exuberante, divagando consigo misma en el drama y en la miseria

 

Isabel Fonseca es una testigo que se mantiene en ese mundo aún puro de mito originario de «Elegía de los Andes», incorruptible, muda

 

Ficha técnica:

Dirección: Constanza Thümler
Dramaturgia: Alexis Moreno, Roberto Contador, Emilia Noguera y Sebastián Escalona
Elenco: Nathalia Aragonese, Isabel Fonseca, Juan Pablo Miranda y Omar Pino
Diseño sonoro: Daniel Marabolí
Diseño de iluminación: Francisco Herrera
Producción: Isidora Khamis

Funciones: Desde el 6 al 21 de octubre de 2017
Miércoles a sábado: 21:00 horas

Sala: Edificio B, piso 2, Sala N1

Valor de las entradas: $6.000 general, $3.000 estudiantes y tercera edad

Dirección: Avenida Libertador Bernardo O’Higgins Nº 227, Santiago

 

Crédito de las fotografías: Centro Cultural Gabriela Mistral