El largometraje del realizador alemán es una original obra audiovisual sobre el miedo a la pasión libre, acerca de la lucha entre el punzante deseo y el terror a ser castigado, y donde arte y psicoanálisis se conjugan en un clásico del cine noir, propio una época en la cual florecieron las obras maestras del citado género.
Por Luis Miguel Iruela
Publicado el 5.9.2025
La unión de ambos talentos austriacos dio lugar en 1944 a una singular película de cine negro titulada La mujer del cuadro, basada en la novela Once off guard del escritor J. H. Wallis.
El filme
narra la peripecia de Richard Wanley, un profesor cincuentón de psicología que se ha quedado solo, trabajando en Nueva York durante el tórrido verano, mientras que su familia huía de los calores de la gran ciudad. El docente esconde un resquemor profesional por no haber alcanzado el estatus académico que ambicionaba.
Durante la cena con unos amigos en un club privado, uno de ellos, abogado, le advierte de las tentaciones del solitario maduro y en especial de los peligros de las mujeres fatales.
Con todo, después de la despedida y para hacer tiempo antes de volver a su casa vacía, Richard se queda leyendo un libro de poético y elevado erotismo, el Cantar de cantares bíblico. Y un poco más tarde el espectador contempla su encuentro con una mujer, tras lo cual comienza una cascada de desgracias que le llevan al escalón más bajo del crimen.
Al final, descubrimos que todo ha sido una cruel pesadilla y que el protagonista recobra la tranquilidad y la seguridad burguesa de su mundo diario al despertar, pero en su interior —y esto es lo interesante— queda el verdadero temor y temblor por lo que esconde el subconsciente.
El apátrida del universo
El conflicto entre temer y desear está muy bien resuelto al hacer que toda la aventura sea un sueño. Incluso cuando en la vigilia el temor se convierte en una moraleja: si alguien se sale de su sitio entra en la fatalidad.
Un homenaje y un recuerdo de la magnífica novela corta de Nathaniel Hawthorne, Wakefield, el apátrida del universo, el hombre que abandonó su domicilio para gastar una travesura a su mujer y la procrastinación casi no le permite volver al hogar.
Durante el sueño, el psicólogo se conduce como si deseara ser descubierto, castigado y sacado de la profunda pesadilla. La fatalidad le empuja a planear un segundo homicidio a sangre fría y al suicidio para escapar en lugar de entregarse y sufrir el descrédito, la vergüenza y la culpa.
En otras películas de Fritz Lang, la fatalidad es algo que se cuenta en tono objetivo, por ejemplo, en Solo se vive una vez o en Furia. Pero aquí, ese algo es temido y tal miedo está hondamente ligado al sexo y a la mujer. Es el pánico a la fémina fatal, a salirse del confortable mundo conocido, que al mismo tiempo lo desasosiega como si su juventud hubiera terminado.
La mujer del cuadro es una original película sobre el miedo a la pasión libre, sobre la lucha entre el punzante deseo y el terror a ser castigado. Arte y psicoanálisis se unen en un clásico del cine noir, propio de una época en la cual florecieron las obras maestras de ese estilo cinematográfico.
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Luis Miguel Iruela es poeta y escritor, doctor en medicina y cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en psiquiatría, jefe emérito del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid), y profesor asociado (jubilado) de psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid.
Dentro de sus obras literarias se encuentran: A flor de agua, Tiempo diamante, Disclinaciones, No-verdad y Diccionario poético de psiquiatría.
En la actualidad ejerce como asesor editorial y de contenidos del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:

Luis Miguel Iruela
Imagen destacada: La mujer del cuadro (1944).