[Ensayo] «Los chicos de la Nickel»: Recurrir a todo para sobrevivir

A causa de esta novela —traducida al castellano por el sello Literatura Random House— el escritor estadounidense Colson Whitehead recibió el Premio Pulitzer de Obras de Ficción (2020), por segunda vez en su carrera artística, luego de haberlo ganado en 2017 por su festejado texto «El ferrocarril subterráneo».

Por Mauricio Embry

Publicado el 8.4.2021

Los chicos de la Nickel (Literatura Random House, 2020), ganadora del Premio Pulitzer 2020, es una novela escrita por Colson Whitehead, quien es autor de obras como The Intuitionist (1999), Apex Hides the Hurt (2006), Zone One (2014) o El ferrocarril subterráneo (2016), libro con el que también obtuvo el Premio Pulitzer el año 2017.

Asimismo, Whitehead ha publicado artículos, reseñas y relatos de ficción en New York Times, The New Yorker, New York Magazine, Harper’s y Granta.

Esta novela nos cuenta la historia de Elwood Curtis, un adolescente afroamericano, que vive en el Estados Unidos de los 60 con su abuela y es fanático de Martin Luther King. Elwood es muy responsable y esforzado, tanto en su escuela como en su trabajo, además de ser un joven lleno de ilusiones y con una enorme preocupación respecto al movimiento por los derechos civiles.

Todos sus esfuerzos pronto dan fruto cuando uno de sus profesores consigue que ingrese a unas clases de literatura en la universidad.

Sin embargo, la mala suerte de Elwood lo lleva a implicarse, sin quererlo, en un delito, lo que ocasiona que sea recluido en la Academia Nickel, un reformatorio en el cual las discriminaciones raciales se agudizan aún más que en el exterior y un lugar en el que tendrá que recurrir a todo para sobrevivir.

 

La «Casa Blanca»

La prosa de la novela te atrapa desde un inicio, haciendo que no pierdas la atención en ningún momento. La narración, en tanto, es en tercera persona y aunque se encuentra focalizada principalmente en Elwood, también en ocasiones se centra en otros personajes.

En este sentido, podríamos decir que es un narrador omnisciente, ya que va al pasado, al presente e incluso se adelanta al futuro, por lo que se deduce que conoce todos los detalles de la historia, así como lo que piensan los personajes.

Por otra parte, el tono de la historia resulta fascinante también, ya que, si bien nos narra básicamente la pesadilla que viven los chicos que asisten a la Academia Nickel, las malas condiciones del lugar, así como los abusos físicos y psicológicos a los que son expuestos, no se recurre a un tono melodramático, sino a uno crudo y hasta irónico en muchas ocasiones, lo que permite que se vea todo mucho más humano y que las emociones de rabia y frustración que genera la historia por las injusticias que allí aparecen sean genuinas y no aparezcan impuestas por el autor.

La novela cuenta, además, con un conjunto de personajes muy carismáticos. El protagonista, Elwood, es sin duda un muchacho inocente, de buenos sentimiento y con valores muy claros que, de puro mala suerte, se ve enfrentado a una horrible situación que contrasta con todo lo que él representa.

Un momento en el que se ve claro cómo sus ideales de justicia chocan con la realidad de la Nickel es cuando intenta defender a su compañero Corey de unos tipos abusadores que lo tenían acorralado en el baño para pegarle.

Al ser descubierto peleando con ellos por un cuidador, los llevan a todos (tanto a los abusadores como a Corey y a Elwood) a un lugar de castigo conocido como la “Casa Blanca”, donde le dan de correazos tan fuertes que termina en el hospital.

Por otro lado, tenemos a Spencer, el superintendente de la Academia Nickel, el villano por excelencia de esta novela, el cual es descrito en el libro como un auténtico castigador, con cara de mapache y traje azul.

“Cada pliegue de sus prendas parecía lo bastante afilado como para cortar, como si él fuera un cuchillo andante”, se menciona en un pasaje, de tal forma que hasta su ropa es un símbolo de su carácter.

Basta solo con ver la explicación que hace del sistema de la Academia tanto a Elwood como a otros dos chicos que acaban de entrar al lugar para hacerse una idea de su crueldad:

“(…) ahora los tres sois gusanos. Aquí tenemos cuatro niveles de conducta; se empieza como Gusano y luego viene Explorador, Pionero y As. Para subir en el escalafón hay que ganar puntos por portarse como es debido. Se trata de alcanzar el nivel más alto, el de As, a fin de poder graduarse y poder volver a casa con la familia. –Hizo una pausa–. Suponiendo que los quieran tener en casa, pero eso ya es cosa vuestra.”

 

Como don Quijote y Sancho Panza

Otro personaje que vale la pena destacar es Turner, el mejor amigo que Elwood hace en la Nickel, y su polo opuesto en carácter. Turner es un muchacho que no ha estudiado tanto como Elwood, pero que le supera en ingenio, siendo, por tanto, la clave para que este pueda sobrevivir en la Academia.

Así, por ejemplo, vemos cómo Turner cuando está cansado de trabajar, simplemente toma algo de detergente para enfermarse del estómago y que lo lleven al hospital.

Es él, además, quien mete a Elwood en el trabajo de repartir en forma oculta las provisiones de los estudiantes de la Nickel, que son aportadas por el estado de Florida, y venderlas a restaurantes y tiendas, por expresa orden de Spencer, quien luego le entrega el dinero al director (aunque, en realidad, solo venden la mitad de la comida, pues las pertenecientes a los blancos no las tocan).

Un trabajo que atenta en forma directa contra la honradez de Elwood, pero que le permite salir de la Academia por unas horas y estar en la calle.

Esta relación entre Elwood y Turner es, quizás, similar a la de dos grandes personajes de la literatura hispanoamericana, como son don Quijote y Sancho Panza, ya que mientras Elwood se asemeja al caballero de la triste figura en su idealismo, su afán de justicia y su ingenuidad, Elwood es similar a Sancho en aquello de ser más vivaracho, a pesar de no estar tan instruido.

Por lo demás, al igual como pasa en la obra de Cervantes, ambos personajes se van influenciando el uno al otro. Así, Elwood aprende a ser menos ingenuo y Turner termina por valorar el afán de justicia de su compañero.

Esto último puede verse de forma clara cuando, hacia el final del libro, Elwood tiene planificado entregar una carta en que denuncia las irregularidades en la Academia a unos inspectores, pero no puede hacerlo porque en ese preciso momento lo envían a hacer otra actividad y es Turner quien finalmente se ofrece para entregarla (pese a que en un principio se oponía por considerarlo una estupidez).

Un último personaje destacable es Griff, el abusador de la Nickel, quien golpea a sus compañeros y se burla de ellos, encontrándoles cualquier defecto o incluso inventándolo. La novela lo describe muy claro diciendo que:

“Olía como un caballo y se mofaba de las madres de sus compañeros, cosa bastante ruin habida cuenta de que buena parte del alumnado carecía de madre. Les robaba el postre a menudo (…), y eso aunque el postre en cuestión no fuera nada del otro mundo, solo por fastidiar.”

Pese a ello, los demás chicos de la Academia lo apoyan por ser el representante afroamericano del combate de boxeo anual de la Nickel contra el grupo de los blancos.

Es por ello que, de un modo u otro, Griff se vuelve una especie de héroe que no solo representa al grupo en el combate físico, sino que en la lucha contra las injusticias que han tenido que soportar por siglos los afroamericanos a manos de los blancos.

 

Racismo y discriminación

En ese sentido, la pelea de box final de la competencia es una muestra del grave conflicto racial que ocurría en la época en que está ambientada la historia y que, en gran medida, aún sigue ocurriendo en el Estados Unidos de la actualidad.

Es también interesante que una parte de la novela suceda muchos años después de lo ocurrido en la Academia Nickel, por lo que se intercalan capítulos del presente y el pasado, lo que genera una gran tensión narrativa por las ansias que provoca en el lector el entender cómo los personajes se transformaron en lo que son ahora, otorgándole a la vez un dinamismo a la historia que no tendría si en el libro solo se nos contara lo sucedido en la Nickel.

Tal vez lo único que pueda criticarse a esta gran novela sea el brusco giro del final, que cambia totalmente el sentido de la novela, a tal nivel que mucho de lo narrado en sus páginas adquiere un cariz muy diferente, resultando un poco decepcionante, además de forzado.

Algo lamentable si consideramos las múltiples virtudes que tiene la obra, la que, pese a ser ficción, está basada en la historia real ocurrida en la Escuela Dozier para Chicos de Marianna, Florida, que funcionó entre 1900 y 2011, y en la que muchas personas denunciaron haber sido objeto de duras golpizas y malos tratos en lo que llamaban, precisamente, la “Casa Blanca”, tal y como le dicen al lugar de castigo en el libro.

Años después, durante el año 2014, un grupo de antropólogos encontró un conjunto de tumbas anónimas en el recinto, con restos de 55 exalumnos del lugar, sin que se supiera a ciencia cierta los motivos por los cuales estos fallecieron, pues ello no constaba en los registros oficiales de la institución.

Los chicos de la Nickel es sin duda una novela impresionante, basada en hechos reales, la cual resulta muy recomendable de leer, sobre todo por lo contingente de las temáticas que aborda, pues, por una parte, en mayo se cumplirá un año de la muerte de George Floyd a manos de la policía de Mineápolis y, por la otra, casi cada día vemos en las noticias cómo continúan ocurriendo situaciones irregulares al interior de centros del SENAME en nuestro país, siendo una de las últimas un video en el que se escucha a niños gritando al interior de una de estas instituciones.

Todo ello nos demuestra cómo, a pesar de los años transcurridos desde la década de los 60, el racismo, la discriminación y la injusticia social aún continúan siendo algo común en distintas partes del mundo.

 

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Mauricio Embry nació en Santiago de Chile (1987) y es abogado y licenciado en derecho por la Pontificia Universidad Católica de Chile, además de escritor.

Desde el año 2014 ha participado en distintos talleres literarios, destacando los cursos impartidos por los escritores Patricio Jara y Leony Marcazzolo.

En el año 2016 publicó el cuento «Una cena para Enrique», dentro del libro En picada (editorial La Polla Literaria), un volumen que agrupó distintos relatos concebidos por los participantes del taller de Leony Marcazzolo.

Entre octubre de 2018 y septiembre de 2019 cursó y aprobó el máster en creación literaria, impartido por la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, España.

Asimismo, acaba de publicar su primera novela, titulada La ideología de los perros (Libros del Amanecer Limitada, 2020) y es redactor estable del Diario Cine y Literatura.

 

«Los chicos de la Nickel», de Colson Whitehead (2020)

 

 

Mauricio Embry

 

 

Crédito de la imagen destacada: Literatura Random House.