En esta novela del escritor francés Pierre Michon asistimos al origen de una cultura personal, tal como la que permitió la cuna de los ríos Tigris y Éufrates, en la región de Mesopotamia y que, por su fertilidad de agua dulce, se conoce como la gestora de distintas civilizaciones.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 5.6.2025
Los dos Beune, traducido por María Teresa Gallego Urrutia, es un volumen compuesto por dos partes, «El Beune Grande» y «El Beune Chico», narraciones escritas con una diferencia temporal de casi treinta años.
Aquí asistimos al origen de una personal cultura, tal como la que permitió la cuna de los ríos Tigris y Éufrates, en la región de Mesopotamia y que, por su fertilidad de agua dulce, se conoce como la gestora de distintas civilizaciones.
En la versión de Pierre Michon (1945) estamos en Francia; es el río Vézère el que contiene a los dos Beune. Se trata de una locación rica en prehistoria y que proyecta estas narraciones como alegorías en las que se halla su protagonista en proceso de creación, en el camino que lo hace pasar por ritos de pasaje.
La historia es la de un joven profesor de veinte años que es destinado a Castelnau. Al llegar al hotel del lugar el docente comienza su proceso de maduración, de aprendizaje, bajo la simbólica mirada de un zorro embalsamado, que amerita muchas reflexiones.
El veinteañero está infatuado con un cierto arquetipo femenino y, en particular, con Yvonne, mujer que atiende en un estanco, veinte años mayor que él.
Aquí se despliega un teatro donde se oponen fuerzas, lo animal contrastado o en tensión con lo racional. La educación, denotación de su trabajo como pedagogo, es aquel acuerdo social que nos tendría que proteger de la tentación de transformarnos en animales.
De sus propios alumnos, el profesor dice: «Mis alumnos no eran monstruos; eran niños que le tenían miedo a todo y se reían sin motivo».
Quizás todo es mitología
El zorro embalsamado se puede ver de múltiples maneras, como una esfinge, por ejemplo, que sugiere un poder enigmático. El hecho de que el zorro se haya conservado como un trofeo para ser exhibido también habla del afán de domeñar lo animal, prevenir y protegerse de la ominosa superstición que ronda su leyenda.
La voz narrativa comparte la información que se le ha revelado y que explica una antigua práctica de cazadores. Si mataban un zorro, entregaban los restos a los más inocentes para que peregrinaran de pueblo en pueblo «con la derrota de aquel animal nocivo», y así consiguieran algún dinero, vendiendo su piel.
Y, explica: «Ese animal, por lo que dicen, lleva consigo la rabia. Se contaba antaño que robaba las anguilas, forzaba a las lobas y arrasaba los viñedos. Yo lo relacionaré siempre con la carne vencida y arrasada de Yvonne…».
Pero ninguna historia es original y todo se remonta a otras historias, otras representaciones. Quizá todo es mitología y todos estamos ya impresos como arte rupestre en las cuevas que nos dieron origen. Este es un relato que se ha contado múltiples veces, es tan prehistórico como aquella salamandra en el fondo de un pozo, una de las bellas imágenes que rondan en el imaginario de Michon.
Hay innumerables citas que valdría la pena rescatar. Algunas de ellas: «En cuanto a la verdad, creo que nadie quería saberla». Sobre otro personaje, Mado, el profesor comenta: «ese momento delicioso de la juventud en que empieza uno a caer en la cuenta de que la literatura no es solamente objeto de estudio, sino cosa cierta y grata: siempre tenía algún libro a mano y me leía párrafos».
Con todo, hacia el final de la narración, cuando se consolida la fusión erótica tal como un clímax, el profesor relata: «me tiré encima y la abracé; tenía en el vientre un miembro de perro, por más que el perro precise de una perra, y para mí cualquier cosa era mi hembra, hormigón, niebla; pero en esta ocasión antes de la noche iba a cubrir a mi perra».
Y, momentos después, en lo que parece ser un acto de integración de conflictos, reflexiona: «¿Como un perro? No era un perro, sino un hombre».
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).
Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio, Succión y Corral, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, la novela bilingüe En la isla/On the Island, y el conjunto de poemas Atisbos.
Traducciones de sus textos han aparecido en las revistas The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
«Los dos Beune», de Pierre Michon (Editorial Anagrama, 2024)
Nicolás Poblete Pardo
Imagen destacada: Pierre Michon.