[Ensayo] «Marie Heurtin»: El lenguaje del corazón desnudo

El filme dirigido por el realizador francés Jean-Pierre Améris —y el cual data de 2014— se encuentra inspirado en hechos reales que acontecieron a finales del siglo XIX, cuando la protagonista, una joven incapaz de comunicarse por ser sorda, muda y ciega, fue recluida por sus padres en un asilo a cargo de religiosas, un lugar donde experimentaría una sorprendente y casi milagrosa recuperación social.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 2.4.2023

¿Cómo podemos comunicar con esa niña encerrada en la noche y el silencio? ¿Cómo hablar con ella? ¿Cómo escucharla?
Sor Margarita a propósito de Marie Heurtin

Durante siglos la Iglesia Católica ha ostentado un gran poder en el mundo. Durante siglos aquellos que se creen legítimos herederos de Cristo han creado y expandido una entidad multinacional del «designio divino» cuyo objetivo nunca declarado ni confesado (en todos los significados de ambas palabras) es el lograr beneficios económicos.

Es bien sabido que la voluntad de Jesús para nada era edificar una institución avariciosa que atesorara bienes materiales. Él proclamaba y obraba todo lo contrario, anteponía la necesidad de desprenderse de cualquier exceso material para abrazar lo esencial en uno mismo y alentaba a los suyos a que auxiliaran al necesitado fuera cual fuera su condición (económica, raza, género, ideológica, moral…) porque entendía que todos somos hermanos, un entender que emana de la entrega de corazón que Jesús encarnó.

Hoy en día la Iglesia Católica se está desmoronado como se desmoronan otras instituciones anacrónicas y es que vivimos un tiempo de profundos cambios en el que afortunadamente —pese a tanto desatino radical— todo se cuestiona.

Se desmorona la «Santa Iglesia» principalmente por esa falsedad de priorización mercantilista y asimismo por otros motivos de gran peso como su doble rasero en lo moral. En efecto, los numerosos casos de pederastia conforman una de las más siniestras caras de la entidad vaticana, un cáncer vergonzoso que viene de muy lejos.

Por esas verdades antes ocultadas y por el cambio de mentalidad de la masa social cada vez son menos los ciudadanos que en los países históricamente católicos se declaran como tales, especialmente entre las nuevas generaciones.

Sin embargo, a pesar de tantas acciones nefastas entiendo que es necesario recordar que hubo y hay gente —habitualmente en los escalones más bajos de la institución religiosa— que se han entregado de corazón y con toda el alma a la labor de ayudar al prójimo desinteresadamente tal y como proclamaba Jesús.

Es el caso por ejemplo de las misioneras y misioneros que auxiliaban y auxilian a personas sin recursos en tantos países marginados sumidos en la injusticia social, las guerras y las hambrunas.

O también en el universo de los países poderosos y en tiempos no tan lejanos la entrega de muchos sacerdotes quienes —más allá de sus tareas eclesiales— apoyaban a sus vecinos en sus problemas personales cual psicólogos cuando aún no existía esta disciplina terapéutica o incluso posteriormente cuando estos profesionales eran inaccesibles para la gran mayoría de la población.

 

Una corajosa «hija de la sabiduría»

Por este buen hacer social se distinguió y se distingue la congregación monacal Filles de la Sagesse (Hijas de la Sabiduría) que desde los inicios del siglo XVIII opera en Francia y en numerosos países de casi todos los continentes. En sus centros educativos y asistenciales atienden especialmente a los más necesitados.

La película retrata de forma sublime el arduo proceso curativo de Marie Heurtin (Ariana Rivoire en una brillantísima interpretación), una niña sordomuda y ciega con trastornos de conducta que ingresó a la edad de diez años en un centro de la congregación especializado en la atención y educación de sordomudos: la Institución de Larnay ubicada en Biard (Francia).

Marie vivió y ejerció como docente en esa cálida escuela hogar hasta su fallecimiento en 1921.

Su espectacular sanación fue debida a la voluntad, la dedicación y la entrega de la joven religiosa Marie Germain conocida como sor Santa Margarita (a quien da vida excelentemente Isabelle Carré) quien logró que la niña fuera admitida en el centro a pesar de ser invidente.

Y es que los métodos educativos que allí se utilizaban basados en la lectura de labios y el lenguaje de signos parecían del todo inapropiados para una niña ciega.

Debo advertir que el análisis que sigue contiene inevitablemente spoilers.

 

Manos cómplices

En el primer encuentro entre educadora-sanadora y alumna queda claro que serán las manos la llave para el acercamiento entre ambas. Marie está perdida en ese nuevo escenario y reacciona refutando a todo y a todas cuanto la rodean en una carrera desbocada por los jardines y el huerto de la escuela hogar.

Sor Margarita se siente atraída inmediatamente por esa niña descalza de aspecto «salvaje» que no acepta otra prenda que su desgastado vestido. La monja trepa al árbol al que se ha encaramado Marie y dulcemente le acaricia la mano. Muy bello ese contacto que la niña acepta para a continuación explorar su joven rostro con su mano llena de arañazos.

Será constante el encuentro de manos entre ellas para comunicarse y conocerse, las manos como ojos poderosos, las manos como condensación de sentidos y sentires.

Pero esa armonía, esa calma de manos cómplices se rompe cuando la madre superiora ordena a su hermana que la haga bajar, la niña se rebela ante la mano que obliga y sor Margarita cae.

En esa imagen, en esa caída tras la calma se escenifica lo que será durante meses la relación entre educadora y pupila, un vaivén frenético de armonía y de caos.

 

Danza caótica

La joven monja sabe que tiene ante sí a un alma encarcelada y busca la manera de ayudarla a salir de su prisión sensorial cuestionándose: «¿Cómo podemos comunicar con esa niña encerrada en la noche y el silencio? ¿Cómo hablar con ella? ¿Cómo escucharla?».

Y se pregunta asimismo cómo será vivir en esas condiciones tan limitantes. En esa luminosa empatía experimenta en sí lo que supone estar encarcelada, lo que es no ver ni oír. Se nos muestra vivenciándolo en el jardín con tapones en los oídos y una venda en los ojos.

Pero pese a su enorme voluntad y coraje poco consigue, la niña apenas se adapta a la vida del centro. Ya al borde de la extenuación y tras numerosos fracasos que harían desistir a cualquiera finalmente Sor Margarita logra un claro avance en su tarea educativa. Y se produce en el ambiente caótico en el que Marie la sumerge con frecuencia.

En una de las mejores escenas de la película se nos muestra cómo la monja intenta por enésima vez peinar a su alumna y cómo en ese intentar se desencadena una bella pelea de manos y piernas desatadas que son expresión de la rabia que ambas sienten, una rabia que para nada tiene voluntad de dañar.

En esa danza caótica se da la extraña armonía entre la habitual explosión rebelde de la niña encerrada en sí misma y la novedosa furia de la monja que está al borde de la claudicación.

Tras la agotadora danza en ritmos mudos «salvajes», Marie acepta lavarse y acicalarse por primera vez en su vida. La vemos feliz con vestiduras limpias y calzada dirigiéndose a las dependencias comunes en paso acompasado junto a su satisfecha educadora que no obstante sabe del largo camino que aún queda por recorrer.

 

El poder del lenguaje

El reto es hacerla entrar en el lenguaje como forma necesaria para su sociabilización y educación. Sor Margarita lo intentó por activa y pasiva antes y seguirá intentándolo tras esa sanadora danza.

La primera palabra que pretende enseñarle es cuchillo porque es el nombre de su objeto favorito, Marie se llevó de casa una pequeña navaja con la que juega desde muy niña.

De esta manera, la joven monja insiste e insiste en su habitual coraje y finalmente logra contra todo pronóstico (ni la superiora ni las otras hermanas lo creían posible, alguna incluso la tildaba de loca) que Marie reconozca y reproduzca el gesto de cortar con los dedos.

Esa primera palabra aprendida que tanto esfuerzo ha supuesto a la infatigable maestra abre de golpe la puerta a la sed de saber de Marie quien ahora muy motivada se lanza de lleno a conocer nuevas palabras.

Así tras las palabras sencillas aprenderá las frases y las palabras abstractas. Es bello cómo Sor Margarita le enseña la palabra oler junto a unas flores del jardín, es bello ver la felicidad de ambas reflejada en sus rostros y cuerpos.

Imágenes que transmiten la luz y la paz que con esfuerzo han cultivado en sí mismas, porque si bien no ha sido fácil educar para Sor Margarita tampoco ha sido fácil dejarse educar para Marie.

Y la alegría inmensa de ellas y los padres cuando estos acuden a ver a su hija totalmente transformada. Marie ha aprendido el alfabeto palpando grandes letras en madera y les muestra su nombre a unos progenitores que no caben en satisfacción y que se funden con su hija en sincero abrazo amoroso.

 

Siempre juntas

Sor Margarita ha logrado un auténtico «milagro» por su auténtica «fe» emanada de su corazón auténtico. Y tras semejante esfuerzo de meses su delicada salud se resiente, sabía que no viviría mucho y sabe ahora que la muerte es inminente.

Aprovecha el fallecimiento de otra hermana para hablarle a Marie de la muerte en general y de la suya en particular. La niña que ya no es tan niña expresa su rechazo con un «te prohíbo morir» que da pie a la conversación sobre el más allá.

En esa difícil espera las vemos juntas disfrutando los momentos de mayor vitalidad de la educadora o en los que no es así se nos muestra como Marie la cuida con mimo; imágenes que transmiten la armonía de amor que las une, un vivir en sintonía al que ellas no quisieran tener que renunciar nunca.

Y a pesar del imperativo de prohibición de Marie, le es más difícil a sor Margarita el aceptar esa realidad inevitable. La educadora no quiere que su más que pupila la vea en sus últimos días.

Ha de ser la madre superiora quien le haga reflexionar sobre la necesidad de aceptar la muerte. Le habla en su lecho de cómo ha visto morir a muchos hombres y mujeres de Dios que fingían felicidad por encontrarse con Él.

Sor Margarita confiesa no estar preparada y su superiora le recuerda que ha de estarlo poniendo en valor a la niña que ella sanó y quien en joven madurez: «sabe que la vas a dejar y lo ha aceptado».

Marie pues le da una lección de vida a su maestra por lo que Sor Margarita acepta que permanezca a su lado y se deja colmar de sus besos y caricias. La ya adolescente le asegura que seguirá estudiando, que puede morir tranquila.

Y así fue, incluso se convirtió en guía para las niñas sordomudas ciegas que ingresaron en la escuela hogar; niñas que fueron aceptadas gracias al trabajo y el método que Sor Margarita empleó con Marie.

En ese relevo pedagógico generacional la constatación de su vínculo, un siempre juntas que va más allá de la muerte.

 

De corazón

La obra audiovisual retrata un caso real como ejemplo del buen hacer de tantos católicos que han sido y son cristianos auténticos y cuya entrega de corazón ha salvado vidas tanto en lo físico como especialmente en lo anímico.

Hoy en día, lamentablemente, se tiende a menospreciar su labor por los motivos que se han expuesto en la introducción y que afectan a la institución a la que pertenecen estas personas de gran corazón.

Un entender crítico que se entiende pero que no comparto, a mi modo de sentir esa crítica es injusta dado que ellos no tienen ninguna responsabilidad de los cánceres que afectan a la Iglesia Católica.

Para finalizar creo necesario resaltar que hay muchas personas que no siendo ni cristianas ni católicas se entregan de corazón en sus labores sociales tal y como Sor Margarita; quizás se declaren agnósticas o incluso ateas pero entiendo que en su volcarse empático son más afines a Jesús que tantos que dicen serlo y para nada saben lo que significa sentir palpitar y hablar el lenguaje del corazón desnudo.

 

 

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es un pedagogo terapeuta titulado en la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: La historia de Marie Heurtin (2014).