[Ensayo] «Migratorio»: Escribir es un ejercicio de pasiones

El volumen del multifacético artista peruano Miguel Lescano (en la imagen destacada) corresponde a un ejercicio de pasiones a través de textos que destilan una forma híbrida, a ratos con fuerza poética y potencia reflexiva, y otras veces como collages que levantan puentes por donde una trayectoria creativa y vital se deja sentir.

Por Nicolás López-Pérez

Publicado el 22.9.2021

La pasión es una bomba clúster que, al estallar, deja esquirlas que se incrustan en los cuerpos que se encuentran a su alcance. Esas esquirlas, sin embargo, son los diferentes lugares desde los que la pasión va a ir hablando, lugares que son experiencias y, a la postre, una fragmentación de quien arrojó la bomba en cuestión.

De ese sujeto fragmentado, también se presenta una oscilación de frecuencias y tonos que el mensaje —en distintos hercios— va reflejando en el papel.

Migratorio (Taller Cono Norte, Lima, 2021) del escritor y artista peruano Miguel Lescano (Lima, 1963) es un ejercicio de pasiones a través de textos que destilan una forma híbrida, a ratos con fuerza poética, potencia reflexiva y, a ratos, como collages que forman puentes por donde una trayectoria creativa y vital se deja antes que ver, sentir.

 

Lima no cabe en un libro

Me refiero a una trayectoria de más de tres décadas en delirio con las letras y los trazos.

Una breve revista a algunos hitos. Con un poco de ayuda del prólogo de Willie Hiatt (historiador y profesor asociado en la Long Island University en Nueva York), viajo al 24 de junio de 1990, publicación del diario El Comercio en su segmento de Juventud.

En esa edición, una entrevista a Lescano, cuyo recorte ha sido injertado en el libro. En ella, se otorgan unos datos biográficos relevantes: el inicio de sus estudios en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle —más conocida como “La Cantuta”— en 1984, la publicación de su primer texto Lima sobre Lima (1987) que marca una línea estética y también, cercano a ese período, la gestión de otros espacios creativos como la revista de arte y cultura Fusión, la revista de historieta Rataplan y una muestra de artes plásticas (1988).

En esa trayectoria, movilización. Desde su guarida en Lima Norte hasta La Cantuta, ida y regreso. Y en cada desplazamiento la experiencia absorbe el tracto y el caos crónico de la Carretera Central, la heterogeneidad de los habitáculos de lado a lado y lo sombrío de aquellos tiempos en un Perú azotado por el terrorismo de Sendero Luminoso.

Con todo: Lima no cabe en una descripción. Lima no cabe en un libro. Lima trata de entrar en una obra. El fervor creativo de Lescano se condujo por la complejidad limeña que, en sus palabras, “nadie trata de resolver”.

Desde ahí, lo gótico de la urbe aflora y la figura de Batman se introduce en sus búsquedas creativas, interviene su estética y, de paso, se ve trastornado este Bruno Díaz que ve su señal iluminada en los cielos que dan la espalda al Pacífico.

Tal vez, al final del día, el arte y la literatura se traten de seguir con el problema o con los problemas. Más allá de la utopía que mueve el choque de placas tectónicas que disponen zonas telúricas por donde el mundo se desempeora un poquito más; por donde cada pedacito de sentido logra decirnos que aún es posible amar y ser amado.

Más acá de esa utopía, hay un cuerpo que se arroja al lienzo o a la página en blanco, en defensa (o resistencia) de la memoria, de la herida, de la experiencia; un cuerpo que va hacia adelante, que se relaciona con otros para imaginar otras formas de vida en un presente umbrío y que sobrevive, en una flor que se abre con el lenguaje de lo inesperado y lo fascinante.

En este libro, se conjuran distintas pasiones.

En el arte de portada y contra, una obra de Lescano que, a mi parecer, delinea el miedo desde fuera y desde su núcleo mismo.

 

Padecer y arder

La escritura como un ejercicio de pasiones se asemeja a como un cuerpo accede —otra vez— a la vivencia. Esto ocurre a través del lenguaje. En cierta forma, ese cuerpo escribiente es una víctima del lenguaje y, a la vez, modulador de las materias primas con las que horizontaliza esa relación inicial con el lenguaje.

Ahora bien, si se trata de pasión, una división pertinente: padecer y arder. Con lo primero, la pasión en un sentido pasivo como “la pasión de Cristo”, o sea, lo que Cristo sufrió. Con lo segundo, un sentido activo, como “pasión por enseñar” en Gabriela Mistral, o sea, un fervor que mueve hacia una actividad.

Padecer y arder, exorcizar algunos demonios y caminar con el corazón en llamas por las carreteras que construyen las letras y la contención que ponemos a nuestro propio edificio con palabras. Con lo último, admitamos una inflexión de lengua al portugués, para encontrarnos con el término apaixonado, que significa “enamorado”.

En definitiva, siempre queda un cuerpo escrito. Un cuerpo que recuerda para domar su pasión pretérita o presente.

La bomba Migratorio estalló, estalla y sigue estallando. Estas son algunas de sus esquirlas apasionadas:

1. “El arte es un rayo” (p. 19), una esquirla que lleva a otra. El poeta Gonzalo Rojas utilizaba el relámpago como una metáfora del acto creativo. En el poema “Versículos” expresa: “el relámpago de seguir siendo”. El arte como un gerundio en que las configuraciones y los deslizamientos a otros mundos —en este— continúan, así como los problemas persisten como una señal de Batman.

El rayo puede ser una provocación, un rayo que cae e incendia lo que toca. Lescano arde para resucitar, como lo dispone el credo de Joseph Beuys: “transformar la vieja figura que muere o queda rígida, en una figura viva pulsante, impulsadora de la vida”.

Sombra sobre sombra, vida tras vida, palabra por palabra para sentir, palpar y padecer la forma. La forma es un destino común.

2. “El amor que está en peligro de extinción” (p. 23). Ya en la Lima Gótica que Lescano ha zurcido cuidadosamente a su imaginario, de un Batman mestizo o en un sistema económico entre la falla y la grosería, que “salva vidas en nocturnas noches”, que “nunca vendrá a defender la justicia” y que viaja por los cielos de una Lima por vivir, por amar.

Y dice, el autor: “¿En realidad existe el amor? Un rayo se desvanece en tu mirada” (p. 24). Quizás, todo se trata de un susurro como el que el sol le da al guardián del hielo: ama rápido (José Watanabe). El arte es el aire de ese susurro.

3. “Batman no es una máquina / y no siempre hace lo que debe (…) Batman sube al piso tres e inicia el desafío” (pp. 29-30). Y ya Batman suelta sus pasiones. Me hace pensar en el personaje escrito por Enrique Lihn en su novela Batman en Chile (1973; 2008).

Lo interesante de que ese Batman no sea ni un héroe ni un superhéroe ni un anti-héroe. Y que sea las tres cosas al mismo tiempo. La puesta en escena de Lescano y la de Lihn coinciden en al menos un punto: la deformación histriónica de un producto de la cultura pop.

Y de esa deformación, un umbral en territorios que siguen siendo afectados por la retórica polarizada de la Guerra Fría. Parafraseando a Lihn: ¿nunca salimos de la horrorosa Guerra Fría? El Batman en Lescano no se agota en Migratorio ni en ninguna de sus otras obras, las sobrevuela con estilo y destreza.

4. “La autobiografía de un poeta son sus poemas”, así comienza la Autobiografía precoz (1968) de Yevgeny Yevtushenko. Y en Migratorio: los poemas son balas, trocitos de vida con pólvora en su interior. “La poesía es un paraíso de balas” (p. 34) ¿y cómo esto puede romperte en mil pedazos o acarrearte hasta lo real? Dice Lescano: “Arte + vida = ejercicio de pasiones” (p. 35).

Y en cita a Rudolf Arnheim: “Percibir es abstraer”, ¿y si percibir es atraer? Puede ser que todos estemos solos cuando escribimos, porque somos como las esquirlas de un Big Bang que es la literatura. Entonces, las fuerzas nos atraen, de una u otra forma: los campos magnéticos de las escrituras ajenas que percibimos en pasión.

5. “No hay nada más real y poético que tomarse una cervecita helada en el bar Queirolo del centro de la Ciudad Gótica” (p. 38). Y más adelante dos preguntas claves: “¿Se puede precisar el amor? ¿Se puede precisar la vida?” (p. 39). Y con precisar, ¿volcamos al portugués para decir que el ruido significa “necesitar”?

Klaus Kinski, un corazón terrible y malherido, tituló sus memorias Yo necesito amor. Es posible que esa sea una oración frecuente en nuestros tiempos, un acceso hacia la necesidad de abrirnos a un compartir fraternal y filial, nada complejo ni ideologizado.

Puede que “necesitar amor” sea algo fuerte, en sí, y hoy —aún más— en tiempos convulsos y violentos (no busco comparar con esto), el amor ya no sea un derroche de luz —como poetiza Lescano—, sino causa y efecto de una oscuridad demasiado luminosa.

6. Y la humanidad está en esa pasión de padecer y de arder. “Soy el hombre equivocado (…) El que se expresa para sentir vida (…) El que camina perdido por la música (…) El hombre que lee edificios” (pp. 55-56).

Lescano, un río poético que se dirige a toda velocidad por la arquitectura de Valdivieso City, de esa Lima Gótica, por las callejuelas habitadas por los mototaxis; un río poético con megáfono de manifiesto, con palabra dura, áspera y nostálgica del yo, se eleva en la anatomía de una obra de manchitas rojas que dispara color y participa explicándole las explosiones de su mente a una implacable capital peruana.

Miguel Lescano nos presenta un libro íntimo, salvaje, achorao, transgresor; una escritura sin género ni filiaciones que grita, que respira y que, a calzón quitado, nos recuerda sea cual sea el tiempo, sea cual sea la crisis asfixiante, estamos hechos para el abrazo y no para el golpe; para brindar con la cerveza y no para romper la botella; para ofrendar amor y no multiplicar la descendencia del odio.

El color rojo no es ninguna casualidad. Es lo que migra entre los ojos en la escena cuando el cómic ya toma su vida propia.

 

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Nicolás López–Pérez (Rancagua, 1990). Poeta, abogado & traductor. Sus últimas publicaciones son Tipos de triángulos (Argentina, 2020), De la naturaleza afectiva de la forma (Chile/Argentina, 2020) & Metaliteratura & Co. (Argentina, 2021). Coordina el laboratorio de publicaciones Astronómica. Escribe & colecciona escombros de ocasión en el blog La costura del propio códex.

 

«Migratorio», de Miguel Lescano (Taller Cono Norte, 2021)

 

 

Imagen destacada: Miguel Lescano.