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[Ensayo] «Orbital»: La realidad existencial en un cosmos agorafóbico

La novela de la autora británica Samantha Harvey —ganadora de esta obra con el Premio Booker 2024— resulta de difícil clasificación, porque puede apreciarse desde distintos lentes y con deseos de lectura también diversos: la divulgación científica, la investigación especializada, la directa y objetiva denuncia que puede verse como manifiesto ecologista, y la identificación particular de cada uno de sus personajes.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 15.6.2025

El narrador omnisciente en tercera persona nos presenta a los seis astronautas de este viaje-novela muy singular. Cada uno estará alrededor de nueve meses en una: «deriva ingrávida, nueve meses con la cabeza abotargada, nueve meses de esta vida en una lata de sardinas, nueve meses de este mirar embobados la Tierra, antes de volver al planeta que los espera, paciente, abajo».

Así, esta gestación de nueve meses es, más allá de los datos específicos, científicos en los que deben trabajar a bordo, una gestación de sí mismos como seres humanos partícipes del predicamento humano, y que la exclusiva oportunidad de experimentar la suspensión del tiempo en una nave facilita.

Orbital resulta de difícil clasificación, porque puede leerse desde distintos lentes y con deseos de lectura también diversos: la divulgación científica, la investigación especializada, la directa y objetiva denuncia que puede verse como manifiesto ecologista, y la identificación particular de cada uno de sus personajes.

Todas estas aristas confluyen en la novela, dotada de imágenes poéticas que se consiguen sin esfuerzo, tan solo ejecutando asociaciones gracias al espacio, el universo, nuestra realidad existencial en un cosmos agorafóbico, con sus astronautas suspendidos en una nave: «El espacio desgarra el tiempo, lo hace trizas».

Pocos escenarios resultan más avasalladores que el espacio y la novela se propone confrontarnos, interpelarnos como sujetos terrenales ante el abismo del universo. Cómo no proyectar nuestro bagaje y condicionamiento:

«Todos tienen esa sensación a veces. Todos relacionan la tierra con una madre, lo que a su vez los hace sentirse como hijos», dice la voz narrativa, enfocando la noción de hogar, de casa: «la idea de casa ha hecho implosión: ha crecido, se ha dilatado y se ha llenado tanto que ha terminado por derrumbarse sobre sí misma».

 

El destino de nuestro planeta rocoso

Así, nociones clave, como la de familia, son desmontadas. En ese ambiente de aire viciado compartido durante meses, se perciben como una familia flotante, aunque: «para ciertas cosas no son una familia ni por asomo: son a la vez mucho más y mucho menos que eso».

Con todo, aquí no hay un afán anárquico de romper con las instituciones, ni de histerizar a través de panfletos, sino que los mensajes son políticos en tanto surgen de revelaciones científicas, por eso, no resultan demagogos, sino francos, evidentes e indiscutibles: «¿Por qué no podemos parar de tiranizar, destruir, saquear y dilapidar lo único que nos sostiene con vida?».

De esta manera, casi al final de la novela, se agrega: «Quizá seamos los nuevos dinosaurios y nos convenga andarnos con cuidado». Estos mensajes eco van unidos con la tragedia de las guerras. Desde el espacio no se ven las fronteras de los países, pero: «la guerra abunda y, las fronteras son algo por lo que la gente mata y muere».

Inevitablemente surgen debates entre los convivientes. El católico Shaun, americano, se cuestiona: «Nunca he sabido del todo si el deseo humano de ir al espacio es una expresión de curiosidad o de ingratitud. Si este extraño y ardiente anhelo lo convierte en un héroe o en un imbécil».

Fiel a su creencia en Dios, resiste el estereotipo del científico ateo y expresa sus opiniones que contrastan con las de otros. La británica Nell cuenta que su fascinación por el espacio surge del lanzamiento del fatífico Challenger, y no le atemoriza (más bien lo ve como algo bello) que la explosión de una nave deje las partículas de tu cuerpo suspendidas en el espacio, junto a otras estrellas.

También se discute el rol del ser humano, del cuerpo humano, siendo reemplazado por robots en la investigación espacial. No es necesario alimentar robots, pero ¿de qué modo registrarían la belleza de lo observado? ¿Importaría?

La distancia precipita nostalgias y revaloriza lo terrestre más orgánico y lo terrenal en su sentido más mundanal, que deviene espiritual. La japonesa Chie recibe la noticia de la muerte de su madre en el espacio y su duelo acontece en la más exótica de las locaciones. Chie se ancla a la foto que le ha regalado su madre y en cuyo reverso apunta el año del alunizaje de 1969.

Más adelante, Chie reflexiona: «Elige una sola criatura de este mundo y su historia será la historia de la Tierra, piensa de repente. Te lo puede contar todo, esa sola criatura. La historia completa del mundo, el probable futuro completo del mundo».

Orbital ofrece esa necesaria perspectiva, que es una llamada de atención: «cuando miras fuera toda claustrofobia deviene en un instante agorafobia, o sufres ambas al mismo tiempo». Nuestro lugar es único y también insignificante. La escena local no es más que una: «escaramuza, un minidrama».

En chileno, lo que hace esta novela es agacharnos el moño de una gran forma al vislumbrar el destino de nuestro planeta rocoso:

«Alcanzar una cima del progreso humano para descubrir después que nuestros logros no tienen la menor importancia y que ese es el más importante logro en la vida de cualquiera, que a su vez tampoco es nada, y también mucho más que todo».

 

 

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio, Succión y Corral, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, la novela bilingüe En la isla/On the Island, y el conjunto de poemas Atisbos.

Traducciones de sus textos han aparecido en las revistas The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Orbital», de Samantha Harvey (Editorial Anagrama, 2025)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Samantha Harvey.

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