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[Ensayo] «Sobre Dios»: Una oda al silencio en tiempos de estridencia

En un mundo donde el yo parece haber erradicado toda noción del otro —y como consecuencia a la ausencia de empatía—, el mensaje del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, y desarrollado en este libro cuyo subtítulo es «Pensar con Simone Weil», se torna simplemente urgente.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 20.10.2025

«La digitalización, que nos promete más libertad, no produce, a fin de cuentas, sino una cárcel panóptica».
Byung-Chul Han

La más reciente publicación del filósofo surcoreano Byung-Chul Han (1959) dispone de la paradigmática figura de Simone Weil (1909 – 1943) para cursar su ensayo.

En efecto, se trata de un verdadero diálogo entre ambas personalidades que permite elevar el pensamiento de Weil, filósofa francesa muerta a los 34 años, pionera en la lucha por la justicia social (activa en la oposición a Franco y partícipe de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial).

Weil murió en 1943 y, sin embargo, el debate que se despliega aquí es más que pertinente para observar nuestra dramática realidad virtual, atenazada radicalmente por el mercado y sus dígitos.

Sobre Dios puede sonar como un título suspicaz, rápidamente desechable a ojos agnósticos, por eso es necesario traspasar el prejuicio para leer esta publicación, que resulta en una serie de revelaciones que permiten comprender nuestro acontecer e, idealmente, tomar conciencia y luego acción en nuestras vidas mínimas y domésticas.

Hay quienes repiten aquella frase de Einstein («Dios no juega a los dados con el universo») para reafirmar sus convicciones o reivindicar su propia iglesia, pero, tal como cuando Krishnamurti o Jung (y su noción del arquetipo o del inconsciente colectivo, por ejemplo) nombran a Dios, lo hacen como una referencia al orden subyacente del universo y no al dios o dioses de religiones e instituciones establecidas.

Si Simone Weil efectivamente destaca la importancia de las ceremonias católicas, esto es porque: «la ceremonia es una imitación del orden del mundo y del silencio de las cosas», y, como sugiere su etimología, la palabra religión se deriva de religare (unir, atar, reunir).

Las ceremonias religiosas: «se basan en un orden simbólico que nos une al universo». Han dice que para Simone Weil, quien se refiere a menudo al budismo zen, el objetivo final es: «contemplar cualquier actividad humana como un proceso espiritual».

 

«Lo que sí requiere la lectura es atención»

«De hecho, la religión remite a la atención incluso desde el punto de vista etimológico: el vocablo religio procede de relegere (releer), que alude a ‘la actitud de escrúpulo y de atención que debe imprimirse a las relaciones con los dioses'».

Y Han/Weil advierten que hoy: «la atención ha sido arrasada por completo». El hilo unificador se establece porque: «la atención alcanza su máxima pureza en la oración», ya que, en la concepción de Weil, que Han subraya: «la atención absolutamente pura y sin mezcla es oración».

Aquí es donde los contrastes se extreman hoy: «La atención de la que se suele hablar en el ámbito de la investigación sobre la inteligencia artificial no va más allá de la mera resolución de problemas. Se limita a realizar un procesamiento algorítmico de datos. La inteligencia artificial carece de espíritu. Le falta atención creadora».

Con todo, a causa de su ausencia de espíritu, la inteligencia artificial solo es útil en cuanto el espíritu no se somete a ella: «De lo contrario, nos convertiremos, una vez más, en esclavos de nuestras propias producciones».

Han alerta sobre los tentáculos que apresan a los consumidores con máscaras espirituales: «La floreciente industria del mindfulness reduce la espiritualidad hasta convertirla en una técnica para aumentar el rendimiento y la eficiencia», acuñada en el feroz concepto: «consumo espiritual». Y es que: «el capitalismo lo somete todo al consumo y a la producción».

Las gesticulaciones efusivas, ya sean manifestaciones creativas, denuncias políticas o poses panfletarias, cebadas por la infección narcisista que promueven las redes sociales, se hallan monitoreadas y formateadas por los filtros consumistas y sus espurias máscaras espirituales.

 

«El silencio no produce»

«En la actualidad, nuestra atención gira única y exclusivamente en torno al yo», escribe Han en el capítulo dedicado a la «Descreación», aludiendo a la crisis de la religión:

«Celebramos el culto, el oficio religioso del yo, en el que cada cual es sacerdote de sí mismo. En el vocabulario del régimen neoliberal, el sacerdote de uno mismo es el equivalente del empresario de uno mismo. Cada persona se produce y se presenta a sí misma. El ruidoso yo mantiene a Dios alejado de nosotros».

Es aquí donde se hace el llamado al anonimato, pues es ese silencio anónimo el que convoca la lectura con su requerimiento de atención, y repele el aplauso con el que se alimentan las variantes híper ensimismadas de la autoficción y la venta de historia(s) que comercializa emociones: «El mundo entero se está convirtiendo en un ruidoso mercado», y es que: «al capitalismo no le gusta el silencio. El silencio no produce».

Por eso, hoy resulta radicalmente revolucionario el mensaje de Simone Weil, pues al reinar el silencio el yo muere, y nadie parece estar preparado para suspender su ego: «No hay dicha comparable a la del silencio interior».

Sacrificar el ego representa verdadero dolor en nuestra realidad artificial y, sin embargo, el dolor es una de las formas más nítidas para acceder al mundo, pues: «sin dolor se desarrollaría una indiferencia hacia el otro. La incapacidad de sentir dolor conduce, en último término, a la ausencia de empatía».

La alerta es clara, en ese sentido: «El ‘me gusta’ como analgésico del presente no solo gobierna las redes sociales, sino también todas las áreas de la cultura. Nada debe doler».

En un mundo donde el yo parece haber erradicado toda noción del otro, el mensaje de Han se torna urgente: «En Weil, la ética del otro se fundamenta en el vacío. Requiere leer al otro contra mi voluntad, contra mi imaginación, prescindiendo de mí, de mis expectativas. Y esa ética solo se cumple cuando existe atención al otro».

 

 

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio, Succión, Corral y La casa de las arañas, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, la novela bilingüe En la isla/On the Island, y el conjunto de poemas Atisbos.

Traducciones de sus textos han aparecido en las revistas The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Sobre Dios», de Byung-Chul Han (Paidós, 2025)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Byung-Chul Han.

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