Entrevista a Andrea Jeftanovic: «El viaje es siempre una ruta personal que nadie más puede repetir»

«Escribir implica desplazarse, caminar, volar, navegar», también dice la destacada escritora y académica nacional al Diario «Cine y Literatura» en este diálogo, y quien acaba de lanzar su colección “Destinos errantes” en Chile, bajo editorial Tajamar, después de publicar el volumen con éxito en Barcelona hace casi tres años.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 11.1.2019

En Destinos errantes (ya editada en España por editorial Comba el 2016) y acogida por editorial Tajamar (2018) para el acceso del público chileno, Jeftanovic entrega un conjunto de narraciones que resisten los géneros: son crónicas, son ficciones, son testimonios, son encuentros y reencuentros literarios y geográficos; son reflexiones sobre el viaje en sus múltiples variantes, como extinción, como renovación, como posibilidad de contactar con un otro. En estas narraciones vemos el talento de la escritora chilena desplegado en destinos literarios, como la bella pesquisa tras los pasos de la gran Clarice Lispector, y también en destinos políticos y humanitarios, como el que desarrolla en “El círculo íntimo palestino-israelí”. Haciendo referencia a diversos campos de estudio, así como a un sinfín de referentes artísticos provenientes del cine, la literatura, las artes visuales, Jeftanovic construye un volumen que destaca por su sensibilidad y su percepción que le permite asir los espacios por los que circula y las personas (más allá de sus personificaciones) con las que contacta.

 

-En tu relato, destacas aspectos del viaje que contrastan con la noción turística con la que generalmente se embauca al grueso de la gente, a la que se la ha inoculado la noción de viaje como entretenimiento banal.

-El lema del libro es: “He viajado lejos para resolver lo más íntimo en cuartos ajenos”. Es raro, pero quise pensar el viaje como una zona liminar, como un viaje simbólico a las raíces; el rastreo de referencias literarias, datos históricos… una zona liminar entre el espacio público y la instancia subjetiva. Y, además, me interesó trabajar con los archivos físicos que se generan en los viajes (mapas tachados, fotos de aficionada, apuntes). Evidentemente esto ya se ha hecho desde hace siglos, por ejemplo, en los expedicionarios del siglo XIX. Lo hizo Sebald y tantos más, pero el viaje es siempre una ruta personal que nadie más puede repetir.

Muchas veces sentí que estos viajes eran un proceso interno de reconocimiento de herencias familiares y literarias, para liberarme, en parte, de mis orígenes, aunque pareciera paradojal. Y no solo se trata de orígenes familiares, sino literarios, imaginarios. Además, quise explorar la idea de escribir como una actividad que incluyera lo físico porque se asocia tanto a estar sentado, inmóvil. Como dice Rebecca Solnit: “Viajar tiene algo de pensar caminando”. Escribir implica desplazarse, caminar, volar, navegar. Espero que la escritura de este libro funcione como el registro poético de un transitar siempre errante. Además, en los viajes se mide de otra forma el tiempo y el espacio. El relato de viaje es un relato vector, que sigue una flecha secreta tiempo experiencias vitales y literarias, donde lo mismo toma cuerpo lo vivido que lo imaginado, lo temido o lo soñado. Como digo en el texto de Alcalá de Henares, en un lugar de la Mancha yo fui la que soy.

 

-Algunos lugares, como la Habana, Sarajevo, Israel, son zonas donde la erosión política está más presente en “Destinos errantes”. Con respecto a las decisiones políticas que debe hacer la letra al registrar, ¿cómo te posicionas al tratar con temas tan sensibles o políticamente peliagudos?

-Soy consciente de entrar a estas fronteras polémicas, y lo primero que quise hacer fue entrar a estas zonas sin slogans, sin propagandas, y reconocer algunas narrativas. No me acerqué a estos lugares como cientista política sino como una autora atenta a las narrativas de personas específicas. Y te das cuenta que en las zonas conflictivas son tan poderosas las narrativas, las narrativas de odio, que circulan versiones de la historia que se contraponen. Acá tomo las palabras de la escritora camerunense, Leonora Miano: “La frontera evoca la relación. Habla del encuentro entre los pueblos, a veces con violencia, odio o desprecio, pero siempre generador de sentido.”

Tomé testimonios como materiales, entre otros, de las crónicas. Y ahí se presentó un problema nuevo para mí: ¿cómo trabajo con voces de otros reales? Hasta el momento siempre había trabajado con ficción de modo que yo era dueña de la vida de los personajes. Pero ahora me preguntaba cómo trabajar con estas confesiones tan dolorosas e íntimas con respeto humano y libertad creativa. Intenté apostar por la belleza al componer el texto, con un lenguaje cuidado, con sumarlos a mi constelación afectiva para estar a la altura de los relatos de duelo de padres e hijos que perdieron a los suyos en el conflicto palestino-israelí. O bien, de un poeta que me entregaba su testimonio de enfermedad en un agresivo cáncer y sufrimiento por una historia de desarraigo y sus tensiones con Chile por la violencia y el saqueo durante la guerra del Pacífico. Y en una Sarajevo arrasada, encontrar una hebra de humanidad en una familia que apostó por poner un túnel en el patio de su casa para salvar vidas. Todos ellos cargan con el dolor y la muerte, la experiencia más rotunda del ser humano.

Además, son historias con ecos personales. Por ejemplo, ir a Sarajevo fue desolador, porque fue ir a buscar tu lugar de origen y que este figure en ruinas. La dirección de una casa familiar estaba convertida en un cementerio con lápidas de personas jóvenes muertas entre 1994 y 1997. Todo había sido borrado de la faz de la Tierra durante la última guerra de los Balcanes. Fue el primer texto, el que yo siento como art poética o manifiesto porque en mí había una trasmutación de metales porque en el acto de recobrar unos pedacitos del espejo y mirarse de otra forma en el azogue familiar.

 

 

Nicolás Poblete Pardo es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura, y su última novela publicada es Concepciones (Editorial Furtiva, Santiago, 2017). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Destinos errantes», de Andrea Jeftanovic en su edición chilena por el sello Tajamar

 

 

La destacada narradora nacional, Andrea Jeftanovic

 

 

 

El escritor y crítico chileno, Nicolás Poblete Pardo

 

 

 

Crédito de la imagen destacada: Andrea Jeftanovic.