[Crítica política] Evópoli y su funeral ideológico después del 25 de octubre

Los chiquilines de esta agrupación, donde es mayoría la borregada, los patipelados en busca de identidad y reconocimiento social, el medio pelo y quienes desean cambiarse el apellido, donde figure un “von” un “der” o un “zu”, afanados buscan a quien los conduzca en el incierto y próximo futuro.

Por Walter Garib Chomalí

Publicado el 4.11.2020

El lunes 26 de octubre se realizaron en Chile funerales que superaron las estadísticas. Desde temprano, los cortejos fúnebres se dirigieron rumbo al cementerio, acompañados de dolientes deudos. La mortandad, ajena al coronavirus, afectó a las castas privilegiadas de Chile, nunca tocadas ni con el pétalo de una rosa.

Colectividades políticas como Evópoli, conocida en la farándula como NECRÓPOLIS, concurrieron al cementerio a llevar despojos mortales de sus ideas.

Asistieron vestidos como los del Ku Klux Klan, incluido su escudo, látigos de penitencia, campanilla, libro de actas, timbre, mientras cantaban el himno Lili Marleen.

Alguien, entre sus adeptos, se acordó del poeta español Jorge Manrique, y recitó parte de su inmortal poema Coplas por la muerte de su padre: “Como a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor”.

Ese reconocimiento póstumo, vinculado a la intimidad, entre silenciosas tumbas, habla muy bien de las vocaciones cristianas del grupo. La beatitud ha sido siempre su norte. Ellos reconocen el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, como la fecha de su creación de cofradía política.

Bajo los sones de la marcha fúnebre de Beethoven y la marcha fúnebre de la muerte de un loro de Alkan (1813-1888) acompañaron al finado, que al anochecer del domingo 25, murió de un ataque de apoplejía, otros dicen que de nostalgia post dictadura. Sobre este punto, marcado por la incertidumbre, existen encontradas versiones.

Quien iba a ser difunto, al enfrentarse a los resultados del plebiscito, empezó a sentirse mal, a hablar incoherencias y a la medianoche, agonizaba abrazado a la Constitución de 1980, mientras la cubría de besos.

No cualquiera expresa parecida devoción póstuma. La idolatría, uno de los sentimientos más misteriosos de la condición humana, se mostraba en plenitud.

En un momento de lucidez, siempre hay un momento así, dijo: “Augusto, Augusto, por fin nos vamos a encontrar en el reino de las tinieblas”. Semejante declaración, ha sumido en la perplejidad a los estudiosos en temas necrológicos y paranormales, pues ignoran el significado de sus últimas palabras.

¿Quiso formular admiración hacia quien ensalzaba en vida o se trata de un escarnio? Es sabido que los moribundo, cuando expresan las últimas palabras, dicen la verdad. En los meses venideros se conocerá el sentido de esta frase cabalística, que tiene a los exégetas sumidos en la oscuridad.

Como este 2 de noviembre se celebró el día de los muertos, adelantaron la fecha del funeral, una medida de higiene espiritual y social, que ha sido alabada por la ciudadanía. No cualquiera muere rodeado de tanta viudez, desatada orfandad, hijos expósitos, donde las exaltaciones de pesar, estremecen los muros blanqueados.

Los chiquilines de esta agrupación, donde es mayoría la borregada, patipelados en busca de identidad y reconocimiento social, el medio pelo y quienes desean cambiarse el apellido, donde figure un “von” un “der” o un “zu”, afanados buscan a quien los conduzca en el incierto futuro.

Viven la confusión en toda su amplitud y temen que continúe la mortandad entre sus filas, raleadas por la paliza del 25 de octubre.

¿Cómo entender esta debacle generalizada, si la paz reina en estas latitudes, donde proliferan los oasis y los tiempos mejores?

Jamás soñaron vivir días de una seguidilla de derrotas que se remontan al 18 de octubre de 2019.

Aquí se debe incluir a otros deudos, comparsa de Evópoli, aunque usan disfraz de demócratas. Como Renovación Nacional (RN), Unión Democrática Independiente (UDI) y camarillas, que medran y se inclinan a derecha o izquierda, como péndulo de reloj.

Los santos de devoción de tantas agrupaciones, han sido lanzados a las sentinas y ya nadie quiere rendirles pleitesía. Fin a la idolatría.

¿Deberíamos creer en este acto de remordimiento, o se trata de las conocidas diabluras de quienes visten túnica de penitentes, lloran en las procesiones, se flagelan y esconden debajo de sus vestimentas, látigos con puntas de acero?

A poco andar, se conocerá hacía donde dirigen sus pasos.

 

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Walter Garib Chomalí (Requínoa, 1933) es un periodista y escritor chileno que entre otros galardones ha obtenido el Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1989 por su novela De cómo fue el destierro de Lázaro Carvajal, y el premio de novela Nicómedes Guzmán en 1971.

 

Walter Garib Chomalí

 

 

Imagen destacada: Luz Poblete Coddou, secretaria general de Evópoli.