«La incógnita perdida», de Bastián Contreras: El último reducto de la Dictadura

El que analizamos es un montaje que cuestiona la herencia pinochetista y reflexiona sobre cómo la crisis educacional es la causa de la marginalización socioeconómica y cultural, en una obra que también destaca por el gran desempeño de sus actores, y por el aporte que brinda a la propuesta escénica la incorporación de parte del público -los cuales tienen la posibilidad de interactuar como alumnos- en una representada sala de clases.

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 1.10.2018

«(…) el olor a pobre puede distinguirse, es un olor como de una humedad permanente. Como de una humedad que viniese desde la médula de los huesos mismos y que fuese atravesando todo hacia arriba».
Luis Barrales, en HP

La incógnita perdida es el primer montaje del Colectivo Teatral “La Chancha Ilustre”, quienes bajo la dramaturgia, dirección y producción de Bastián Contreras, presentan en la Sala Tessier de Recoleta y en el Teatro de la Universidad Mayor esta obra que problematiza el legado del ex dictador, Augusto Pinochet, en la sociedad y en la educación chilena.

Corría el mes de diciembre de 2006, año emblemático por varios motivos, por un lado, el inicio del primer gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet, primera mujer que ocupaba ese cargo en la historia de Chile; por otro, la crisis educacional y el repudio generalizado frente a la LOCE que desembocó en el auge de la llamada “Revolución Pingüina”, en donde los estudiantes secundarios de los liceos más emblemáticos de Santiago, iniciaron una ola de manifestaciones, paros y protestas, tomándose sus colegios y marchando en contra de un sistema educacional marcado por la herencia dictatorial y el legado de las lógicas neoliberales que habían – y han – coartado la calidad de la educación. Por último, un tercer hecho que marcó el 2006, fue la muerte de Augusto Pinochet el 10 de diciembre, hito histórico, político y social que marcó un cisma en los chilenos, ya que su muerte sin haber sido condenado por los crímenes de Lesa Humanidad ocurridos en Dictadura, reavivó tanto la herida como la problemática en torno al legado de su figura.

En este contexto se enmarca La incógnita perdida, montaje que cuestiona la herencia dictatorial y reflexiona sobre cómo la crisis educacional es la causa de la marginalización socioeconómica y cultural. Los personajes representados, un profesor que ha perdido su juventud, utopías e incluso su dignidad en un colegio vulnerable en donde no se le respeta ni valora, y en donde se siente hundido en un profundo fracaso profesional y personal. Y un alumno, un joven rebelde, víctima del bulling que le hacen sus compañeros y que a su vez, maltrata al profesor, joven que ha sido criado por su abuela en la soledad y la pobreza más desoladora, y cuya única esperanza de superación y ser “alguien en la vida” es entrar a la milicia y convertirse en un militar que ojalá algún día sea semejante a lo que fue Augusto Pinochet, ídolo del adolescente por haber hecho de Chile un país económicamente desarrollado, un “jaguar” de América.

Ambos personajes entrarán en conflicto por la asimetría que la relación profesor-alumno supone, no obstante, a medida que avanza la obra, se irán re-conociendo como sujetos que comparten una misma historia al ser hijos de la misma fractura sociohistórica que los ha marginalizado y los ha llevado a encontrarse en una sala de clases “con olor a mierda”. El dramaturgo Luis Barrales en HP explica poética y crudamente qué significa y a qué recuerda el “olor a pobre”, aludiendo a distintas referencias del imaginario cultural y social con que la pobreza se ha identificado. La incógnita perdida recuerda aquel mismo imaginario, sobre todo en la escena en que profesor y alumno comparten un emparedado de cecina y una cerveza en lata, el olor a pobre sería en este caso, olor a pan con chancho, cerveza en lata robada del supermercado, sala de clases fétida, un alumno cuya rebeldía oscila entre el resentimiento y la desolación, y un profesor cuyo ímpetu por cambiar al mundo se ha perdido en un liceo municipal de barrio. El olor a pobre, enfatiza el montaje, ha sido la fatal herencia de la Dictadura, el funesto legado que Pinochet dejó a los jóvenes y que el profesor intenta explicar al alumno, sin embargo, éste se niega a aceptar esa realidad y prefiere creer que Chile logró el éxito económico gracias a la figura omnipotente de Pinochet, no obstante, el profesor le hará ver que tal éxito es ilusorio, ya que su pobreza y su resentimiento social radican paradójicamente en la misma herencia que él idolatra.

Con la excusa de querer enseñarle matemáticas (ecuaciones) el profesor enseñará a su joven alumno que la realidad no es como la han pintado y que su estado es consecuencia de la Historia, a su vez, el alumno enseñará al profesor una profunda lección que lo llevará a dejar el colegio una vez que aquél haya pasado el examen de matemáticas, pues ya no tiene sentido que él siga allí, en ese estado de desencantamiento y de frustración.

Diálogos profundos, corrosivos, irónicos y crudos que evidencian la realidad vivida en una Post Dictadura que parece no haber terminado, pues aun mantiene los resabios del período anterior y las consecuencias de una Constitución redactada entre cuatro paredes. Aun hoy, 2018, tras doce años de la “Revolución Pingüina” y de la muerte de Pinochet, persiste una crisis educacional y social que no ha sido solucionada del todo, pese a las reformas realizadas especialmente en ambos gobiernos de la ex Presidenta Bachelet.

Con un final un tanto abrupto y el deseo de saber qué ocurrió con el profesor y el alumno tiempo después, además de caer en ocasiones en un discurso conocido y lugares comunes que restan a la obra en cuanto a la reflexión que propone, La incógnita perdida es un montaje que destaca por el gran desempeño de sus actores, y el aporte que brinda a la propuesta escénica la incorporación de parte del público a esta sala de clases representada, quienes tienen la posibilidad de interactuar como alumnos.

 

Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile.

 

Una escena del montaje «La incógnita perdida», de Bastián Contreras en la sala Tessier de Santiago

 

 

Coordenadas

Sala Tessier

Desde el jueves 27 al sábado 29 de septiembre, a las 20:30 horas

Calle Dardignac Nº 172, comuna de Recoleta a pasos del Metro Bellas Artes

Valores de las entradas: General $5.000, estudiantes, 3ra edad y convenios: $3.000

 

Ficha técnica:

La incógnita pérdida, de Bastián Contreras

Del Colectivo La Chancha Ilustre

Dirección: La Chancha Ilustre

Actores: Camilo Saldivar y Mijail Garrido

Diseño integral: La Chancha Ilustre

Producción: Bastián Contreras

Gestión cultural: Violeta Zubicueta

Jefa técnica: Belén Ariza

Composición musical: Pancho Gallegos

Fotografía: Claudia Asenjo

Diseño gráfico: Lucas Nuñez

Voz en off: Manuel Aguirre

 

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Colectivo La Chancha Ilustre.