«La religión de las aves», de Luis Cruz-Villalobos: Una alegoría sobre la libertad

El poeta y psicólogo chileno reedita un libro —originalmente publicado en 2013— y el cual, en palabras de su prologuista, se nutre de la observación de las liturgias aéreas, en versos que inspiran a volar aunque no se pueda.

Por Moises Park

Publicado el 27.5.2020

¿Es posible tener religión cuando se puede volar? ¿Quién es Dios para seres que se desplazan por el aire como los divinos ángeles, serafines y querubines, cuyas imágenes imitan al de las aves mismas? La religión de las aves (Independently, 2020) no solo es adictiva, es también inspiradora y a la vez abrumante porque su estructura es la de un viaje aéreo.

En una tercera lectura “me volé”, pues el libro me contagió con sus versos e imágenes. Me contagió las ganas de escribir, de volar, de hablar con aves, acaso ángeles que siempre han estado con nosotros; las ganas de ver el cielo, acaso Dios que con toda su amplitud nos recuerda su omnipresencia o su omniausencia; las ganas de escribir poesía. La lectura de este libro anima a escribir poemas junto a las aves. Esta adicción alada es un deleite perenne en la búsqueda del zenit existencial, acaso la religión y el paraíso de las aves. En el aire, los pájaros residen en el zenit. Son el zenit. Los versos en este libro son como la observación de aves en sus litúrgicas actividades aéreas. Inspiran a volar aunque no se pueda.

Y es así como abre este libro: haciendo peticiones a las aves como divinas criaturas que ocultas, fugazmente también cambian el cielo con su vuelo abierto, sin pudor por sus existencias. En su primer poema “Dos peticiones”, el autor pide inspiración para expresarse a un ave primero (“Chincol / Por qué te ocultas / Déjame ver / Cómo cantas”), y a Dios en segundo lugar para tener refugio (Dios / Por qué te ocultas / Déjame ver / Cómo abrazas”). La polifonía de voces en este libro es ejemplar, dedicando y, a la vez, haciendo ecos del inspirador César Vallejo como compañero de letras y del magistral Basho como horizonte que todo poeta y pájaro querrá alcanzar.

La segunda y tercera parte serán menos sobre el pájaro como tema o sujeto, pero el comportamiento sideral que tenemos para observar nuestro entorno se puede detectar. Es imposible que tengamos vista de pájaro, pero estos poemas imaginan esta vista con versos minimalistas en la segunda parte y en la meditación sobre la vida en la tercera parte. Sin duda, la variedad poética no cesa con sus poemas gráficos en la cuarta parte. Será acaso que las líneas dibujan el movimiento de las aves en su volar, o nuestra vista en el aire de cómo volaríamos, o meramente la errática naturaleza de nuestras ideas, cuyas trayectorias son lo más cercano al movimiento de las aves. La quinta parte, “Bella intemperie (IV)”, es una sutil reflexión sobre la poesía de Basho, que fue más pájaro que humano y cuyas imágenes fueron nidos de metáforas tan universales como la gloria de su vuelo.

El libro cierra con un capítulo homónimo, “La religión de las aves”, que juega nuevamente con las imágenes de las voladoras criaturas, a veces como metáforas de la humanidad, o alegoría sobre la libertad. El lenguaje religioso del poema no cae en la cursilería verbosa que suele nutrir el lenguaje religioso actual, recordando poesías espirituales y a la vez carnales, pero no las de los místicos españoles, sino la de los sueños de Sor Juana.

 

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Moises Park nació y se crió en Bolivia, Brasil y Chile. Es profesor de literatura y cine en Baylor University. Es autor de artículos sobre cine, literatura, cultural popular y artes marciales. Publicó Figuraciones del deseo y coyunturas generacionales en literatura y cine postdictatorial (2004) y dos libros de poesía: El verso cae al aula (2017) y Poemas marciales (2019).

 

«La religión de las aves», de Luis Cruz-Villalobos (Independently, 2020)

 

 

Luis Cruz-Villalobos

 

 

Moises Park

 

 

Crédito de la imagen destacada: Independently.