María Lorena Leigh y sus cuentos de «Pie forzado»: «Si no escribes desde las entrañas, es mejor no hacerlo»

Actualmente establecida en Inglaterra, una de las fundadoras de la Editorial Furtiva —junto a la gestora cultural Daniela Roitstein— dialogó con el Diario «Cine y Literatura» acerca de su último libro de relatos, recién publicado por esa casa impresora nacional, y también sobre el oficio de cultivar el arte de las palabras, y de los desafíos que le imponen a la disciplina y a su ejercicio, estos tiempos de pandemia y de obligado confinamiento.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 25.5.2020

Pie forzado, de María Lorena Leigh López (Furtiva, 2020) trae una novedad al catálogo de la editorial Furtiva, fundada por la autora, junto a la escritora Daniela Roitstein, hace unos años. (El bestseller Buscando a María Edwards, de María Angélica Puga, también es parte de esta lista bibliográfica).

En el presente volumen Lorena recopila veintidós cuentos bajo el título de Pie forzado, que se refiere al ejercicio literario de desarrollar un texto a partir de un determinado escenario fijo. Este gesto es tanto un guiño a la trayectoria de instrucción que ha vivido la autora, como a las posibilidades que se presentan para adentrarse en una variedad de temas, cosa que la escritura produce con total fluidez.

Así, destaca la versatilidad para hablar del espacio urbano, citadino, versus la provincia y los recodos naturales; para explorar las nociones de hogar y pertenencia; para describir personajes de distintos grupos etáreos, géneros; incluso para posicionarse como voz animal protagonista. Estos cuentos destacan la intuición y un afán de difuminar “las barreras convencionales”, apelando también a una participación lúdica por parte de quien lee, como destaca el blurb del libro.

 

—Has circulado por distintas esferas laborales y creativas. ¿Cómo contrastas el trabajo de publicación, como editora, con el de creación, como autora?

—Para mí es caminar por veredas contrarias de una misma calle. Quiero decir que, si he planificado mi día de trabajo para la escritura, no se me ocurriría siquiera mirar a la de la edición. Me significa un tremendo esfuerzo cruzar. La edición implica full concentración en reglas ortográficas, manuales de estilo, en cambio en mi fase de autora me gusta la libertad de la experimentación. Que sean las emociones las que guíen mi pluma. Y cuando me pillo corrigiendo y reescribiendo mis propios textos, prefiero dejar de hacerlo porque significa que no estoy enteramente conectada con mi mundo imaginario. La tarea de editar mis cuentos la dejo en manos de otra persona. Alguien capaz de mirarlos con distancia.

 

—En tu libro agradeces todas las guías que has recibido y nombras a una serie de “mentores”. Háblanos de tu percepción sobre el espacio “taller literario” como instrucción; tu trayectoria como estudiante y lectora.

—Me autodefino como la reina de los talleres literarios. He participado en casi todos los que se han dictado a nivel nacional. Ahora mismo lo estoy haciendo a través de Zoom, y sumando experiencias y modos de crear. Al principio lo hice como una forma de obligarme a escribir porque me pasaba a menudo no encontrar el tiempo para hacerlo. Y gracias a los mismos talleristas entendí que la falta de tiempo no era más que una excusa para evitar adentrarme en ese mundo interior. Si no escribes desde las entrañas, única manera de lograr una escritura honesta, es mejor no hacerlo. Y luego, me interesó nutrirme de esas distintas miradas o de esas distintas formas de transmitir una misma pasión. Porque de cada tallerista he aprendido herramientas distintas y perfectamente combinables entre sí. Algunos tienen estilos más académicos, por decirlo de alguna manera, otros más libres y desde la intuición. Sus recomendaciones de lectura, los ejercicios y recomendaciones para encontrar una voz propia y personal.

 

—En el cuento “Porfiado” aparece una de tus pasiones: El parapente. En este cuento vemos también la tensión de tres personajes masculinos. ¿Cómo concebiste este cuento?

—El pie forzado para ese cuento fue exactamente la mitad de un mini cuento de García Márquez: “El visitante” (cosa que por cierto no supe hasta después de leer mi ejercicio en el taller y de escuchar los relatos del resto de los participantes). Generalmente trato de evocar vivencias pasadas que me lleven a experimentar las sensaciones que me produjeron en su momento. Al no encontrar ninguna, pero teniendo en mente la frase “petrificado por el hielo”, recordé lo que me contaron tres parapentistas muy cercanos (mi marido y un par de amigos) cuando fueron en la búsqueda de nuevos despegues para practicar nuestro deporte. En esa oportunidad, la noche los pilló en la montaña, sin haber logrado el objetivo, y tuvieron que dormir haciendo “niñitos envueltos” con el mismo parapente para aplacar el frío.

 

—Te adentras en la introspección animal en cuentos como “Jornada de adopción” y “Vida de perros” (relatos que me recuerdan al genial “Flush” de Virginia Woolf). ¿Qué te permite esta estrategia, esta voz, en los relatos?

—Nuevamente son las experiencias personales. Los animales son todo un tema para mí, como para otros lo serán los enfermos, o los ancianos, las minorías… Una suerte de querer darle voz a los sin voz. El pie forzado consistía en escribir desde un frente completamente distinto al propio. Pudo ser desde otra condición etaria, de género, de época. Yo elegí a los perros por mi cercanía con ellos. También está “Home Sweet Home” que es en la voz de una paloma que hace mucho tiempo rescaté y se transformó en una mascota por casi ocho años. A eso también me refería cuando digo que me llama la atención la experimentación con las letras.

 

—Hay muchos ángulos en tu colección, una variedad que se manifiesta no solo temáticamente, sino a nivel más formal. “La sombrilla”, por ejemplo, es un relato armado casi exclusivamente con diálogos (un poco en la tradición norteamericana de Hemingway y, también, Salinger). ¿Cómo decides la forma de aplicación de tus materiales y estrategias?

—Es curioso. La verdad es que no creo tener estrategias para abordar los ejercicios. Al menos no en forma consciente. Al primer arsenal que acudo una vez entregado la “tarea”, es al estómago. Con la pintura dada como pie forzado, que ya comprendía todo un lenguaje visual, solo se me aparecieron diálogos. Quizá tuve demasiado pudor de intervenir de mala manera la obra de un genio como Monet.

 

—Estás en otro país. ¿Cómo ha sido este cambio de escenario? ¿Qué nos puedes contar de tu experiencia como migrante, culturalmente hablando?

—Lo primero fue pensar en la soledad. Y no solo como inmigrante. Una de las actividades que podía realizar mientras tramitaba la visa era a nivel social y me llamó la atención que solicitaran interesados en “conversar” con otras personas, ya fuera por teléfono, o encontrarse para tomar el té. Se me ocurrió que era una de las razones por las cuales hay tanto escritor bueno en el Reino Unido. Escribir es algo que se realiza a solas o en compañía de uno mismo. Espero que esa soledad me lleve a ser una mejor escritora (lectora de todas maneras).

Por otro lado, la pandemia que estamos viviendo ha permitido que los escenarios cambien en todo orden de cosas y así, los escritores han desarrollado formatos online para sus talleres, por lo que continúo escribiendo pies forzados, de la mano de Rafael Gumucio y compañeros repartidos por el orbe, lo que también me nutre de manera distinta.

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerposRéplicasNuestros desechosNo me ignoresCardumenSi ellos vieranConcepcionesSinestesia, y Dame pan y llámame perro; y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island. Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Los cuentos de «Pie forzado» (Editorial Furtiva, 2020)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: María Lorena Leigh López.