“My Life as a Rat”, de Joyce Carol Oates: El tiempo de las emociones

Como siempre, el lenguaje que utiliza la autora estadounidense actúa como un hechizo, con muchas introspecciones e iluminaciones, y con arrojos inspirados que nos dan acceso al mundo interior de Violet (la protagonista de la trama) y el contraste con el mundo material que la rodea: se trata de una de sus mejores novelas, sin lugar a dudas.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 18.8.2019

“Mi deseo es vivir una vida donde las emociones lleguen lentamente, como nubes en un día calmo. Las ves aproximarse, contemplas la belleza de la nube, la observas pasar, la dejas ir. No te obsesionas con lo que acabas de ver, no lo lamentas. Estás feliz de entender que una nube idéntica a esa nunca llegará, no importa cuán bella o única. No lloras por su pérdida”.

Este párrafo resume el modo de vida al que aspira Violet Rue Kerrigan, la protagonista de la última novela de Joyce Carol Oates. Pero esta confesión aparece casi al final de la novela, una vez que hemos visto a Violet Rue ser exiliada de su familia, y abusada por diversos hombres (blancos). El drama de Violet se desencadena cuando ella, con tan solo 11 años, comprende que sus dos hermanos mayores han dado muerte a un chico afroamericano: lo han matado a golpes con un bate de béisbol.

Entonces el castigo, que adquiere proporciones terroríficas, por no decir bíblicas, viene de lo que se considera una traición a la familia, pues Violet, alentada por profesores en su colegio, denuncia a sus hermanos, sin entender mucho lo que está haciendo, pero convencida interiormente de que es lo que debe hacer.

En esta narración, que también puede leerse como un Bildungsroman, la trayectoria de Violet Rue es una suerte de vía purgativa que la sitúa como un chivo expiatorio que debe soportar una carga que es tanto producto de su rol como individuo consciente y rebelde, como con el estigma que acarrea esta familia. Violet Rue es la séptima hija en una familia cristiana con un bagaje irlandés en el estado de Nueva York.

El escenario es ya conocido en la narrativa de Oates; estamos en terreno familiar y en temáticas ya abordadas por la pluma de la escritora norteamericana. Pero en My Life as a Rat el drama llega más lejos, pues acá hay muy poca salvación para los hombres (blancos), que representan verdaderamente lo peor de la sociedad: el racismo, la misoginia, la violencia más pura y dura. Solo una excepción masculina va a venir a salvar la vida emocional de Violet, y vendrá por mano de un académico (afroamericano), al final de la narración.

En la novela Oates no deja hombre con cabeza: desde el tío político, hasta el profesor de matemáticas, pasando por sus propios hermanos—todos abusan de Violet, y al leer uno siente la impotencia del lugar de la mujer y la vulnerabilidad en la que se encuentra. Incluso el cura al que la niña intenta relatar lo que ha observado, la para en seco, pues no quiere ningún problema con confesiones que considera extremadamente serias (el asesinato de una persona) y le pide a la niña que se retire del confesionario y que rece varios padres nuestros. Ahí, como en un sinfín de otras situaciones, vemos la introspección de la niña al contrastar los discursos que hacen que las instituciones (patriarcales) se desplomen. Violet crece y cada experiencia le confirma su desventajoso lugar social. Esa será su última confesión que marcará su retiro de la fe cristiana.

Aquí hay una serie de denuncias que hablan de lo poco que hemos avanzado en la desigualdad. Aunque la narración transcurre en la década de los 90, el escenario podría ser el de un par de décadas antes o incluso después. Las disparidades en torno a salarios, el rol de las académicas en universidades; la aún presente imposición del discurso religioso en un contexto segregado racialmente; la precariedad en la que permanecen las mujeres en pequeños pueblos, en el país más rico del mundo—todas estas cuestiones han sido el material de Oates por décadas.

En My Life as a Rat, sin embargo, la pluma se torna más implacable, más oscura en sus concesiones. Hay muy poca esperanza, a medida que Violet se da cuenta de que su familia no la aceptará ya más; de que está sola en el mundo y de que sus experiencias con los hombres serán siempre asimétricas, abusivas. Solo el final ofrece una luz de esperanza, porque si no fuera así, quizá sería inaceptable para el escenario editorial, ya que hablamos de una autora que se considera bestseller. Como siempre, el lenguaje que utiliza Oates actúa como un hechizo, con muchas introspecciones e iluminaciones, y con arrojos inspirados que nos dan acceso al mundo interior de Violet y el contraste con el mundo material que la rodea. Una de sus mejores novelas, sin lugar a dudas.

 

Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura y académico de la Universidad Andrés Bello, y su última novela publicada es Sinestesia (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2019).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«My Life as a Rat», de Joyce Carol Oates (2019)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: La escritora estadounidense Joyce Carol Oates (1938).