«Narrativas y poéticas digitales en América Latina»: El intento por definir una estética virtual

Este volumen lanzado recientemente por la Editorial Cuarto Propio es una publicación pionera en su aproximación a una dimensión cambiante y devoradora como la que estamos viviendo hoy. La autora, Carolina Gainza se zambulle en las preguntas más difíciles, en las más paradigmáticas de nuestros tiempos, para ofrecer, en sus ingeniosas (in)conclusiones, variadas luces intelectuales en torno al tema.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 26.3.2019

Narrativas y poéticas digitales en América Latina. Producción literaria en el capitalismo informacional es el título de la reveladora investigación hecha por Carolina Gainza Cortés y publicada por editorial Cuarto Propio a finales del 2018. La doctora en literatura por la Universidad de Pittsburgh desarrolla un detallado recorrido en torno a las redes de información como envolturas que atrapan nuestros cuerpos, casi cooptados, “hasta el punto de no poder comprendernos sin estar conectados a ellas”.

La propuesta de Gainza es especialmente interesante porque, contrario a publicaciones de este tipo, donde siempre se reiteran las mismas reseñas teóricas, aquí hay una actualidad que dialoga sincrónicamente con postulados ya conocidos, y que dan nueva luz a los problemas que Gainza explora. En Narrativas… no solo tenemos las referencias de rigor por boca de Foucault, Deleuze y Guattari, Hardt y Negri, sino que nos adentramos a un espectro en el que hallamos también a Katherine Hayles, Jesús Martín Barbero e, incluso, al influyente y controversial Jaron Lanier, uno de los pensadores más lúcidos de la última década. Gainza cita de su libro del 2010 You are not a gadget (la publicación más reciente de Lanier, Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato, salió en los Estados Unidos el 2017). Asimismo, esta batería teórica es inteligentemente complementada con citas y visitas a bastiones literarios como Borges, Cortázar, García Márquez, Octavio Paz, y a propuestas más actuales como las de Mario Levrero e incluso las producciones estéticas facturadas por robots.

Gainza despide problemas a modo de cuestionamientos: “nos preguntamos por el estatus de la creación literaria y por la manera en que se inserta y responde a las redes digitales de capital”. Plantea: “¿Qué tipo de prácticas estético-políticas podemos encontrar en la relación entre tecnologías digitales y literatura?”, para aventurar su propuesta: “En este contexto quisiera plantear que la literatura digital introduce un elemento desterritorializador de los cánones relacionados con las formas de producción, distribución y recepción de la literatura tradicional”. A través de tres capítulos y de una sección final, denominada “(In)conclusiones”, Gainza gradualmente nos persuade en su postura, acercándonos por capas, al centro de su inquietud. En el capítulo dos, por ejemplo, afirma que: “la literatura no constituye únicamente un espacio de experimentación estética o un reflejo de prácticas sociales, sino que las estéticas se producen en relación simbiótica con prácticas socioculturales y procesos de creación de subjetividades”, para aseverar que la práctica literaria: “está siendo profundamente transformada por la incorporación y uso de las tecnologías digitales en la creación de narrativas y poesía”.

Estas preguntas nos llevan a una esfera de cuestionamientos que no puede sino conllevar una preocupación angustiosa o, por decir lo menos, inquietante. Es lo que vemos a través del proyecto de Gustavo Romano, quien trabaja con bots que leen y recitan poemas, “es decir, algoritmos que realizan una acción que, además de transmitir información, también la crean”. Este proyecto promueve las siguientes preguntas: “¿Es la poesía solo una expresión de sentimientos humanos? ¿Qué sucede cuando el poema obedece a la operación de un sistema programado? ¿Qué pasa cuando ese yo, humano, ya no es el único que utiliza el lenguaje poético?”. Estas interpelaciones ameritan un seguimiento y un refuerzo, en más y más formatos: “El yo moderno sufre una deconstrucción en la era digital, y dado que la figura del autor está vinculada a esa concepción de la subjetividad, también se encuentra cuestionado”. Las repercusiones que estos dilemas detonan, no solo ponen en entredicho las reproducciones culturales, sino que, por fuerza, alcanzan a salpicar la esfera de lo ético y sus consecuencias delictivas, como la práctica de la piratería, un síntoma característico de la era digital, donde el hackeo cultural: “se ha convertido en un elemento a considerar cuando intentamos definir una estética digital”.

Narrativas es una publicación pionera en su aproximación a una dimensión cambiante y devoradora como la que estamos viviendo hoy. Gainza se zambulle en las preguntas más difíciles; en las más paradigmáticas de nuestros tiempos, para ofrecer, en sus ingeniosas (in)conclusiones, varias luces: “[E]n la literatura digital se está construyendo un imaginario que nos permite pensar formas diferentes de subjetividad… Mirar a contrapelo la literatura digital, en esa doble y a veces contradictoria función que constituye una característica de la práctica literaria, puede llevarnos a descubrir la lógica de la producción cultural en el capitalismo informacional, y en este contexto, repensar el rol que cumple la literatura en la creación de los imaginarios culturales contemporáneos”.

 

«Narrativas y poéticas digitales en América Latina», de Carolina Gainza

 

 

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Afiche publicitario de la presentación de Narrativas y poéticas digitales en América Latina, a fines del año pasado (2018).