[Novedad] «La tiranía del mérito»: Una crítica feroz hacia las élites neoliberales

El filósofo político y profesor estadounidense de origen judío, Michael J. Sandel, escribió este ensayo —el cual lleva por subtítulo «¿Qué ha sido del bien común?»— donde analiza los dos males que relacionados que padecen las sociedades occidentales postmodernas: la desigualdad económica y la polarización ideológica.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 29.1.2021

Por una política del bien común, parece ser la frase que resume y orienta el presente trabajo de Michael J. Sandel (Mineápolis, 1953), porque su reflexión aborda una de las injusticias más extendidas y tapadas de muchas sociedades, el de la influencia que tienen la riqueza o una posición privilegiada a la hora de decidir quien ingresa o no a ciertos cargos gerenciales, puestos laborales o incluso académicos.

El sueño de: “una sociedad meritocrática es, pues, doblemente inspiradora: refrenda un concepto muy  potente de libertad y da a las personas lo que se han ganado por sí mismas y que, por consiguiente, se merecen”.

Bajo este falso ideal se ha perpetuado un concepto que poco tiene que ver con la realidad, pues en vez de guiar y orientar procesos de selección, lo que hace es plantearse como un falso principio de éxito personal. Una visión entusiasta, avalada por el sistema económico, que mantiene a ciertos grupos sociales luchando para demostrar todos sus méritos y así alcanzar mejores puestos laborales.

La razón fundamental de la tiranía de las ideas asociadas a la meritocracia radica en que todo destino exitoso es responsabilidad individual: “Pero una cosa es responsabilizar a las personas de que actúen moralmente y otra muy distinta suponer que somos, todos y cada uno de nosotros, totalmente responsables de lo que nos ha tocado en suerte.”

Sin embargo, está cada día más demostrado que no basta con el esfuerzo personal para obtener todos y cada uno de los objetivos que se proponen los individuos. Hay fuertes componentes sociales y culturales que impiden el ascenso, pues existen mecanismos imposibles de sobrepasar que estarían asociados al origen social de cada ciudadano.

Para que la meritocracia funcione las sociedades deben propender condiciones que faciliten realmente su ejecución, eliminando frases tan comunes como “tiene lo que se merece”, ya que este tipo de supuestos amplían considerablemente la brecha entre ricos y pobres.

La meritocracia ha servido en algunas sociedades, como la chilena, para mantener el dominio hegemónico de una clase política y económica, que durante décadas ha impedido el ingreso a su sector.

En efecto, hemos asistido, como espectadores frente a una mala película de terror, a la forma en que los integrantes de las familias de empresarios y políticos se reparten los mejores cargos y puestos en empresas públicas y privadas. El discurso de la meritocracia en ellos es nada más que un recurso retórico:

«La protesta populista contra las élites meritocráticas no viene motivada solamente por una cuestión de justicia, sino también por un anhelo de estima social. Para comprender esta protesta, hay que identificar y valorar los agravios y los rencores que la alimentan».

En el caso chileno, la frase que identificó el estallido social, “no son 30 pesos sino 30 años”, sintetiza perfectamente las frustraciones e injusticias que debió soportar un amplio sector de la sociedad, lo que finalmente decantó en una serie de graves protestas exigiendo cambios relevantes y profundos.

¿Se puede hablar de meritocracia en un país como el nuestro?, ¿es posible superar las barreras impuestas por las clases dominantes que aseguran su hegemonía con puestos de privilegio?

Mientras no existan condiciones que permitan el crecimiento individual, con vidas dignas y decentes, a las cuales se les otorguen las facilidades para desarrollar sus propias capacidades, no será posible avanzar hacia una verdadera cultura del mérito.

En definitiva, el trabajo de Sandel es un interesante recorrido, y a la vez reflexión, acerca de un concepto que ha sido utilizado mañosamente por las clases dominantes, transformando los posibles beneficios que este tenga, en una verdadera tiranía del mérito, puesto que finalmente pasa de ser un principio reparador de las diferencias sociales a una suerte de barrera de entrada, que lo único que ha hecho, es mantener las desigualdades.

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

«La tiranía del mérito», de Michael J. Sandel (Debate, 2020)

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Un fotograma del filme El lobo de Wall Street (2013).