«Pericles polifónico»: ¿Por qué cantamos?

Para el espectador, el presente montaje es una experiencia teatral interesante y artísticamente novedosa, ya que se trabaja con música experimental en vivo. Algo que no suele verse en la puesta en escena de los musicales chilenos, donde estamos más acostumbrados a escuchar folklore, o bien a observar recreaciones dramáticas que se rigen en su preferencia, por los cánones de una estética comercial.

Por Eduardo Taylor

Publicado el 16.09.2017

¿Qué pasión tocó el corazón humano a la largo de la historia para que el canto naciera? “Pericles polifónico” es una obra que viene a cuestionar el sentido del cantar. El montaje es una adaptación contemporánea de la versión original de William Shakespeare, que nos remonta a los tiempos de los antiguos griegos con un lenguaje minimalista, sombrío y efervescente en música. Esta combinación hace que la pieza sea un encuentro artístico íntimo con el espectador.

El trabajo de la compositora Paulina Pickúa Martínez logra traer a nuestra época una historia de más de 2 mil 500 años de antigüedad. Usando como instrumentos el piano, algunas percusiones, el sonido ambiente y las voces de los personajes, se logra un equilibrado ensamble musical. De este modo es imposible no pensar en los coros de la antigua Grecia cuando se aprecia el conjunto de la puesta en escena ejecutada por los actores.

Los intérpretes destacan por su proyección vocal y por sus originales timbres. No son voces que cumplen con el canon del musical norteamericano o del musical de Disney, pero son elementos vocales sinceros, y es esta honestidad lo que se agradece y lo que le otorga fuerza dramática y artística a la obra. Porque si vamos a levantar un montaje sobre el porqué del cantar, hay que hacerlo de forma sincera, sin voces plásticas y sin disfraces. La voz desnuda responde mejor al sentido del cantar.

Dentro de este musical hay un narrador que nos acerca a la obra de forma dinámica y pedagógica. Así, este personaje va saltando, cantando, interviniendo en el coro y dialogando con el público. Le da ímpetu a este personaje su juego con las luces de la escenografía, las que constituyen un buen acierto a fin de concederle un tono íntimo a la régie, y en donde la oscuridad está siempre presente.

El montaje narra por medio de este complejo trabajo musical, la pena y la desdicha del rey Pericles, el político ateniense que conocemos en nuestros días por sus aportes a la democracia y por su valentía contra el imperio Persa. El monarca pierde a su esposa mientras ésta da a luz a su hija Marina, en alta mar. Luego, deja a su única descendiente al cuidado de unos amigos, pero para su desgracia ella es secuestrada por una banda de piratas. Pericles recibe la noticia de que la niña está muerta, y es este dolor hace que nuestro héroe cante para no llorar.

Así, con este amplio elenco escuchamos, sentimos y observamos el canto del rey ateniense, que en el fondo es su lamento, un lamento con una multiplicidad de voces, con distintos «yoes», con contradicciones y fuerzas internas en pugna. Cuando el canto finaliza, es cuando el líder político y militar termina de sacudirse su pena, entonces el equilibrio es restaurado y ya no es necesario seguir cantando.

Para el espectador, el presente montaje es una experiencia teatral interesante y artísticamente novedosa, ya que se trabaja con música experimental en vivo. Algo que no suele verse en la escena de los musicales chilenos, donde estamos más acostumbrados a escuchar folklore, o bien a observar recreaciones dramáticas que se rigen en su preferencia, por los cánones de una estética comercial.

 

Los intérpretes destacan por su proyección vocal y por el original sonido de sus timbres, en el montaje de «Pericles polifónico»

 

El conjunto de la puesta en escena, ejecutada por los actores, hace pensar al espectador en los coros teatrales de la antigua Grecia

 

Ficha técnica:

Dirección: Felipe Zambrano Miguieles
Dirección musical: Paulina Pickúa Martínez
Elenco: Juan Ignacio Viveros, Soledad Figueroa, Josefina Olivares, Jorge Ortíz, Gabriel Orrego, Daniela Schott, Cristián Álamos
Diseño integral: Paula Aldunate
Iluminación: Camila Rebolledo
Sonidista: Alfredo Latorre
Asesoría vocal: Magdalena Amenábar
Producción: Daniela Baeza

Funciones desde el 1 de septiembre hasta el 1 de octubre

Viernes y sábado a las 21 horas, domingo a las 20 horas

Valores: $6.000 entrada general, $4.000 tercera edad y $3.000 estudiantes
Preventa: $3.000 (hasta el 25 de agosto)
La boletería del Teatro del Puente se encontrará abierta desde 1 (una) hora antes de cada presentación

 

Crédito de las fotografías: Lorenzo Mella, del Teatro del Puente