«Sing, unburied, sing», de Jesmyn Ward: Con una pluma cargada de ancestros masacrados

En su última entrega la autora -ganadora del National Book Award 2017 con esta novela, todavía no traducida al castellano- construye un universo tan poético como apocalíptico, donde el terror no es sobrenatural, aunque sus fantasmas penen durante todo el relato, pues se trata de un horror genuino y documentado históricamente.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 28.3.2018

Sing, unburied, sing es el título de la última novela de Jesmyn Ward (1977, DeLisle, Misisipi, Estados Unidos), aún no traducida al español, y ganadora del National Book Award en 2017. Con una narración previa, Quedan los huesos, Ward obtuvo este mismo premio el año 2011, convirtiéndola en la única mujer en conseguir dos veces el prestigioso galardón, que destaca una obra anualmente.

En su última entrega Jesmyn Ward construye un universo tan poético como apocalíptico; el terror no es sobrenatural, aunque los fantasmas penan durante todo el relato, pues se trata de un horror genuino y documentado históricamente. Como en sus anteriores publicaciones (que incluye una emotiva, dura memoria de su vida, Men we reaped) Ward escribe con una pluma cargada de ancestros masacrados en su trayecto por el sector sureño de los Estados Unidos. Si en Quedan los huesos la narración adquiere densidad y dramatismo al mismo tiempo que el huracán Katrina se prepara para devastar una serie de localidades sureñas, en Sign, unburied, sing las diversas voces narrativas actúan como un coro que, más que profético, denuncia el historial de esclavitud e inhumanidad que ha cargado la población afroamericana. A pesar de que la acción se sitúa en tiempo presente, el tono de esta novela es casi arcaico, bíblico, y solo una que otra referencia a los tiempos modernos y tecnológicos nos permite recordar que el relato establece una realidad absolutamente actual.

¿Nada ha cambiado? Pues, poco. Acá tenemos un conflicto durísimo que únicamente por los flashes de iluminación poética resulta digerible, y es porque Jesmyn Ward es una verdadera maestra de la palabra, un genio capaz de asociaciones increíbles donde confluyen las especies nativas de la región del Mississippi, con todos sus colores y olores, así como las fantasmagóricas voces que reclaman su lugar en la historia, impedidos como están en su mortal anonimato. La novela es literalmente fabulosa en su representación de la lucha afroamericana en los Estados Unidos, con toda la carga de impotencia y desesperanza que contiene. Verdaderamente esta novela es ese tipo de textos que uno se encuentra subrayando en todo momento: la precisión de sus imágenes se ata a la difícil tarea de vocalizar estados de ánimo que van desde emociones como la rabia hasta el amor más puro.

El núcleo humano que retrata la acción nos sumerge instantáneamente en una suerte de alegoría, representada por una familia quebrada por el pasado histórico, por las drogas, por un oscuro asesinato perpetrado por un pariente (blanco) hacia otro (negro). La familia nuclear, donde convergen una abuela (negra) enferma de cáncer, un abuelo (blanco) que ignora a sus descendientes, una madre (negra) drogadicta y su compañero (blanco), preso en una cárcel, parece un retablo bíblico imposible. Y es precisamente un viaje, que realmente resulta en una peregrinación hacia la cárcel donde va a ser liberado el preso, el que nos acompaña y conduce hacia un éxodo histórico, que corre paralelo a la visita hacia la prisión.

Jesmyn Ward nos sumerge en este coro de voces, que, a su vez, hace referencia a una potente tradición literaria. Resuenan en esta novela, con especial énfasis, autores como John Steinbeck, Toni Morrison, William Faulkner y, también, García Márquez. Tintes de realismo mágico y hasta de “lo real maravilloso”, adjudicado a Alejo Carpentier, tiñen a este volumen tan relevante por su riqueza poética, como por su necesaria atención a la barbarie que documenta.

 

La escritora estadounidense Jesmyn Ward (1977, DeLisle, Misisipi) y su novela ganadora del último National Book Award 2017

 

Crédito de la imagen destacada: Electric Literature (https://electricliterature.com/)