«Superman: Red Son»: Otra adaptación fílmica que subestima a sus espectadores

¿Se imagina al héroe extraterrestre identificado con la ética protestante de los valores estadounidenses, al modo de un líder marxista, y en la frecuencia de un propagandista de las bondades del imperialismo soviético? Acá, el análisis al último lanzamiento internacional de la DC Comics, de sus virtudes y defectos, y de los significados audiovisuales propios, de sus variantes tanto dramáticas como estéticas.

Por Daniel Rojas Pachas

Publicado el 3.3.2020

Superman: Red Son es la más reciente adaptación animada de una gran saga del universo DC. Este filme se suma a una larga lista de versiones de historias ya clásicas, entre las que se cuentan La liga de la justicia: paradoja del tiempo, Batman Dark Knight Returns y Batman año uno entre las mejores y Los titanes, el contrato de judas, La broma asesina y Batman: Gotham by Gaslight por nombrar otras menos afortunadas al poner en movimiento las viñetas.

En términos técnicos, tanto el diseño de personajes como la animación de Red Son aprovecha la senda que estableció Bruce Timm con su magnífico trabajo en Batman la serie animada, Liga de la justicia y Superman, de modo que no hay reproches en ese apartado. La película sostiene una calidad en su animación difícil de cuestionar y un estilo que permite narrar la historia de este elseworld o mundo paralelo con total fluidez y goce visual para el espectador.

Para los que están poco familiarizados con el cómic de Mark Millar y Dave Johnson, estamos ante una historia del 2003 que presenta como trama central, un mundo en el cual Superman no crece en los Estados Unidos criado por los Kent y los valores del sueño americano.

En su llegada a la tierra opera una ucronía que deposita al último hijo de Kripton en los márgenes de la Unión Soviética, por tanto, su niñez en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, así como el descubrimiento de sus superpoderes lo convierten en el principal argumento que tiene «El pacto de Varsovia» para imponerse ante sus opositores.

Superman como arma del estado comunista, cumple un rol similar al Doctor Manhattan en el cómic Watchmen de Alan Moore. En otras palabras, se erige como un dios entre los hombres capaz de persuadir a los enemigos del régimen y poner la balanza a favor del estado para el cual trabaja, sea en un conflicto bélico o contribuyendo al desarrollo material de la comunidad. En esta realidad Superman no porta los colores de la bandera norteamericana, sino que se vuelve un estandarte del stalinismo y su reconocida S en el pecho es remplazada por la hoz y el martillo.

 

«Superman: Red Son» (2020)

Red Son tiene otro punto alto, el cómic plantea una distopía encarnada por los ideales torcidos de un superhombre. Superman usualmente es representado como un boy scout y su idealismo maniqueísta, de blanco y negro, es aprovechado por algunos guionistas que sólo plantean aventuras contra enemigos que quieren conquistar el mundo o amenazas que invaden la tierra. Esas historias planas se ven trastocadas en esta versión, pues Superman confronta al otro (la alteridad) no sólo como seres a los cuales hay que salvar valiéndose de la ubicuidad que usualmente tienen los encapuchados y los héroes de capa y malla.

En Red Son la tarea del hombre de acero implica dar forma a una nación y mantener el equilibro entre justicia y control, lograr el balance entre soberanía y colonización, lo cual más que un metahumano nos presenta un líder, un soberano que debe tomar decisiones que pueden arruinar vidas, por tanto, su labor no está exenta de ser corrompida por el poder.

Hechas esas aclaraciones si desean profundizar más en los pormenores del cómic de Red Son los invito a ver el video que hice hace unos años en mi canal de youtube, en mi programa Libros y otras interferencias [1] al dedicar un capítulo al trabajo de Mark Millar dentro del universo de Superman y DC.

El cuestionamiento que orienta esta lectura del filme es si estamos a la altura de la versión adaptada. Personalmente creo que no, por dos motivos específicos, primero el guión realiza recortes que eliminan dramatismo a la historia y la vuelven superficial, esto ocurre sobre todo a partir de la lucha con Batman en el segundo acto, sin embargo, si uno hace el esfuerzo puede obviar dichos vacíos y pasar por alto este error común, asociado a motivos económicos o que van en relación al posicionamiento del filme en determinados formatos de distribución, no quiero decir con esto, que ignorar estas falencias la haga mejor película, pero si al menos tolerable y entretenida, una animación que cumple pero no destaca.

Mi segunda razón para criticar al filme es menos excusable, pues es algo que se está tornando usual en estas adaptaciones de DC, el subestimar la inteligencia del espectador. Esto ocurre de dos formas, en algunos casos eliminan partes de la historia original, me refiero a momentos cruciales y maduros, que distinguen la calidad de un cómic y sacrifican la condición de mundo abierto, esto hace que el público no tenga la opción de pensar, reflexionar y completar la historia. Por otra parte, agregan epílogos o fórmulas de sobre exposición, diálogos forzados o pistas que buscan hacer de estas historias, mecanismos que van en una sola dirección, con finales simples y condescendientes.

 

«Superman: Red Son»

Red Son, elimina en su último acto, una paradoja genial que da sentido total a la historia y al conflicto principal, pero ya ahondaré en eso, primero quiero hablar del escamoteo de varios elementos que podrían parecer triviales, pero que en el cómic no lo son y que uno entiende se eliminaron debido a que una historia de casi 150 páginas, al ser llevada a hora y media de metraje responde a otra economía narrativa, sin embargo, el director, guionista y productores, sabiendo eso debieron tomar mejores decisiones argumentales, pues quedan vacíos sobre todo en puntos críticos, lo cual precipita la historia, haciendo lucir el guión descuidado, además se traiciona el ritmo inicial de la película, más centrado en el desarrollo del conflicto para dar paso a la acción irreflexiva.

Esto tiene como consecuencia que las apariciones de otros superhéroes con sus respectivas versiones trastocadas, Batman, la mujer maravilla y los Green Lantern Corps liderados por Hal Jordan, sean meros cameos anecdóticos sin un efecto decidor en la historia central, lo cual no ocurre en el cómic, pues allí cada personaje tomado del universo de DC añade un factor que hace contrapunto con la tensión que enfrentan Superman y Lex Luthor en su pugna, que representa al comunismo y capitalismo respectivamente.

Sin ir muy lejos, Hal Jordan en el filme no tiene motivación alguna, es sólo un piloto reclutado por Kennedy y se somete a ser parte de la creación de una fuerza armada experimental que se vale de la tecnología extraterrestre que encuentran como si se tratase del incidente de Roswell. Se modifica el origen del personaje, sin embargo, en el cómic, en un par de páginas nos muestran algo que se podría haber explotado en la versión animada con un montaje de cincuenta segundos. Me refiero a su participación en guerras como las de Corea o Vietnam. Jordan cae prisionero y como veterano es un sujeto traumado producto de la muerte, pero que pese al sufrimiento preserva su voluntad e inventiva y mantiene una fértil imaginación que le ayuda a sobrellevar su pasado y el caos. Esto determina la fuente de su poder y su dominio sobre el anillo. En la película Jordan, solo tiene dos diálogos y un chiste absurdo, con relación a Wonder Woman. Su participación no pasa del fan service.

Otro caso ejemplar y quizá más importante, tiene que ver con el origen y el rol de Batman como terrorista y disidente del régimen dictatorial de Superman. En el filme se eliminó al hijo ilegítimo de Stalin el comandante Pyotr Roslov, la versión rusa del mejor amigo de Superman en Smalville, Pete Ross en los cómics.

Roslov no sólo es un agente que mata a los padres de Bruce Wayne por ser disidentes, sino que también es un personaje que constantemente está recordando a Superman que no es humano y que su injerencia en la política de la Unión Soviética y su eventual destino como dictador es algo que los altos mandos temen. Su existencia sobrepasa a la ideología Marxista, pues la mera presencia de un hombre que vuela, tiene superfuerza y rayos x que dispara de sus ojos, da cuenta que no todos somos iguales. Este personaje, aunque ostenta un rol secundario en el cómic, realiza intervenciones que generan efectos dramáticos. Sus diálogos contrastan y complementan la batalla política e intelectual entre Superman y su antagonista norteamericano, el científico Lex Luthor empeñado en derrotarlo y demostrar la supremacía de la mente humana por encima del poder alienígena.

 

«Superman: Red Son»

Volviendo a Batman, en la adaptación animada, la muerte del hombre murciélago casi no tiene consecuencias para la mente de Superman. Esto marca otra falla del guión. Si bien la batalla entre Batman y Superman es idéntica a la del cómic e implica el quiebre de la amistad de Superman con Wonder Woman, la escena se conforma con ser la clásica lucha de egos, esa oposición de mecanismos que ambos personajes tienen a la hora de hacer justicia o entender el mundo. Este conflicto ya emblemático para DC tiene su punto más alto en Dark Knight Returns de Frank Miller, el filme los desaprovecha, pues luego de la escaramuza e inmolación del encapuchado de Gotham, ya que este prefiere la muerte a someter su libertad, no observamos mella ni física ni psicológica en Superman.

En el cómic hay una serie de acontecimientos bien narrados que muestran tras la muerte de Batman la debacle moral, la paranoia del dictador y la caída de la Unión Soviética ante una renacida Norteamérica a manos de Luthor como presidente. Habría bastado con un montaje o un collage para profundizar en un elemento que no es menor, la manera en que Superman empieza a utilizar la tecnología y los avances que ha conseguido para crear autómatas a su servicio. En el filme sólo vemos a un N.N con un transmisor en la cabeza, mientras que en el cómic ese apócrifo esclavo mental, no es otro que el segundo de Superman y podríamos decir su amigo e hijo de su mentor Stalin, Pyotr Roslov.

El cómic nos muestra en un primer plano al oficial ruso lobotomizado y convertido en una especie de mayordomo sin razonamiento. Esa sola situación da cuenta de la atmósfera de intriga, expone cómo las filas de Superman y su liderazgo a prueba de balas comienza a hundirse y sobre todo devela que el líder ya ha cruzado la frontera volviéndose un dictador que reemplazó los gulags por prisiones mentales y mecanismos quirúrgicos, y no le no tiembla la mano al sacrificar a sus más cercanos partidarios. La situación incluso se torna sombría y patológica cuando en el cómic nos percatamos que Superman ha vestido a estos agentes lobotomizados con el traje de Batman, queriendo así de algún modo compensar la humillación que sufrió ante un hombre, el único que logró ponerlo de rodillas. Sin duda la cinta falla en ese apartado estrepitosamente.

Aunque no todo es cuestionable, si bien hay varios momentos donde dejan caer el balón, hay un par de decisiones que se pueden aplaudir. Variaciones frente al cómic y que consiguen desarrollar con éxito. Uno de estos aciertos del filme es el papel que cumple la versión rusa de Lana Lang, el amor de juventud de Superman en los cómics.

La amiga de infancia actúa en la película como brújula moral y es el nexo de Superman con los humanos. Hay tres momentos específicos que atraviesan la historia y la enriquecen. Este personaje en el cómic está desperdiciado. Primero, Lana es la persona a quién Superman revela sus poderes. Esta niña que protege al futuro líder de Rusia de los abusivos forma parte de la temprana educación sentimental de Superman. En un segundo momento, cuando el superhombre se entera de la existencia de los campos de concentración para disidentes en Rusia, los gulags creados por Stalin, Lana es rescatada por Superman, lamentablemente esta muere en sus brazos. Su crimen haber conocido de niño al símbolo omnipotente del esplendor eslavo, algo que a todas luces el régimen quiere ocultar pues rompe el misticismo y la iconicidad que están construyendo con su super arma.

Esta tragedia provoca que Superman se prometa liderar Rusia y eventualmente el mundo, estableciendo a la fuerza la dictadura del proletariado y la utopía de igualdad del Marxismo. El primer paso en esta agenda es el asesinato de Stalin, lo cual dista del cómic, pues en la versión original el líder ruso es envenenado como parte de un complot político. La versión fílmica acierta al poner en manos de Superman la decisión de liberar a su pueblo de un tirano, pese a que más tarde él ocupe ese lugar. Finalmente, cuando Superman enfrenta la posible destrucción de la humanidad a manos de la inteligencia artificial Brainiac, la cual activa una serie de explosivos capaces de arrasar con todo el planeta, un redimido hombre de acero, el cual ya ha reconocido el monstruo determinista en que se ha convertido, toma sobre sus hombros la nave robótica y la saca de la atmósfera, sin importar su propia seguridad. Mientras va directo a su muerte Superman recuerda las palabras de su amiga, de modo que el filme acierta por completo al hacer uso de ese personaje, pues lo transversal de su presencia da hondura y forma al conflicto del protagonista.

Lamentablemente esto no ocurre con las relaciones que Superman tiene con Lex Luthor y Lois Lane, esta última cumple un mero rol decorativo, salvo un par de acciones que realiza para movilizar la trama a la fuerza, y termina siendo parte de un deus ex machina durante el clímax de la historia. Lois no abona a la tensión sexual y romántica latente que el cómic sostiene planteando de manera sutil, el triángulo amoroso entre Luthor, Superman y la reportera. Tampoco es el personaje fuerte y decidido que vemos en el cómic, eso se lo reservan en la película a Wonder Woman, quien tiene más interacciones importantes frente a sus pares y reproches precisos en contra de la brutalidad masculina. Al final de la película curiosamente vemos un diálogo en el cual Luthor expone estas características elogiando a Lois, pero eso es algo que oímos de un tercero sobre el personaje y difícilmente vemos esas características en la cinta, yendo contra la máxima de oro: show don’t tell.

 

«Superman: Red Son»

En cuanto al nudo de la historia, la confrontación entre Luthor y Superman, representado en el cómic con una partida de ajedrez que se extiende por años con múltiples intervenciones que van forjando no sólo a un rival sino a un amigo, la cinta pierde el hilo, saca a Luthor de escena en una buena parte de la trama, y luego para compensar lo enfunda en un exoesqueleto listo a repartir golpes junto a Superman. Un personaje cuya fortaleza ha sido su aguda mente e ironía durante buena parte de la película, termina reducido a un músculo parlante. Sin contar el elemento que quiebra a Superman en el cómic, me refiero a un detalle sutil, parte del ingenio mordaz de Luthor, una simple frase que utiliza contra el hombre de acero exponiendo su crueldad y la transformación que ha sufrido, llegando a convertirse en todo aquello que odiaba y pretendía erradicar.

Luthor junto a la inteligencia artificial Brainiac atacan Rusia en determinado punto de la historia de Red Son, su blanco Moscú, sin embargo, equivocan su ataque y encapsulan Stalingrado en una botella. Esto hace referencia a la ciudad de Kandor, una historia clásica de los cómics de los 50. Se trata de un mundo de bolsillo, atrapado, Superman tiene múltiples aventuras reduciéndose de tamaño. El tópico ha sido retomado a lo largo de los años por DC y se ha ido complejizando con su multiverso y mundos paralelos.

Este evento, más allá de ser un homenaje a las viejas historias de Superman, se presenta tanto en el cómic como en la película como la gran derrota del líder ruso. La situación lo lleva a pasar años desarrollando tecnología y esfuerzos por devolver a esas personas a su estado normal. En el filme, cuando Superman ataca la Casa Blanca y planea invadir Estados Unidos y el mundo entero, sin explicación mediante, la reducida Stalingrado aparece en manos de la primera dama Lois Lane. Ella le indica a Superman que Lex siempre está diez pasos adelante, que de algún modo logró infiltrarse al Kremlin y sustrajo la pequeña ciudad. Luego arremete con un discurso edulcorado sobre la libertad, las dictaduras y la democracia lo cual quiebra a Superman. En ese momento se da cuenta que ha sido utilizado por Brainiac, pues este al ver a los humanos como un virus, calcula que la única forma de llevar a cabo la utopía es eliminándonos del planeta.

En el cómic lo que produce la catarsis del personaje es menos gráfico y literal. Se trata de un papel que Lois le entrega al hijo de Kriptón sin saber qué dice. Luthor utilizó como último recurso una misiva que señala: Ahora puedes embotellar al mundo. El efecto que esto produce en Superman, debe procesarlo el espectador, establecer los nexos entre todos los eventos del cómic y como llegamos hasta ese punto, el arco del protagonista y las implicancias de su cruzada. El filme opta por ir directo a las explosiones y los golpes y el cierre es aún más débil, pues Lex, feliz junto a su esposa se retira y entrega el poder a un Jimmy Olsen, ex agente de inteligencia y su mano derecha, el cual se presenta como una versión animada de Barack Obama.

Esto no es en todo caso lo más condescendiente de la cinta, ya que se elimina el epílogo del cómic. En el filme solo vemos como Superman oculto bajo el alter ego de Clark Kent, observa satisfecho entre la multitud que asistió al cambio de mando, la nobleza de Luthor al no ceder ante el poder ya que entrega el control de un nuevo mundo restaurado y libre de opresión.

 

«Superman: Red Son»

En el cómic en cambio, Luthor erradica los males del mundo, lleva hasta el final la concreción de una utopía y construye una dinastía prospera de genios, hijos, nietos, bisnietos y muchos descendientes que llevan a la humanidad a su máximo esplendor, vemos como el apellido Luthor se va perdiendo, a medida que pasan los siglos hasta convertirse sólo en una L, la L de JOR-L el padre de Superman en todas las historias que conocemos del personaje.

En ese futuro, los humanos, devenidos en kriptonianos afrontan la destrucción de su planeta y el descendiente de Luthor, JOR-L envía a su hijo KAL-L, el futuro Superman a la tierra, al pasado a fin de entregar un rayo de luz. El resto es historia, pues la nave cruza el espacio, el tiempo y pasa por Kansas y cae en la Unión Soviética. Como un uroboro Red Son se muerde la cola y empieza lo que hemos visto, la paradoja, Luthor y Superman están unidos como dos fuerzas que se oponen, pero se complementan. Si bien Superman no pudo llevar a cabo la utopía que deseaba, empujó el genio de su rival a fin de concretar esa misión, esto lleva al mundo a su máximo esplendor, pero todo decae para comenzar de nuevo, la lucha incansable entre la mente humana y alienígena, el pasado y el futuro, el comunismo y el capitalismo, la obra plantea una dialéctica, no así el filme, pues considera que el público no estará a la altura de ese giro y lo elimina por completo.

Vemos el mismo error que en la versión animada de Batman: La broma asesina, al añadir motivaciones extra a la venganza de Batman sobre el Joker. A la historia original de Alan Moore se agrega un romance entre Batman y Batichica y al final un epílogo que muestra el futuro de la inválida joven como Oráculo (la mente maestra tras las computadoras de Batman).

La historia original aun vigente, termina con una risa demente que los antagonistas comparten, se difuminan las fronteras entre justicia y demencia y en un charco se reflejan las luces de los coches policiales y los estertores se pierden en la noche. Al parecer algunos creadores del universo animado de DC, repudian un final abierto de ese tipo, o la paradoja temporal que Red Son plantea, pues superan la mente del espectador, no sólo promedio o casual, sino también la inteligencia de sus lectores al punto que necesitamos ser llevados de las manos a fin de permanecer seguros en los cercos de una bien intencionada interpretación de sus grandes clásicos.

 

Citas:

[1] Reseña a Superman: Red Son de Mark Millar (DC comics/elseworld): Libros y otras interferencias # 27

 

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Daniel Rojas Pachas (Lima, Perú, 1983). Escritor y editor chileno-peruano, dirige el sello editorial Cinosargo. Ha publicado los poemarios Gramma, Carne, Soma, Cristo barroco y Allá fuera está ese lugar que le dio forma a mi habla, y las novelas RandomVideo killed the radio star y Rancor. Sus textos están incluidos en varias antologías –textuales y virtuales– de poesía, ensayo y narrativa chilena y latinoamericana. Más información en su weblog.

 

 

 

Tráiler:

 

Tráiler 2:

Libros y otras interferencias # 63: Superman: Red Son, de Mark Millar y Dave Johnson.

 

 

Daniel Rojas Pachas

 

 

Imagen destacada: Superman: Red Son (2020), de Sam Liu.