“Venían a buscarme”: Duelen nuestros muertos

En este largometraje documental -que se estrena en salas el próximo jueves 7 de junio- el peso de la ausencia no solo la cargan los sobrevivientes, también los lugares, las vivencias, los orígenes. Espacios que ya no existen, como aquella casa estilo francés de la calle Andacollo. Los muertos duelen y siguen doliendo. No bastan las conmemoraciones o los homenajes. Porque no hay reparación posible. Esta es la imperiosa necesidad de las víctimas y de todos nosotros, como sociedad, como país: la palabra necesita ser dicha una y otra vez. Y otra vez.

Por Francisco Marín-Naritelli

Publicado el 15.5.2018

“Lo irreparable es que las cosas son como son, en este o aquel modo, asignadas sin remedio a su manera de ser. Irreparables son los estados de cosas, tal como ellos son: tristes o ligeros, atroces o felices. Como el mundo es, como tú eres, esto es lo Irreparable”.
Giorgio Agamben

¿Álvaro Renato o simplemente Alejandro? Esta es la historia de un hombre, hijo de padres miristas asesinados en una emboscada en diciembre de 1974, en búsqueda de su identidad perdida.

“Venían a buscarme” (2016) nos estremece. Contada y dirigida por su protagonista, enlazando viejas fotografías en blanco y negro, archivos de prensa y material fílmico de esos años, Álvaro de la Barra emprende un viaje, lo que en su infancia asumió como tabú, silencio o susurro, entre Francia y Venezuela, que ahora se vuelve un puzzle emocionante, no menos doloroso, que supone reconstruir la vida de sus padres, su memoria íntima y personal por muchos años acallada por la represión y el exilio.

El largometraje documental -que se estrena en salas el próximo jueves 7 de junio-, resultó ganador como Mejor Película y Mejor Montaje Competencia Nacional de largometrajes Fecich, Mejor Ópera prima en Fidocs, Mención Especial en el Festival de DD.HH. de Buenos Aires y Mejor Película en Fictalca 2018; se constituye dramáticamente en un ejercicio dual. Por un lado, viaja al pasado a través de los testimonios de los familiares de sus padres (Ana María Puga y Alejandro de la Barra), pero también plantea, o mejor dicho asesta, una certera reflexión sobre los tiempos actuales. Porque como dice Álvaro, el Chile de hoy, el Chile de las autopistas, de los edificios monumentales, de la transparencia, del consumo y la riqueza, está muy lejos de los ideales de aquellos días, los de sus padres mártires y revolucionarios, los de Allende, los de toda una generación asesinada, desaparecida o exiliada.

El peso de la ausencia no solo la cargan los sobrevivientes, también los lugares, las vivencias, los orígenes. Espacios que ya no existen, como aquella casa estilo francés de la calle Andacollo. Los muertos duelen y siguen doliendo. No bastan las conmemoraciones o los homenajes. Porque no hay reparación posible. Esta es la imperiosa necesidad de las víctimas y de todos nosotros, como sociedad, como país: la palabra necesita ser dicha una y otra vez. Y otra vez.

 

Una de las tantas fotografías del protagonista -y que concurren a la manera de un encuadre- en el largometraje documental «Venían a buscarme» (2016), de Álvaro de la Barra

 

Tráiler: