Antología «Sobrevida», de Ida Vitale: Por encima de todo la palabra y la poesía

Ojalá que si usted todavía no ha tenido la oportunidad de leer la poesía de esta autora rioplatense lo haga pronto, que aproveche la entrega del merecido reconocimiento que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le entregará el próximo mes de noviembre, como una excusa para encontrase con su profundo arte lírico.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 10.9.2018

En esta oportunidad quiero proponerle al lector la lectura de una antología poética de Ida Vitale titulada Sobrevida, preparada por Ediciones Esdrújula en la temporada 2016, en la ciudad de Granada, España.

Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño e Ida Vitale son las tres grandes poetas que Uruguay nos ha dado. De las tres solo Ida Vitale aún está viva, a punto de cumplir 95 años. Vitale, acaba de ganar el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de Guadalajara, después de haber ganado, en años recientes, el Reina Sofía de poesía, el Internacional Octavio Paz de Poesía y de Ensayo, el Alfonso Reyes, el Max Jacob y el García Lorca.

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, al concederle el premio ha dicho que Ida Vitale lo merece por su: «capacidad inextinguible de revelarnos el mundo a través de su poesía”. El jurado ha destacado, además, no solo su trabajo poético sino también su labor de traductora.

Ida Vitale ha asegurado, por teléfono a los asistentes a la rueda de prensa en la que se le ha comunicado la premiación, que se encuentra ahora en un proceso de «mudanza» (en referencia a su ya avanzada edad), por lo que no está escribiendo nada, sino más bien «corrigiendo». «Para mí este premio significa la vida, es la sobre-vida. En realidad, yo podría haber desaparecido del mundo de los vivos hace tiempo, esto es como una reaparición».

«Estoy en una edad en la que no espero sorpresas y ustedes me las dan. Casi todo lo bueno me viene de México», ha agradecido la poeta. Recordemos que en 1974 ella tuvo que exiliarse en México, huyendo de la dictadura de Juan María Bordaberry en Uruguay. En ese país vivió 12 años, y después, en 1989, se mudó a  Estados Unidos. «Ojalá México siga siendo, como hasta ahora, un refugio para los que andan un poco perdidos por el mundo», añadió.

La producción poética de Vitale comenzó a partir de 1949 con su libro La luz de esta memoria. A Vitale se le vincula a la generación del ’45 en Uruguay de la cual también formó parte Mario Benedetti. Y cuando a ella le preguntan sobre su método de escribir, suele afirmar que es arduo pero sencillo y que consiste en borrar. Esta es su forma de ocultarnos cómo escribe.

Otros de sus libros son Oidor andante, publicado en 1972, Procura de lo imposible (1998), Léxico de afinidades, (1994), Sueños de la constancia (1988) y Cada uno en su noche (1960), entre otros.

En cuanto a su poesía, Vitale ha hecho de la palabra un conjuro para abrirse camino por los vericuetos de la vida; Vitale es una poeta económica, no tiene poemas muy largos, es concisa y su poesía busca dar con la palabra precisa, la palabra que despierte en el lector el asombro de ver, de sentir que la palabra se va transformando en poesía.

Vitale transforma lo que nombra con su palabra, como se puede ver en el poema “Fiesta propia»:

 

Sí, cantar es alegrarse,

como el aire se alegra en la mañana

por cada cosa que a la vida vuelve.

Cantar, dichosa entrega

a vivísimos vientos,

a ráfagas regidas por la gracia

o la lenta paciencia.

Tenderse e ir nombrando

las cosas, los sucesos,

la ardiente zarza del abrazo,

el odio, la seda que en las noches

el sueño pone sobre las frentes

como un llanto.

Porque entonces el tiempo

se detiene y aguarda,

deja a la voz que nombre,

que se gane a sí misma

o que se pierda,

a la medida del olvido ajeno,

a la medida de la propia fiesta.

 

En la poesía de Vitale, por encima de todo está la palabra, esa es la clave que desate el instante creativo. He aquí un par de ejemplos más sobre el uso de la palabra poética. El siguiente poema se titula “La palabra”:

 

Expectantes palabras,

fabulosas en sí,

promesas de sentidos posibles,

airosas,

aéreas,

aireadas,

ariadnas.

Un breve error

las vuelve ornamentales.

Su indescriptible exactitud

nos borra.

 

El segundo poema lleva por título “Reunión”:

 

Érase un bosque de palabras,

una emboscada lluvia de palabras,

una vociferante o tácita

convención de palabras,

un musgo delicioso susurrante,

un estrépito tenue, un oral arcoíris

de posibles oh leves leves disidencias leves,

érase el pro y el contra,

el sí y el no,

multiplicados árboles

con voz en cada una de sus hojas.

Ya nunca más, diría,

el silencio.

 

Y como vemos al final de este poema, quien dice palabra, también dice silencio, los silencios de una mujer que es además poeta y que como tal entiende cuando hay que enfrentar el silencio y cuando hay que provocarlo en favor del eureka poético, como se muestra en este poema titulado “El silencio”:

 

Pido silencio

y es pedir la fruta

en la flor del verano,

un estanque con peces

al abrirse la lluvia.

¿Esperar es siniestro?

Arderá una granada

de inesperado amor

y crecerá su paz,

no una marisma muerta,

no un niego de hielo

o epitafio volcado,

sino un regalo dulce,

beso de buenas noches,

resplandor de buen hijo,

lámpara cariñosa.

 

Otro tema constante en la poesía de Vitale es la idea del jardín, como se pueden ver en el poema titulado “Memoria de un jardín”:

 

Alguien cuidó un jardín,

creo un paisaje,

partitura de música

para ver con los ojos,

guareció a los manzanos con cipreses,

dispuso que un rosal,

árbol arriba,

se asome a lo más alto,

mientras el viento

algún piar tranquilo mueve

entre las hojas

y la laguna desolada.

Alguien cuidó un jardín,

lo serenísimo,

cuyo recuerdo, en el profundo tiempo,

me cobija

como a manzano los cipreses.

 

O este otro que es más conocido y que se titula “Jardín de sílice”:

 

«Si tanto falta es que nada tuvimos».
Gabriela Mistral

Ahora

hay que pagar la consumió del tiempo,

sin demora,

gastado el arrebato

en andar por un jardín de sílice.

Aramos otra vez el mismo surco

para fertilidad de la desdicha,

y la letra,

el silencio

va entrando con sangre.

Años vendrán para hacer palabras

como pastos oscuros,

echar a arder pequeñas salamandras,

todos los exorcismos,

apenas memoriales donde hubo un aire libre,

ya no lugar común,

que nadie

en el miedo de las encrucijadas

sueña o lee.

Vagos vagones cruzan

hacia

un pasado que pulveriza las raíces,

que alisa el luto y nos despide.

 

Ojalá que si usted todavía no ha tenido la oportunidad de leer la poesía de Ida Vitale lo haga pronto, que aproveche la entrega de este merecido reconocimiento que la FIL de Guadalajara le otorgará este próximo noviembre como una excusa para encontrase con su poesía.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.

 

 

 

 

Crédito de la imagen destacada: La poeta uruguaya Ida Vitale por el diario El Universal de México (http://www.eluniversal.com/).