«Black Earth Rising», de Hugo Blick: Las consecuencias del colonialismo y la ocultación de la verdad

Esta serie británica de reciente emisión por Netflix relata los hechos ocurridos en el genocidio de Ruanda a finales del siglo pasado y sus consecuencias. A partir de un guión propio el director nos ofrece una obra bien realizada que evita recrearse en la dureza de lo ocurrido, y donde se agradece el recurso de la animación en blanco y negro en los momentos de las masacres. Con un buen reparto destacan la joven Michaela Coel -encarnando magníficamente a Kate- y el veterano John Goodman, quien es Michael.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 7.2.2019

 

Colonialismo

«Todo tiene un origen, vosotros decidisteis unir vuestra historia a la nuestra. ¿Quién ha sacado provecho de quién?».
Kerry James

Hace poco tiempo diversos países europeos mantenían aún colonias del pasado. Pasado más o menos lejano de conquistas y expolios con pretextos de evangelización o de educación a los pueblos-etnias “salvajes” de los otros continentes. En demasiados casos llegando a la aniquilación o prácticamente aniquilación de muchas comunidades indígenas. De este dominio colonialista ha quedado hoy en día una falsa protección sobre esos países “hermanos”, falsa porque los objetivos son desafortunadamente egoístas. Se pretende aprovechar los vínculos creados para obtener una posición privilegiada en la explotación de los recursos naturales o en actividades económicas de toda índole. A menudo se busca la paz solo para garantizar que esos intereses económicos se mantengan a salvo, y aunque se disfrace de ayuda humanitaria o de inversión beneficiosa para el país está claro cuál es el verdadero motivo de fondo.

En demasiadas naciones que fueron colonias existen conflictos sin solucionar que vienen de antiguo. Los países “civilizados” no han sabido o no han querido solucionarlos (ni antes ni ahora). Conflictos entre etnias-razas-religiones-grupos, conflictos que requieren visión amplia y no la desafortunadamente habitual corta visión de interés económico-personal. Los países del “primer mundo” no han dudado ni dudan en manipular los conflictos en otras naciones generando espirales de injusticia. Actualmente con la “crisis migratoria” se reciben las consecuencias de este largo tiempo de manipulación-dejadez-injusticia. Gentes que migran a Europa y a Estados Unidos, gentes que huyen de la miseria-dolor-desolación, gentes que no quisieran abandonar su tierra, gentes cuya única salida es la dura odisea al norte. Como europeo entiendo que nuestra ceguera, nuestra cobardía, nuestros intereses han provocado este éxodo. Y para nada la solución a esta realidad son los muros o los pagos a países terceros contenedores.

La obra se centra en Ruanda, país africano colonizado por Alemania rico en minería (casiterita, estaño) y que tras la Primera Guerra Mundial fue entregado a Bélgica. Las diferencias históricas entre las etnias-castas hutu y tutsi se agudizaron al tomar los belgas preferencia por la minoría tutsi creando un duro “apartheid” sobre la mayoría hutu. A partir de la independencia del país en 1962 los hutus tomaron el control y paulatinamente fue creciendo el conflicto étnico, la población tutsi fue reprimida durante décadas hasta derivar en el terrible genocidio de final de siglo…

 

 

Genocidio

«¿Cómo se llora a millones de muertos? ¿Cuántas velas se encienden? ¿Cuántas plegarias se oran? ¿Sabemos cómo recordar a las víctimas, su soledad, su impotencia? Nos dejaron sin dejar rastro y nosotros somos ese rastro. Contamos estas historias porque sabemos que no escuchar ni desear saber lleva a la indiferencia, y la indiferencia nunca es una respuesta».
Elie Wiesel

 

A mi entender el genocidio es la más dura consecuencia de la manipulación humana. Sabemos que es fácil dejarse llevar por “personajes” que hacen creer a los demás sus mentiras. Cuando se viven tiempos difíciles, tiempos de crisis, la gente es más vulnerable a las manipulaciones. Y es en estas épocas cuando “personajes” radicales pueden conseguir convertir a las personas en marionetas insensibles que no merezcan ser llamadas personas. La historia esta desafortunadamente llena de ejemplos de ello.

En el genocidio de Ruanda los radicales hutu acabaron exterminando a la minoría tutsi y algunos hutus no colaboracionistas. Murieron cerca de un millón de personas en unos meses terribles. Las fuerzas de la O.N.U. y belgas se retiraron dejando a la población indefensa, la comunidad internacional cerró los ojos y tardó en reconocer el genocidio. Incluso algunos sacerdotes “cristianos” facilitaron la masacre (las iglesias católica y protestante son mayoritarias), otros sin comillas murieron junto a sus gentes.

Kate es una joven Ruandesa que fue salvada de la masacre y ha crecido en Inglaterra al cuidado de Eve, una prestigiosa fiscal. Eve estuvo en la zona con su compañero Edward (quien murió en el conflicto), él recogió a Kate. Ahora la joven es abogada trabajando con su madre adoptiva y Michael un amigo también letrado; los tres en una oficina especializada en derecho penal internacional. Pero Kate lleva consigo la dureza vivida, ha intentado suicidarse y tiene marcas físicas como tantos compatriotas que sufrieron la barbarie.

Un general tutsi va a ser juzgado por crímenes de guerra, fue considerado héroe nacional por liderar el ejército congolés de esa etnia-casta que acabó con el genocidio ruandés. Y Eve será la fiscal del caso, Kate se enfrenta a ella porque no entiende cómo se juzga a un «libertador» mientras muchos responsables de la masacre parecen gozar de total impunidad. Tampoco lo entiende Bibi la presidenta ruandesa que quiere que se atrape al general Ganimana un genocida hutu que está en Londres por un tratamiento médico.

Ni Kate, ni Bibi saben la verdad; verdad que les ocultan personas muy cercanas, verdad que verá la luz tras la muerte del general tutsi y de Eve durante el proceso previo al juicio.

 

 

La verdad

«La verdad os hará libres».
Jesús de Nazaret

 

La presidenta desconoce que David su hombre de confianza le oculta información y trama a sus espaldas por lo que él considera bien para su país. Tras el genocidio miles de hutus huyeron de Ruanda a la vecina R.D. del Congo y acabaron en campos de refugiados. Allí convivían asesinos (como el general Ganimana) con gente inocente. Tras un tiempo David intentó sin éxito mediar una solución para esa gente en las esferas políticas internacionales (tan desafortunadamente ineficaces), las milicias tutsi congoleñas con la ayuda de oficiales ruandeses (entre ellos el general asesinado antes del juicio) mataron a las cincuenta mil personas de un campo (expulsaron previamente a todos los cooperantes). David lo permitió, con esa nueva masacre los tutsi se habían vengado del genocidio. Además David consiente que la empresa que explota las minas (empresa que enorgullece a su país y a Bibi la presidenta) financie a la milicia hutu liderada por el general Ganimana; lo hacen como garante de paz social de un país en crecimiento económico.

Kate cree que fue salvada del genocidio, que es tutsi; así se lo han dicho Eve y Michael, como tutsi víctima pudieron sacarla de Ruanda. Pero Edward la liberó del campamento hutu congolés. David se lo explica a ella en el momento que se va a iniciar la extradición de Ganimara y Alicia (la hermana de la presidenta Bibi) va a explicar la verdad de lo que sucedió con los hutus refugiados. Eve y él se prometieron que un día lo explicarían todo, y creyeron que el juicio del general tutsi era el momento. Kate se rompe al saber la dura verdad y vuelve a sentir el impulso suicida. El realizador nos ofrece una bella escena simbólica, Kate se lanza a las aguas turbias del río Támesis y Michael detrás para rescatarla, la vemos a ella y en el blanco negro gráfico los muertos del campamento que de la oscuridad ascienden a la luz, Michael le alarga su mano y es Kate quien decide salir salvándolo. En la ribera ella le dice: “es una gran historia, ojalá me la hubieras contado (antes)”, la joven está profundamente dolida y decide viajar a África para localizar el campamento del que fue rescatada.

 

 

Kate halla dónde están enterrados los refugiados del campamento, se lo muestra Florence un joven del que desconfía, un joven contratado por David y las gentes de Ganimana que ha cavado una fosa para enterrarla con los suyos. La vemos llorando tocando los huesos de una mano. Él confiesa la verdad y le pregunta cuál es su nombre: “Me llamo Kate Ashby”, dice ante la imposibilidad de averiguar nada más. Y llegan aldeanos avisadas por Florence, vienen a cavar toda la zona para hacer visible el campamento de la vergüenza.

La verdad ya ha salido por fin a la luz. El mundo lo va a saber, y saber la verdad es la base de la regeneración, de la consecución de la auténtica paz. Pero Kate ha perdido su más que amistad con Michael, la presidenta Bibi a su hombre de confianza, aunque recuperando a la hermana de la que desconfiaba. Y la espiral vengativa desde esa verdad que ha aflorado quizás pueda disolverse, las hermanas tienen en su mano la posibilidad de hacerlo. Ambas son mujeres valientes que quieren lo mejor para su pueblo, ahora unidas pueden lograrlo.

 

Para saber más: Blog Apuntes de Historia, Genocidio de Ruanda, por Enrique Ros.

A mis amigas y amigos americanos de habla hispana, a esta revista que me acoge. A la América virgen que confiada se entregó al “dios” español de armadura reluciente, espada y cruz. A sus gentes de entonces, a sus gentes de ahora con voluntad de reparación por tanto dolor.

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

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