«Chacarillas: Los elegidos de Pinochet»: Los símbolos de un régimen que aún vive

Este libro es un imperdible y constituye un pilar de memoria histórica, bien escrito y para lectura masiva, donde además de constatar que los participantes en ese acto del 9 de julio de 1977 siguen teniendo una gran influencia en la marcha del país, se trata de un texto que demuestra que la derecha política y económica todavía piensa y actúa como durante ese día, por lo menos en lo fundamental.

Por Alberto Cecereu

Publicado el 25.8.2020

La contingencia política me ha obligado a reescribir esta reseña del libro Chacarillas: Los elegidos de Pinochet de Guido Arroyo y Felipe Reyes. Primero vino la rebelión en la derecha con aprobar un proyecto nacido desde la izquierda —el retiro del 10% de los fondos de AFP— y ahora esto de que Joaquín Lavín se autodenominó socialdemócrata.

El 9 de julio de 1977, en plena dictadura cívico–militar, 77 jóvenes del país subieron al Cerro Chacarillas para en un acto que mezcló nacionalismo, propaganda y arengas de guerra, la vanguardia joven de Chile se levantaba para hacer renacer a la patria de la destrucción que significaba, para ellos, el marxismo.

El mismo día, pero de 1882, comenzaba la Batalla de La Concepción. Acto bélico que demostraba el valeroso espíritu del soldado chileno, y en cual el ejército de este país, sólo sufrió la pérdida de 77 jóvenes. El testimonio del soldado Ibarra era preclaro: “El capitan Carrera Pinto le ordeno a los Oficiales Clases i Soldados no hai que rendirse nunca quemar hasta el Ultimos cartuchos i atacar ala Bayoneta” [1]. En esos tiempos, el enemigo externo, el invasor, eran los peruanos.

Con el mismo eje retórico, Augusto Pinochet y su camarilla, trataron al adversario político de enemigo externo, invasor foráneo y enemigos de la patria. Y como si así fuese una guerra perpetua, hicieron que los espíritus de los 77 de Concepción, renacieran en los cuerpos de los jóvenes que eran llamados a la regeneración espiritual y material de la patria y de la chilenidad. Personalidades del espectáculo como Carlos Alegría, Pollo Fuentes, Coco Legrand, Antonio Vodanovic. Del mundo periodístico, como Claudio Sánchez, Jaime Sánchez, Manfredo Mayol, Patricio Espejo. Jóvenes políticos, como Carlos Bombal, Andrés Chadwick, Juan Antonio Coloma, Patricio Melero. El actual Jefe de Asesores del Presidente Piñera, Cristián Larroulet, y el nuevo socialdemócrata, Joaquín Lavín. Y así 64 ejemplos de fuego juvenil.

Arroyo y Reyes, retratan en una fascinante crónica la organización de las actividades nacionalistas de la Dictadura, los ejes de poder de Pinochet, el relato y la simbología que se buscaba instalar. Rescatan por ejemplo, una nota del Diario La Segunda, del 7 de julio, refiriéndose a esta juventud, como: “los jóvenes de hoy, los mismos que encabezan las jornadas más difíciles y las cruzadas más ambiciosas (…) Identificados con los principios que inspiran la junta de Gobierno, estarán representados los símbolos supremos que la encarnan: la cruz y nuestra bandera”. A partir de lo anterior, logramos identificar otra crónica, la escrita por Stephen H. Roberts, en donde dice: “La exaltada mística y el férvido patriotismo del nuevo régimen se prestan para una peculiar mezcla de expresionismo y realismo, una combinación de idealismo y realidad práctica”. Roberts escribió esto en 1937, en su escalofriante libro titulado Hitler: el constructor de la nueva Alemania.

Es frecuente en las tiranías políticas establecer espacios simbólicos vinculados con el tradicionalismo de la nación o la patria, al mismo tiempo que se utiliza la juventud, como origen de la fuerza motora que lleva al país al despojo del peligro invasor y el desarrollo productivo.

Este libro, que nos presenta hoy, ahonda en lo que Hannah Arendt profundizó, en cuanto y en tanto: “El líder totalitario no es nada más ni nada menos que el funcionario de las masas (…) sin él las masas carecerían de representación externa y seguirían siendo una horda amorfa; sin las masas el líder es una entidad inexistente.” Los autores retratan, cómo Pinochet necesitaba de una retórica que apelara no sólo al salvamiento del país, además, que se contara simbólicamente con el apoyo de una masa, que antes se veía desdibujada. Ahora en Chacarillas, con fuegos, marchas e himnos, encontraría su nacimiento.

Parte de la derecha política, se rebeló al Gobierno y votó a favor del retiro del 10% de las AFP. Esa rebeldía, fue refrendada con incendiados discursos emocionales que apelaron al clamor popular. Y claro, no hay otra cosa, que un sentimiento de batalla a favor de este pueblo abandonado. Una nueva Batalla de La Concepción acá se libra.

Cuando Joaquín Lavín, insigne miembro de los 77 de Chacarillas, primero se reconoce como socialdemócrata y segundo dice que el problema de la política y el país es la elite, no hace otra cosa que rememorar Chacarillas. Ahí, se confirmó el concepto de que es a través del Estado que se transforma la sociedad, y que los políticos, no era otra cosa más que una sarta de ladrones enrojecidos por la ideología foránea.

Este libro es un imperdible. Constituye un pilar de memoria histórica, bien escrito y para lectura masiva. Lea usted este libro, para que se de cuenta, cómo estos 77 jóvenes, responden aún, a lo que Luis Cordero retratara en La Tercera en esos tiempos: “la juventud chilena renunció a la comodidad, al egoísmo y a la pequeñez y asumió el compromiso irrevocable de hacer historia, de no traicionar lo mejor de sus luchas y de contribuir con su entusiasmo y su trabajo la construcción de libertad y de grandeza para la patria”.

[1] Errores ortográficos del original.

 

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Alberto Cecereu (1986) es poeta y escritor, licenciado en historia, licenciado en educación, y magíster en gerencia educacional, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Chacarillas. Los elegidos de Pinochet» (Editorial Alquimia, 2020)

 

 

Alberto Cecereu

 

 

Imagen destacada: Acto de Chacarillas el 9 de julio de 1977.