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Cine trascendental: «Amores perros», de Alejandro González Iñárritu: El aire es un gas natural

La primera cinta de «La Trilogía de la muerte» del director mexicano lanzó al estrellato internacional al actor Gael García Bernal, y consolidó la carrera del mismo realizador, quien ya después filmaría con los grandes estudios de Hollywood su próxima obra audiovisual.

Por Carlos Pavez Montt

Publicado el 22.5.2020

Tres historias. El choque como un elemento pertinente. De conjunción histórica. Tres niveles que no hacen más que expresarse a sí mismos, o definir sus diferencias, sus contradicciones con el nivel–otro. Expresar, en definitiva. Comunicar lo que el saber colectivo–masal conoce, maneja, interpreta, aprehende, de ellos.

El amor. Otro motivo permanente en la obra del director mexicano, además de la fragmentación. Lugares comunes, se le dice, también. Una puesta en escena de las opciones individuales, de las consecuencias permanentes e inevitables de la decisión. ¿Es culpable o no él/la/le que aplica lo que tiene a mano?, ¿o con lo han hecho de él/la/ella, como dice ese filósofo?

La determinación condicionada por la unidad gradual. Que significa, y estructura también, el dinero. Siempre es la plata, ¿o no? La sumisión de los cuerpos. Ideal religioso. Una abstracción que abraza y adora al nivel estético. Un culto a la simetría imagenológica. A la desproporción del contenido. A la esperanza de salvación en una abstracción.

Unión de tres situaciones, como se dijo. De tres contextos que pueden englobar algo de la modernidad in extremis. Del mundo hipermoderno. Creo que supone una interrelación anestésica la experiencia del día de hoy. De una sociabilidad linda, obligada, que constituye un tipo de salvación. Pero que es indispensable por su condición de abandono.

La marginalidad. El pasado de un presente constante, sempiterno. La actualización de lo que pasaba con lo que pasa hoy. Me agobio. La guerrilla se muestra como hecho del pasado, pero que tiene repercusiones y una vitalidad coetánea, exterior. Para algunos, como un esperanzador futuro materia, filosófico, no–bélico, simbólico y liberador.

Lucha de gigantes, convierte, el aire en gas natural. La fragilidad de las mentiras que abundan en el pensamiento. Es toda la niebla que aparece con la duda, con la inutilidad de lo propio. Porque ese podría ser el tema de fondo. Sudor. Las gotas que caen por la frente por los dos chaquetones que lleva puesto. Por toda la masa que cae en su existir más próximo.

Y bueno. Ya es la tercera, y la primera, del mismo director. Se puede presentir lo obvio. La trilogía de la muerte. O del cómo la muerte se lleva a todo por delante. De cómo la existencia tan profundamente amasada y aprehendida se cae, toca fondo. Desbaratar a los cuerpos de cualquier acción que pueda determinarlos en su futuro, por ejemplo.

De cualquier forma, el nombre oficial difiere un poco de su contenido. No es la muerte en sí el tema de los guiones fílmicos, sino todo lo que conlleva su aparición. Los fotogramas están puestos gracias y en una forma de artificialidad consciente: invitan, inevitablemente, a su interpretación. La mía es que el amor, en el sentido general, obvio, es lo único que puede aliviar nuestro dolor.

Pero no es suficiente para que el sistema deje de caer sobre todas nosotras, nosotres y nosotros.

 

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Carlos Pavez Montt (1997) es licenciado en literatura hispánica de la Universidad de Chile, y sus intereses están relacionados con ella (con la literatura en lengua romance), utilizándola como una herramienta de constante destrucción y reconstrucción, por la reflexión que, el arte en general, provoca entre los individuos.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Carlos Pavez Montt

 

 

Imagen destacada: Amores perros (2000), de Alejandro González Iñárritu.

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