[Columna] «Sola contra el poder»: Todos quieren convencernos de algo

Somos seres connaturalmente vulnerables a las influencias, la publicidad lo sabe, la prensa también, Facebook e Instagram lo demuestran, las personas buscan presencia y credibilidad mediática, y los políticos lo aprenden: la inmensa mayoría de quienes nos rodea desea vendernos un producto o un relato.

Por Víctor Ilich

Publicado el 3.11.2021

Hace unos días vi el filme Miss Sloane, de John Madden, y me fue inevitable asociar su temática, relativa al lobby, con la contingencia del día a día. Al parecer, al sector del lobby le precede una mala reputación, pero gracias a los esfuerzos por transparentar sus acciones, entre otras cosas, dicen que finalmente con el tiempo se legitimará.

En español también parece inevitable asociar la palabra lobby con lobo, por lo que consciente o inconscientemente la asociación puede ser amenazante y, por ende, de cuidado frente al supuesto peligro. ¿Quién quisiera tener un lobo cerca? Sabiendo que habitualmente cazan en manada, con un orden jerárquico estricto.

¿Suena familiar?

Pero el lobby, en términos generales, es influir en la toma de decisiones de autoridades públicas, ya sea promoviendo, defendiendo o representando intereses particulares o colectivos. De allí que una persona natural o jurídica pueda dedicarse a ello.

Entre nosotros, esto está recién regulado por la ley 20.730, del año 2014. Es decir, nos falta mucho camino para entender la cultura del lobby. En otras palabras, no es un delito ser lobista, si se cumple con la normativa aludida.

Por ende, cuidado con cualquier sesgo condenatorio a dicha actividad que no se sustente en un reproche penal o ético y que solo se atrinchere en un juicio de valor amparado en nuestros prejuicios y el desconocimiento de una actividad específica.

Es útil recordar a Thomas Hobbes, el filósofo inglés que sostuvo que “el hombre es un lobo para el hombre”, y a Nicolás Maquiavelo, para quien, según afirman los estudiosos, el hombre es malo por naturaleza. Refiriéndose al hombre como especie, no como género.

Quizás otros más apegados a los relatos escabrosos recordarán la advertencia de Mateo 10:16. No debe ser fácil ser un cordero en medio de lobos. Y ¿quién puede llegar a ser inocente como una paloma?, se preguntarán el lobo y el cordero.

Otros afirman que llegar a ser astuto como una serpiente requiere conocer y estudiar cómo actúan y atacan las serpientes. Y no todos quieren lidiar con esto. No faltarán tampoco incluso los que asocien a los lobos con El lobo estepario, de Hermann Hesse.

Es que también existen los lobos solitarios.

 

Hermann Hesse a cambio de Gustave Flaubert

Permítanme una digresión en este punto: mientras estudiaba en el Instituto Nacional, se generó un vínculo fraterno, que derivó con los años en amistad, con un profesor de literatura, don Luis Elmes Araya, con quien me vinculo hasta el día de hoy; de hecho, hemos compartido en varias presentaciones de libros y es él mismo quien realizó la selección para la antología No todo lo que brilla es oro.

Lo llamativo de este recuerdo es que frente a una evaluación coeficiente dos y teniendo que rendir un examen de la novela Madame Bovary, me autorizó a dar mi examen mediante la lectura de El lobo estepario, de Hesse.

La explicación es la siguiente: le pregunté si podía dar la prueba leyendo otro libro, me preguntó qué estaba leyendo y le nombré la obra de Hesse; agregué que estaba más interesado en el movimiento literario existencialista que en el realista. Me autorizó, así que fui el único de un curso de más de cuarenta alumnos en dar la prueba de una novela distinta. Nadie me criticó ni alegó discriminación alguna, al menos no en forma expresa o manifiesta.

Algunos sabían que leía con cierta habitualidad y bastaba que lo supieran quienes tenían la jerarquía social en ese curso para reclamar: no lo hicieron, porque sus intereses eran otros.

Mas no faltó el compañero de aula que con descaro en otra ocasión, al advertir la buena relación con este profesor, me pidió influir en él para cambiar la fecha de alguna prueba. Yo me reía solamente. Y los dejaba elucubrando en su teatro mágico.

Muchos de ellos no tuvieron dinámicas relacionales basadas en intereses comunes con personas que ejercían autoridad, como un profesor en esa época. Una pena, ya que se perdieron la oportunidad de aprender, más que de influir: aprender por impregnación conlleva implícitamente dejarse influenciar.

Entonces, con mayor razón en la era de los influencers, parece ingenuo escandalizarse frente al deseo de influir. Todos quieren influirnos. Y dicen algunos estudiosos del comportamiento humano que somos seres connaturalmente vulnerables a las influencias.

La publicidad lo sabe, la prensa también. Facebook e Instagram lo demuestran. Todos buscan presencia y credibilidad mediática. Y los políticos lo aprenden, quieran o no. Todos quieren ya sea vendernos un producto o un relato. Todos quieren convencernos de algo. Nótese la hipérbole con la palabra “todos”.

No hay discursos neutros, lo sabía, ¿cierto?

 

Zorros disfrazados de lobos y viceversa

Es que todos pertenecemos a alguna manada o redil. Incluso existe la manada de los sin manada. Y eso de “ser diferentes a la manada” lo único que genera es otra manada; y, en el mejor de los casos, una manada alternativa, hasta que intenta homogeneizar al resto cuando se establece en una posición de hegemonía.

En lo concreto, ¿qué diferencia hay entre un lobo y un zorro? El fantástico Sr. Zorro, de Wes Anderson, nos demuestra que el zorro siempre puede invitar a otros animales a participar en sus actividades, en cambio los lobos no son proclives a eso.

Y más allá de las diferencias morfológicas y de las presas que capturan, las apariencias, si bien nos pueden engañar, ya que puede haber zorros disfrazados de lobos y lobos disfrazados de zorros, en definitiva, los frutos nos delatan y los hábitos también: lo dulce o agrio que aflore, particularmente en momentos de crisis, es lo que realmente producimos con el sudor o no de nuestra frente; junto a la indiferencia, pereza o negligencia de cara al cambio.

Imagino que han escuchado, muchas veces, a personas decir que hablan desde sus más profundas convicciones o que lo dicho se trata de una convicción personal, como si la palabra convicción fuese sinónimo de verdad o “la verdad” y como si todo lo dicho desde la vereda de lo personal fuese dicho con sinceridad.

Pero es prudente tener cuidado y examinar tales expresiones, ya que ser defensor acérrimo de algo no es sinónimo de estar en lo correcto.

Dicen que de acérrimo a fanático hay una frontera no tan sutil, un límite, un desnivel… cual es el respeto real y manifiesto por las creencias u opiniones de los demás. Y cobra relevancia destacar que luchar por la igualdad o la libertad sin respetar o, peor aún, sin que importe la fraternidad es dispararse en uno de los pies o en uno de los ojos.

Y para aquellos que siempre buscan culpar a otros, sin cuestionarse o examinar sus culpas con la misma vara con la miden, es un alivio saber que, en Chile, las autolesiones no son perseguibles penalmente… por ahora.

 

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Víctor Ilich nació en Santiago de Chile en 1978. Egresado del Instituto Nacional y de la Escuela de Derecho de la Universidad Finis Terrae. Abogado y juez de garantía en la Región de O’Higgins. Autor de más de una docena de obras literarias.

Algunas de ellas han sido prologadas y comentadas por destacados académicos, escritores y críticos como Hugo Zepeda Coll, Thomas Harris, Andrés Morales, Alfredo Lewin, Juan Mihovilovich y Marcos Buvinic.

Entre sus obras se puede citar Infrarrojo, poemario presentado por el académico, escritor, poeta y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Juan Antonio Massone del Campo, quien le ha antologado, Réquiem para un hombre vivo, poemario dedicado al poeta Juan Guzmán Cruchaga (presentado por quien fuese ministro de la Corte Suprema y escritor Carlos Aránguiz Zúñiga y el ex ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Juan Guzmán Tapia).

Su bibliografía también incluye: La insurrección de la palabra, Arte de un ocaso vital, Baladas de un ruiseñor (poemario erótico romántico), Dragón, escorpiones y palomas, Hojas de té, La letra mata, y El silencio de los jueces, un volumen para sazonar el corazón, prologado, en su primera edición, entre otros, por Sergio Muñoz Gajardo, quien fuese presidente de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia (2014-2015).

Asimismo, hizo circular Disparates, un poemario relativo a la libertad de expresión y a los prejuicios (2016), y Cada día tiene su afán (2017), que procura motivar en la lucha en contra del cáncer, presentado por Haroldo Brito Cruz, quien también fue presidente del máximo tribunal del país, con ocasión de la celebración del Día Internacional del Libro.

Ha lanzado, además, el poemario titulado Toma de razón, en coautoría junto a Roberto Contreras Olivares, poeta y ministro de la Corte de Apelaciones de San Miguel, presentado en Hanga Roa, Isla de Pascua, en agosto de 2017.

En abril de 2018 junto a otros tres jueces penales publicó el libro Duda, texto fruto del taller literario que impartió, al cual luego de terminar denominó: “Ni tan exacto ni tan literal”.

También, en octubre de 2019, en pleno estallido social, publicó Venga tu reino, poemario prologado por Felipe Berríos, S..J. y Alfredo Pérez Alencart, poeta y docente de la Universidad de Salamanca.

Por añadidura, en marzo de 2020, lanzó el libro Al derecho y al revés, que recopila las columnas de opinión y crítica literaria escritas bajo el alero del diario El Heraldo de Linares, quien patrocinó su cuidada edición, en un libro prologado por Lamberto Cisternas Rocha, quien fuese vocero de la Corte Suprema.

Sin ir más lejos, en octubre de 2020 fue uno de los galardonados en el concurso literario Cuentos y Relatos en Pandemia de la Asociación Nacional de Magistradas y Magistrados del Poder Judicial de Chile con su relato «La billetera de Héctor».

Y en diciembre del mismo año, publicó junto al psicólogo clínico, escritor y editor Luis Cruz-Villalobos, el poemario A la otra orilla. Este último texto se encuentra basado en los doce pasos de alcohólicos anónimos.

En marzo de 2021 lanzó bajo el sello Independently Poetry, el poemario Ridículum Vitae, escrito en coautoría junto a Fidel Améstica y Marcelo Uribe L’Amour.

Por último, en octubre de 2021 y esta vez junto a la casa impresora Hebel, publicó la segunda versión de Réquiem para un hombre vivo, una edición bilingüe (español-inglés) que difiere, en lo sustancial, a la primera publicación de este poemario.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Víctor Ilich

 

 

Imagen destacada: Sola contra el poder (2016).