Concierto 9 del Ceac de la Universidad de Chile: Un «Stabat Mater» de voces y de timbres acoplados

A fin de conmemorar el 150° aniversario de la muerte del compositor italiano Gioachinno Rossini, la Orquesta Sinfónica Nacional ejecutó la clásica partitura de música docta y religiosa mencionada en el título de esta crítica. Destacaron en su interpretación la experticia artística del director italiano Aldo Sisillo, y el afiatamiento en el conjunto que registraron el cuarteto de solistas vocales que participaron en su registro, en comunión con el Coro estable de la Casa de Bello.

Por Jorge Sabaj Véliz

Publicado el 18.8.2018

El noveno concierto de la temporada 2018 del Teatro de la Universidad de Chile (10 y 11 de agosto) estuvo íntegramente dedicado a conmemorar el 150 aniversario de la muerte del compositor italiano Gioachinno Rossini (Pesaro, 1792 – París, 1868). De él se interpretó su Stabat Mater, obra para cuatro solistas, coro y orquesta. La pieza fue dirigida por Aldo Sisillo y los solistas vocales fueron: Francisca Cristopulos (soprano), María Luisa Merino (mezzosoprano), Luis Olivares (tenor) y Sergio Gallardo (bajo-barítono). Además participó el Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, dirigido por el maestro Juan Pablo Villarroel.

 

1) Introducción para coro y solista “Stabat Mater dolorosa»

En unos pocos acordes el cuarteto solista fue capaz de acoplar sus voces y timbres. El tenor lírico ligero exhibió un bello timbre. En el coro destaca el sonido de sopranos y mezzosopranos. El director musical controla a la perfección las entradas de las cuerdas del coro. Los violonchelos un poco imprecisos en el tempo.

 

2) Aria para tenor «Cujus animam gementem»

El tenor solista comenzó dosificando el volumen sin sobre exigirse. La orquesta tendió a sobrepasarlo en volumen en las frases de su registro medio y bajo. El pasaje hacia el agudo lo cantó sforzando tal como lo haría un tenor spinto, mientras que el registro medio lo cantó más ligado. El sobre agudo lo marcó, tocándolo con un pequeño esfuerzo y apretura. La voz sonó plena de cromáticos en el registro medio en incluso en el bajo. Su Cujus animam estuvo cantado con oficio y sin exponerse.

 

3) Duetto para soprano y contralto «Quis est homo»

Soprano con un color lírico ligero de gran flexibilidad, una emisión un tanto cerrada en algunas vocales. La mezzosoprano mostró una voz con cuerpo y presencia en el registro. Ambas se acoplaron a la perfección en los tempos. La orquesta acompañó con el volumen y ritmo adecuados. Pizzicato de violonchelos.

 

4) Aria para bajo «Pro peccatis suae gentis»

El bajo-barítono demostró gran estudio del aria que cantó de memoria, preocupándose de la pronunciación y el fraseo declamatorio. Las notas altas y bajas estuvieron. El timbre también. No escatimó en el volumen con agudos vibrantes. Tal vez le faltó aprovechar más las líneas legato sin marcar o acentuar tanto cada palabra. La orquesta acompañó adecuadamente sin sobrepasar el solista en su volumen. La voz sonó fresca y fuerte.

 

5) Recitativo para bajo y coro «Eja, Mater, fons amoris»

Con el coro acompañándolo el bajo-barítono desarrollo más el dramatismo de su parte. Con las notas graves de bajo en su lugar. Perfectamente concentrado.

 

6) Cuarteto para solistas «Sancta Mater, istud agas»

El tenor comenzó fraseando la introducción con gran autoridad e intención. Grandes efectos con el forte súbito y marcato. Destacó la solidez de la mezzo soprano. Las cuatro voces armonizaron a la perfección, escuchándose y fraseando musicalmente. Se notaba que eran voces que dominaban el “concertado” rossiniano. Notable número de los solistas.

 

7) Cavatina para Contralto «Fac, ut portem Christi mortem»

Se veía nerviosa en su expresión facial antes del inicio. Bastaron los tres o cuatro primeros acordes para establecerse como la voz de la velada. Un color de mezzosoprano armónico y generoso en el registro y con agudos de soprano spinto. Con sutilezas en el mezzopiano y el piano. De líneas largas, fraseadas y un final que fue la rosa del concierto. Bien los cornos en su acompañamiento.

 

8) Aria para soprano y coro «Inflammatus et accensus»

Movimiento dramático. El coro estuvo efectivo en la fuerza y volumen empleados. Se compenetraron bien con los bronces de la orquesta. La soprano cantó con mucho carisma e involucramiento emocional y con agudos finales que sobrepasaron al tutti orquestal, tal vez un tanto abiertos.

 

9) Cuarteto de solistas «Quando corpus morietur»

Número del coro solo donde entraron con energía, siguiendo cada una de las indicaciones del director, con crescendos y diminuendos. Las cuatro cuerdas estuvieron en un gran nivel con un sonido redondo y bello de sopranos, intervenciones correctas de tenores que uniformaron su timbre logrando que la cuerda se fortaleciera. Los bajos dieron el sostén de los graves pero sin sobresaltar. La principal virtud fue el equilibrio, con magníficos unísonos en los “amen” antes de la fuga.

 

10) Final para coro «Amen, in sempiterna saecula» de estilo fugado

La fuga fue comenzada, tal vez, con mucho volumen y grosor de voz, lo que impidió que en su desarrollo se mantuviera el tempo inicial, el que se fue rallentando. Además las voces de los bajos tendían a perderse en el tempo por falta de ligereza en la emisión. Buen trabajo de las cuerdas agudas en la fuga. La energía no se perdió en todo su desarrollo. El coro dio el tono en el exigente movimiento final.

 

 

Una postal con los cuatro solistas vocales al recibir el aplauso final del público luego de su colectiva interpretación

 

 

Tráiler:

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile.