[Crítica] «La llamada»: Una biografía calidoscópica y fascinante

Subtitulado «Un retrato», este texto de la narradora argentina Leila Guerriero —y adscrito en su estético formal a la corriente literaria conocida como Nuevo Periodismo— es una semblanza diversa y cambiante sobre hechos ocurridos a mediados de la década de 1970, y que son recordados más de cuatro décadas después por su cautivante protagonista.

Por Eduardo Suárez Fernández-Miranda

Publicado el 14.6.2025

«El periodismo que practica Leila Guerriero es el de los mejores redactores de The New Yorker, para establecer un nivel de excelencia comparable: implica trabajo riguroso, investigación exhaustiva y un estilo de precisión matemática».
Mario Vargas Llosa

La llamada (Anagrama, 2024), de Leila Guerriero (1967), lleva por subtítulo Un retrato. La retratada es Silvia Labayru, una mujer que: «a fines de los sesenta, con trece años, era una adolescente tímida, lectora, amante de los animales, entusiasta de John F. Kennedy, e hija de una familia de militares que incluía a su padre, miembro de la Fuerza Aérea».

Siendo adolescente se matricula en el Colegio Nacional de Buenos Aires, una institución de enseñanza de gran prestigio. Allí entra en contacto con agrupaciones estudiantiles de izquierda, convirtiéndose en una convencida activista y militante. Silvia Labayru formó parte del sector de inteligencia del grupo armado Montoneros.

En 1976 un golpe de Estado instauró la dictadura de la Junta Militar en Argentina. Una de las consecuencias de este nuevo régimen supuso que miles de personas fueran detenidas y encarceladas en el ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada, que se convirtió en: «centro de detención, muerte y tortura por el que pasaron unas 5 mil personas y del que 200 salieron con vida».

Una de esas personas que salieron con vida fue Silvia Labayru. Llevaba tres meses en paradero desconocido cuando su padre, un mayor de la Fuerza Aérea, recibió «la llamada» en la que le anunciaban que su hija había sido detenida. Era el 14 de marzo de 1977.

En su cautiverio, Silvia Labayru, que entró embarazada, tuvo a su hija. Sufrió tortura y esclavitud y fue objeto de violación. A su pesar, fue obligada a representar el papel de hermana de Alfredo Astiz: «un miembro de la Armada que se había infiltrado en la organización Madres de Plaza de Mayo, un operativo que terminó con tres madres y dos monjas francesas desaparecidas».

Luego, en 1978, Silvia Labayru fue liberada.

 

Una imagen que se amplía y se distorsiona

Sin embargo, con el final de su pesadilla se inició un nuevo drama para ella: «Los argentinos en el exilio la repudiaron, acusándola de traidora a raíz de la desaparición de las Madres», y terminó siendo: «abominada por quienes habían sido sus compañeros de militancia».

El porqué fue salvada del trágico destino que sufrieron tantos otros queda en un interrogante. Leila Guerriero reflexiona en una entrevista sobre este punto: «Es imposible responder, porque no sé lo que la salvó. Pero hay algo más perverso ahí y esto tiene que ver con el tema del sobreviviente. Nadie sabe por qué se salvó del todo, y eso es terrible para el que se salva también, no saber qué fue. Si eras rubia, si eras hija de militares, si eras no judía, si un militar te tomó cariño, no se sabe».

Con todo, en un artículo de 27 de marzo de 2021 del diario argentino Página/12 Leila Guerriero tuvo conocimiento, por primera vez, de los hechos ocurridos a Silvia Labayru.

A través del fotógrafo Dani Yanko, autor de la fotografía de la portada del libro, se puso en contacto con ella y de ese modo comenzaron una serie de entrevistas con la protagonista de su texto y de todas aquellas personas que la conocieron o tuvieron relación más íntima con ella.

La llamada. Un retrato es una biografía calidoscópica de hechos ocurridos a mediados de los años 70 y que son recordados más de 40 años después. Las opiniones, los recuerdos dan como resultado: «una imagen que se amplía y se distorsiona en el espejo de quienes compartieron algún momento de su vida con ella».

Así, Leila Guerriero escribe con una prosa rigurosa terribles acontecimientos de un pasado que siguen despertando fuertes sentimientos en el presente.

 

 

 

 

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Eduardo Suárez Fernández-Miranda nació en Gijón (España). Licenciado en derecho por la Universidad de Sevilla, realiza sus estudios de doctorado dentro del Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la misma Casa de Estudios superiores.

Colabora como crítico literario en las revistas españolas El Ciervo, Serra d’Or, Llegir.cat, Gràffica y Quimera, donde lleva a cabo una serie de entrevistas a escritores, editores y traductores, nacionales y extranjeros.

Asimismo, escribe para las publicaciones americanas Cine y Literatura (Chile), La Tempestad (México), Continuidad de los Libros (Argentina) y Latin American Literature Today (University of Oklahoma). También, colabora de forma ocasional en los diarios asturianos El Comercio y La Nueva España.

 

«La llamada», de Leila Guerriero (Editorial Anagrama, 2024)

 

 

 

Eduardo Suárez Fernández-Miranda

 

 

Imagen destacada: Leila Guerriero (por Bernat Alberdi).