[Crítica] «Las estaciones del destierro»: Tiempo de abrazarse

Los cuentos del autor chileno Rubén Gómez Quezada (en la imagen destacada) componen un libro sobre el exilio, la añoranza y especialmente acerca del retorno de un hombre que intenta burlar a la muerte, y quien al final de cuentas, y pese a todo, nunca abandonó su terruño natal.

Por Carlos Decker-Molina

Publicado el 24.8.2023

Terminé de leer Las estaciones del destierro. Relatos pampinos entre rieles, alturas y tolares lejanos publicado por Pampa Negra Ediciones de Antofagasta, Chile, y escrito por el periodista Rubén Gómez Quezada (1951).

Varias cosas me unen a Rubén, no solo la calidad de afuerinos que trabajaron en el mismo medio periodístico en el exilio de Salta, Argentina, El Intransigente, sino los rieles y, de alguna manera la pampa de él y el altiplano mío, prolongación geográfica de una patria sin fronteras.

Pero, hay una diferencia, la nostalgia. Él, gran cultivador de la «enfermedad» que, los soldados, curaban con opio. Personalmente menos nostálgico, tal vez lo opuesto: buscador de nuevos horizontes. Correspondemos a los tipos de hombre primitivo: el nómada y el sedentario.

Los relatos de Rubén asumen la categoría de crónicas literarias que se ensamblan en una especie de novela documental.

Parado frente al invierno belga, infinitamente menos frío y oscuro que el sueco, Santiago Brel que no es otro que Rubén Gómez Quezada, vuelve al pasado solo con la mirada y el libro se va armando de una manera triste.

Todo se reconstruye, pero nunca igual. Y las reconstrucciones literarias de Rubén son como viajes de ficción en un mundo real que es el de la remembranza o quizá al revés: viajes reales reconstruidos con ayuda de la ficción y la metáfora.

 

Viajar es intentar el regreso

En esas reconstrucciones la más lúcida es la del llamado Norte Grande, alojadora de proletarios salitreros, carrilanos, titiriteros y vendedores de buena suerte. O esa descripción hermosa de Justina Dávila en el capítulo/estación 3 titulado «Cruzando la cordillera a lomo de mula».

La literatura de Rubén provoca el deseo de dialogar con Justina, tal vez abrazarla porque es la representación de abuelas que luchaban por sus familias, comprando y vendiendo.

Escribí capítulo/estación, aclaro; Rubén usa de muy buena manera la denominación «estación» en lugar de capítulo, porque todo el libro es el viaje del Ulises que renació ensangrentado por las balas del golpe militar de 1973, Rubén es Santiago y Ulises y las estaciones son las paradas de Ulises en su retorno a Ítaca.

Constantino Cavafis, autor del poema «Ítaca» escribe en la tercera estrofa:

Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Por eso me atrevo a refutar al poeta francés Edmond Haraucourt, autor de la imagen de la muerte que aparece cuando dos humanos se separan. El francés dice: «Partir es morir un poco» (Partir c’est mourir un peu), para mí y luego de leer el libro de Rubén, viajar no es morir un poco. Viajar es intentar el retorno y al hacerlo burlamos a la muerte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

Las estaciones del destierro es un libro sobre el exilio, la añoranza y sobre todo el libro del retorno de alguien que nunca abandonó su terruño.

 

 

 

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Carlos Decker-Molina (1939) es un periodista y escritor boliviano, residente en Suecia desde 1976. Ha sido jefe de redacción de Lenguas Extranjeras de Radio Sweden, y trabajado como enviado especial y corresponsal del programa «Panorama» en América latina, la antigua Yugoslavia y el Oriente Medio.

Ha colaborado con revistas y diarios de Argentina, Uruguay, México y Bolivia. Cuenta con varios libros publicados, entre estos: El exilio nuestro de cada día (Los Amigos del Libro, Bolivia, 2003), Sobrevivientes, réquiem para el siglo XX (Ed. Correveidile, Bolivia, 2007), Tomasa (Kipus, Bolivia, 2014), El eco de los gritos (Editorial Verbum, España, 2018), y recientemente: Trapos manchados de sangre (Ópalo Ediciones, España, 2023).

 

«Las estaciones del destierro», de Rubén Gómez Quezada (Ediciones Pampa Negra, 2023)

 

 

 

Carlos Decker-Molina

 

 

Imagen destacada: Rubén Gómez Quezada.