El presente texto del escritor británico corresponde a una novela dedicada a un público adulto, y en la cual encontramos aquella incorrección política llevada a su extremo, pues se trata de una obra literaria que raya en la pornografía y que contiene además, los paradigmas estéticos tan propios y característicos de su autor.
Por Alejandra Repetto Seeger
Publicado el 31.8.2025
Roald Dahl (1916 – 1990) fue un prolífico cuentista y novelista británico conocido, sobre todo, por su literatura infantil, alguna de la cual llegó a ser muy popular por las películas que se hicieron basadas en sus novelas: Charlie y la fábrica de chocolate, y Matilda, entre otras.
En los últimos años, sin embargo, ha estado en el centro de la polémica por sus descripciones políticamente incorrectas, al punto que en ciertas editoriales se ha intentando blanquear su literatura, eliminando contenidos considerados ofensivos en relación a la apariencia, el género o el peso de los personajes, lo que ha desatados nuevas controversias, presentes también en las recientes versiones de las películas basadas en sus novelas.
Con todo, en Mi tío Oswald (1979), una novela inequívocamente para adultos, encontramos toda esa incorrección llevada a su extremo, pues se trata de una obra literaria que raya en la pornografía y que contiene además, todo el humor negro característico de su autor.
Esto último, a propósito de situaciones inverosímiles y descripciones ridiculizantes y grotescas de algunos personajes, incluyendo, por ejemplo, ideas estigmatizantes y prejuiciosas sobre la sexualidad de las mujeres y los enanos.
Oswald Cornelius, cuyo diario (o un volumen de él) nos es presentado por un sobrino anónimo, es descrito como un: «bon vivant, coleccionista de arañas, escorpiones y bastones, amantes de la ópera, experto en porcelana china, seductor de mujeres, y casi sin duda el mayor fornicador de todos los tiempos».
Una historia que podría ser divertida
El diario está, en palabras de Oswald, «concebido como una historia del arte de la seducción y de los placeres del sexo», y el volumen que constituye este libro pretende explicarnos el modo en que el personaje llegó a ser millonario, luego de descubrir el polvo de un escarabajo usado en una zona de Sudán para potenciar el vigor sexual, que en la práctica se traduce en un impulso irrefrenable de violación.
No es solo la venta de las pastillas fabricadas por el mismo Oswald a millonarios escogidos, y los artilugios que utiliza para convencerlos de adquirirla lo que está narrado en el escrito, sino la ejecución del proyecto de formar un banco de esperma con muestras de los personajes más célebres de la época: James Joyce, Proust, Monet, Renoir, Freud, Puccini, Stravinsky, Rachmaninov, Thomas Mann, Rudyard Kipling, H. G. Wells, Einstein, Strauss y Bernard Shaw, entre otros, además de los reyes de la época.
En connivencia con Yasmin, una atractiva estudiante de ciencias, y un profesor de química, Oswald logra conseguir el semen de estos personajes en episodios rayanos en lo grotesco y que, luego de algunos giros inéditos en su formulación literaria, después se vuelven un tanto repetitivos.
Así, estos pasajes dan pie a comentarios sobre la destreza sexual de los «genios», escenas absurdas como aquella donde Freud pone en duda su teoría sexual a propósito de su experiencia con Yasmin, y otras rebosantes de prejuicios y caracterizaciones malevolentes.
Nos referimos a secuencias como las dedicadas a Proust («El gracioso y diminuto sodomita de ojos saltones»), James Joyce («Calzado con zapatillas de tenis viejas retorciendo las ramitas de un fresno y diciendo obscenidades») o Thomas Mann («Una persona agradable pero que no inspiró su imaginación. Lo mismo ocurre con sus libros»).
La irreverencia de Dahl se convierte, por momentos, en vulgaridad, y sus prejuicios ocupan un espacio considerable en el desarrollo de la trama, que por lo demás está inundada de conversaciones variadas y salpicadas de comentarios sobre las comidas y los vinos que se consumen en medio de las charlas.
Estos diálogos, finalmente, dejan una impresión general de derroche y de sensualidad a ojos del lector, opacados por la prodigalidad en las groserías y por la naturalización de la violación, el racismo y la homofobia presentes en sus comentarios, lo cual convierte una historia que podría ser divertida, en algo desagradable.
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Alejandra Repetto Seeger es una psicóloga clínica titulada en la Universidad ARCIS, enfocada en su labor profesional tanto en la terapia de adultos, como de niños, adolescentes y de familias.

«Mi tío Oswald», de Roald Dahl (Editorial Anagrama, 2024)

Alejandra Repetto Seeger
Imagen destacada: Roald Dahl.