[Crítica] «Pilucha»: Desvestirse una y otra vez

La reciente reedición digital del emblemático libro de la destacada poeta chilena Gabriela Paz Morales —publicado originalmente en una versión impresa en 2020—, incluye en esta oportunidad versos y textos inéditos, con el propósito de configurar en sus páginas una voz femenina que reclama y nombra la urgencia y su incomodidad, frente al imaginario patriarcal del amor y el deseo románticos.

Por Cristina Bravo Montecinos

Publicado el 30.8.2022

Gabriela Paz Morales Urrutia (Santiago, 1984) es poeta y gestora cultural. Estudió periodismo en la Universidad Diego Portales, e integra la Sociedad de Escritores de Chile, la colectiva Auch! Autoras Chilenas Feministas y la colectiva de experimentación poética La manada de la Gacela.

Reseña literatura, conduce el programa radial Palabras Peligrosas de la Universidad SEK, colabora con la revista Cactus Cultural, fue coordinadora del Simposio de Literatura en Pandemia convocado por la Sociedad de Escritores de Chile, y es traductora de poesía kurda.

Ha publicado en diversas antologías, ha sido traducida al francés e inglés, publicó los libros de cuentos (fomento a la tenencia responsable de los animales) Bigota y el río y Helena y Zeus.

En poesía, lanzó El silencio de los intervalos (2016), el poemario ilustrado Fieras (2018) con Signo Editorial, Pilucha poemario independiente, en formato digital (2020) y La geométrica danza de las asimetrías con el sello Editorial Buenos Aires Poetry (2021).

Así, en Pilucha (2020) de Gabriela Paz Morales se configura una voz que reclama, nombra la urgencia y la incomodidad en torno al imaginario del amor y el deseo romántico.

Desde este lugar, expone el erotismo femenino como potencia y desborde, como pulsión de vida y de muerte permanente, en un gesto lúdico que devela no sólo en la trama que construye, sino también en un manejo del lenguaje que cruza umbrales sintáctico y semánticos porque le urge denunciar la desaparición histórica de la mujer en los relatos culturales.

Convoca su presencia sin las ataduras que la han cubierto; ironiza la idea de la belleza del «ser femenino», aquella abstracción sesgada que limita la complejidad del deseo y el amor, de este modo, pone de manifiesto la experiencia del amor compartido, pero también personal, en el que desmitifica el signo de la desnudez por el signo pilucha: estar pilucha como liberación, como una política de la seducción y el amor.

Al iniciar este recorrido, la voz expresa que: «hay un destino insular en el mal de amor», es decir, que en el imaginario romántico siempre cabe una pérdida, un naufragio o la soledad. Esta idea, se presenta de diversas formas en el poemario, donde también destaca la relación entre erótica y naturaleza: «batir de aguas insoslayables», «la pleamar no retrocede», «la luna y la subida de marea».

En el poema «Transparente», devela lo que en la piel se inscribe y que no acomoda transformando en deseo la posibilidad de escribir una y otra vez, sin límites, con libertad en una búsqueda permanente del propio deseo.

Dirá: «A veces la piel es un dibujo que me encanta borrar».

 

Hacer el amor, para revivir

Gabriela Paz, propone en y con su «pilucha» una idea de liberación política amorosa, donde se destaca la idea de un erotismo como forma de estar en y con los cuerpos, en una visión del amor que no parezca mímesis permanente o norma para enfrentar la otredad.

Ha descubierto las trampas de la seducción y el cortejo, los mitos e ideales sobre el amor. Pareciera añorar o esperar cierta imagen donde el amor se encuentre en un lugar de juego permanente, donde no quepan las imágenes sacralizadas, sobre todo las que omiten la experiencia del eros y el thatanos, vinculación también institucionalizada y que, sin embargo, representa la posibilidad de volver a desnudarse para hacer el amor, para revivir.

La hablante dirá: «Extraño el lapsus de espaldas horizontal cuando la brisa, las olas, las piedras o las estrellas prometen cosas», promesas que se ubican en el plano del lenguaje y que expresan una idea de angustia permanente por quedar atrapada en el lugar del signo mujer, que nombrará: «Pura decoración histórica».

En la presentación que hace la poeta Lila Calderón, ésta señala que Pilucha: «es también la piel de la tierra que habitamos y recoge en su vestuario la historia que incomoda y forzosamente lleva para ocultar su desnudez. Capa a capa va asumiendo sus marcas, sus relieves, sus texturas, sus formas, sus abismos secretos, sus alturas, los diversos planos del paisaje interior».

Porque vestir es también ocultar, quizás mentir, cito: «o mi idea /del amor /secuestrada por su idea/ del yo/ del somos/ donde todo lo mío/ no cabe/ donde todo lo mío/ no existe/o».

Estar vestida es, para esta hablante no ser o ser su propia muerte, sin embargo, en este reconocimiento parece encontrar un sentido para habitar su cuerpo desnudo o pilucho que se encuentra a la deriva, en un tránsito que desarma las formas culturales, los mandatos, invocando la curvatura de la palabra para desarmar el amor.

En LA CARGA, expresa: «me arrojas tanto lenguaje que mi cuerpo sólo quiere callarse muy lejos de ti».

George Bataille, en El erotismo, señala que: «la pasión nos adentra […] en el sufrimiento, puesto que es, en el fondo, la búsqueda de un imposible; y es también, superficialmente, siempre la búsqueda de un acuerdo que depende de condiciones aleatorias. Con todo, promete una salida al sufrimiento fundamental».

Pareciera que en Pilucha de Gabriela Paz Morales, se ha representado esta idea sobre lo erótico, sostiene lo terrible del amor, pero en el juego de convocarlo, revisarlo, tocarlo, trazarlo y dejar una y otra vez, pareciera encontrar cierto sentido o belleza en esa desnudez.

 

Link de descarga de la nueva edición digital de Pilucha.

 

***

Cristina Bravo Montecinos (Valdivia, 1981). Poeta, profesora, magíster en literatura. Sus poemas aparecen en diversas antologías del sur de Chile y en la antología mexicana de poetas chilenas Tanto fervor tiene el cielo (2020).

Ha publicado Vaivén, plaquette de la colección Llueve o la música está muy fuerte (Pillaje ediciones, 2010), la plaquette Cieno (Traza Editora, 2021) y el poemario Jardines (Editorial Fértil Provincia, 2022).

 

«Pilucha», de Gabriela Paz Morales (Autoedición, 2020)

 

 

 

Segunda edición de «Pilucha» (versión digital, 2022)

 

 

 

Cristina Bravo Montecinos

 

 

 

Imagen destacada: Gabriela Paz Morales Urrutia.