Debate: «No basta con amar», de Cristián Mamani: Cuando hay buena materia prima, pero falta barniz

El largometraje del director chileno está lejos de ser una pésima película. Hay solidez en sus bases, pero un trabajo poco adecuado en el guion y en la laxitud de varias de sus escenas. Las largas caminatas de los personajes, su actitud contemplativa, y algunas secuencias iniciales perjudican el resultado final, porque no generan comunicación en el espectador: la agudeza de la luz, del uso del color y del espacio cinematográfico en otros pasajes, sin embargo, le dan impulso y le permiten sondear la tristeza de sus protagonistas.

Por Felipe Stark Bittencourt

Publicado el 15.9.2019

No basta con amar narra la historia de una separación, la de Javiera (Daniela Ramírez) y José (Néstor Cantillana). Ella es astrónoma y trabaja en Andacollo. Él atiende una hospedería en las inmediaciones de El Quisco y Algarrobo y vive con el hijo de ambos: Samir (Samir Sukni), un inteligente niño que intuye lo que está pasando entre sus padres.

La sencillez de ese escenario le permite al director Cristián Mamani explorar los ires y venires de esa relación agonizante con una igual economía de recursos que hacen de su película un producto aceptable, pero poco interesante. Mamani utiliza adecuadamente el sonido y la luz. Separa espacios con este último y le da a sus personajes un pasado desde el que podemos atisbar sus momentos de alegría, infidelidad y soledad. Al mismo tiempo, utiliza profusamente el sonido del mar como indicador geográfico, pero también para ahogar el diálogo entre Javiera y José, enfatizando la incomunicación que existe entre ambos. En otras palabras, hay un conocimiento cabal del lenguaje cinematográfico que es beneficioso en ciertas secuencias.

Todo este despliegue frugal de recursos lo vemos, prácticamente, desde la perspectiva de Javiera, una mujer inteligente cuya pasión por la astronomía, su trabajo —leitmotiv que ella y su marido le repiten constantemente a su hijo—, la mantiene lejos de Samir y de su padre, José, quien tiene también un espacio para que el espectador le acompañe en su sufrimiento, pero, aparentemente, no en las razones ni en las causas del mismo. ¿Es el trabajo de su mujer que nunca la tiene en casa? Podría ser. Samir también lo percibe así y hasta Javiera siente lo mismo. La culpabilidad que tiene, sin embargo, se contrasta con la infidelidad de su marido, la cual calla para no herir a su hijo. Pero él es inteligente y sabe más de lo que sus padres imaginan y prefieren silenciar.

Y en esos silencios, No basta con amar encuentra su fuerte; en esas conversaciones de adultos en las que, en apariencia, los niños no perciben nada, pero que en la acuciosa mirada de Samir se traducen en conocimiento de la fatalidad que se avecina.

¿Qué pasa entonces con la película? Hay un trabajo eficiente en la dirección y un notable trabajo actoral de Ramírez y Cantillana, pero un irregular cuidado del ritmo narrativo. Por un lado, la película logra generar interés a ratos y las decisiones de Mamani para enfatizar con el sonido, la luz y el montaje el infierno personal de sus personajes son más que suficientes; pero también, por otra parte, a veces descuida la fluidez y, pese a la corta extensión de su cinta, la estanca con los mismos recursos que la impulsan. Mamani va de adelante para atrás y aunque en algunos casos le funcione, en otros no. Es un vaivén que bien podría pulirse y barnizarse, porque la materia prima es buena.

No basta con amar está lejos de ser una pésima película, pero por poco podría haber sido mejor. Hay solidez en sus bases, pero un trabajo poco adecuado en el guion y en la laxitud de varias de sus escenas. Las largas caminatas de los personajes, su actitud contemplativa, y algunas secuencias iniciales que parecen «comercial» de autos, perjudican el resultado final, porque no generan comunicación ni interés en el espectador; pero la agudeza de la luz, del uso del color y del espacio cinematográfico en otras secuencias más sencillas y bien pensadas, le dan impulso y le permiten sondear la tristeza de estos personajes, acompañarlos y sentir lo mismo que ellos.

En No basta con amar hay finura, solo falta pulirla.

 

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Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile) y magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Actualmente se dedica al fomento de la lectura en escolares y a la adaptación de guiones para teatro juvenil. Es, además, editor freelance. Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción.

 

«No basta con amar», de Cristián Mamani

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Un fotograma de No basta con amar (2019), de Cristián Mamani.