«Derechos de propiedad»: Unas clases de ética para la poesía chilena

El libro de Juan José Podestá, en gran medida, se construye con imágenes cortas y fáciles de reproducir en lo cotidiano, pues su autor tiene una pluma simple pero no sencilla, y destilan en él las cercanías con el género policial y las interminables copas en busca de esas mismas historias que componen al texto: el mito de una empresa que desea parecerse a una República, en el confín del mundo.

Por Jonathan Guillén Cofré

Publicado el 19.8.2020

En este negocio fraudulento llamado Chile y a pesar de sus evidentes desigualdades, una espantosamente alta población espera una escenografía de la existencia constituida por acuerdos mutuos que darán paso a tiempos de tranquilidad espiritual, para que a través de la comodidad y sin nada que sacrificar a cambio, podamos alcanzar la felicidad que se nos vende.

Pero no. Amor, guerra y economía es lo que Juan José Podestá nos entrega en este su segundo trabajo poético, y no es casual que Derechos de propiedad (Editorial Aparte, 2020) se instale desde un contexto por todos padecido a estas alturas de la vida como podría ser una mala decisión económica y afectiva, tarea que el sujeto lírico se encarga hábilmente de expresarlo con argucia, también perpetra un fórceps respecto a la idea desmedida del consumo instalada como expectativa; es una brújula que direcciona su expresividad y que aborda el desequilibrio en las uniones de cualquier tipo a pesar de existir siempre un trato, un contrato, un rol:

solo tú conocías

el giro

de la firma

por eso cuando

pregunté

si lo nuestro era

una empresa de bienes

o servicios, dijiste

                          poco importa.

 

Entonces, el vínculo se domestica como un dispositivo cotidiano de seguridad a prueba de catástrofe económica, contra un índice siempre desfavorable, salvavidas a la deriva contra el flujo constante del capital y el cambio de moneda en lejanos mercados crediticios del mundo ancho y ajeno. Materialismo económico y enajenación de los actos; los monstruos psicológicos y la depresión bursátil disuelven una sociedad ya bastante dolosa y dolorosa.

para ser franco, esta empresa

no promete nada

                fue permuta de papel.

 

Clases de ética es lo que estaríamos necesitando con suma urgencia por nuestra falta de empatía. Que la medida de la felicidad sea la apariencia y el consumo o, de igual modo, que dediquemos nuestro tiempo a trabajar por causas perdidas porque todo parece improductivo y poco rentable, constituyen la pérdida evidente de la poca humanidad que nos queda como lectores modernos. En el discurrir de las imágenes, el amor es presentado como una imposibilidad contractual, sin libertad ni trascendencia ideológica:

siempre nos pagamos

el sueldo mínimo:

había que hacer

de tripas corazón

para que la firma

sobreviviera

aun así

el sindicato del amor

nos tiene

urgidos.

 

La industrialización de las relaciones humanas es en sí misma una máscara ante el inconveniente de sostener una relación fidedigna y esconde la falta de empatía y la excesiva razón del simulacro, “problemas de digitación y perspectiva”. También es cierto que toda pasión tiende a desaparecer cuando queremos descubrir qué la sostiene y en este sentido el poemario logra desplazar hacia el final dicha ansiedad. Aunque Karl Marx sea quien anticipa el libro y ahora esta nota: “La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas».

el viejo mundo se muere

el nuevo tarda en aparecer

y en ese claroscuro surgen los monstruos.

 

La ecuación es siempre inexacta. En estas circunstancias adversas la explotación de nuestra energía y nuestro cuerpo es feroz porque va más allá del libre mercado y decanta en imposibles. El libro, en gran medida, se construye con imágenes cortas y fáciles de reproducir en lo cotidiano. Podestá tiene una pluma simple pero no sencilla, destilan en él, las cercanías con el género policial y las interminables copas en busca de esas mismas historias que componen el texto. Un imperdible.

 

Creamos un rol

único tributario

 

que digitaste

sobre un papelito

 

con esmero

decías

 

las altas apuestas

son mejores

 

se te olvidó decir

 

las más riesgosas.

 

Todo acabó

como cualquier

fraude al fisco

al parecer

la sociedad anónima

de la que fuimos parte

nos hizo mierda y aunque quise

pagar los perjuicios

 

te negaste y en cambio

buscaste una salida

extrajudicial

 

nada de eso dio frutos:

              el juez determinó

              que nuestros asuntos eran

              materias

              de libre

              competencia.

 

No es lo que se ofrece, es lo que se guarda

guardar para dar
dar para quitar
quitar para poner en circulación
como el capital
ecuación que
como un mantra
repiten aquellos expertos
en doctrinas amorosas

el viejo vendedor ambulante
mira más la caja de zapatos
bajo sus trapos
que las baratijas en oferta

ahí está el quid del asunto.

 

***

Jonathan Guillén Cofré es escritor y profesor de lengua castellana y comunicación. Actualmente, candidato a magíster en estudios literarios por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ha participado en encuentros de literatura a nivel nacional y en países como Perú, Bolivia y Argentina; destacando sus intervenciones sobre la literatura del extremo norte de Chile y sus cualidades transfronterizas.

En el año 2008 publica el poemario Urbana siniestra, por el sello boliviano Yerba Mala Cartonera, el año 2014 se vuelve a publicar bajo la editorial Demo Libros (Copiapó, Chile). En el 2013 es incluido en la antología Predicar en el desierto: Poetas jóvenes del Norte Grande de Chile de la Fundación Pablo Neruda. El año 2017 publica el poemario Abandono por el sello Editorial Navaja (Iquique, Chile).

Sus áreas de investigación abordan la filología, la teoría y crítica literaria, la literatura y la estética. Además de artículos literarios sobre territorio y nuevas tecnologías.

Actualmente dirige la Editorial Sismo.

 

«Derechos de propiedad», de Juan José Podestá (Editorial Aparte, 2020)

 

 

Jonathan Guillén Cofré

 

 

Imagen destacada: Juan José Podestá.