SANFIC 16: «Nomad: In the Footsteps of Bruce Chatwin», el cerebro de Werner Herzog

Programado para exhibirse fuera de competencia en la presente edición del Santiago Festival Internacional de Cine 2020, el último largometraje documental del realizador alemán —que incluye secuencias filmadas en Chile— detiene su mirada en la vitalidad existencial de actos humanos tan sencillos y a la vez profundos como el hecho de caminar: «El mundo se revela a los que viajan a pie”, afirma en esta obra audiovisual el artista germano.

Por Ignacio Concha

Publicado el 19.8.2020

Nomad…, el último filme documental del cineasta alemán Werner Herzog, repasa la vida y obra de Bruce Chatwin, escritor inglés que llevó a nuevos territorios la literatura de viajes. Mientras visita los lugares y personas que le inspiraron, la película descubre muchísimo más que un proceso de escritura, y echa luces sobre las propias preocupaciones de Herzog y, de paso, sobre cómo funciona nuestro cerebro.

Nomad comienza en isla Navarino, Chile, cubriendo lo que fue el primer libro de Chatwin, En la Patagonia. La piel de un dinosaurio misterioso colgaba en la cocina de su abuela, y aquel recuerdo de la infancia impulsa a Chatwin a explorar el sur del mundo. Luego de la visita a Patagonia, los viajes, y los libros, se suceden, y el escritor cultiva relaciones y vive experiencias legendarias en regiones tan distintas como Australia, Sudán y Gales.

Al escribir Chatwin se centraba en los hechos, pero los modificaba un poco de manera que se parecieran a la realidad. De eso, quizás, dan cuenta sus libretas de viajes, en que párrafos de letra nerviosa se intercalan con formas de nubes, deseos, dibujos de montañas, fragmentos de conversaciones, plantas, nombres, teléfonos; un todo descategorizado, una amalgama mental desprovista de los límites que usualmente imponemos al mundo exterior.

En sus últimos años de vida, su investigación estuvo dedicada a las songlines o trazos de canciones: para desplazarse de un lugar a otro por el medio del desierto, los indígenas australianos cantan canciones como forma de recordar el trayecto, como regla mnemotécnica que les ayuda a sobrevivir. De ese modo, la poesía e historias de las songlines cuentan qué camino seguir, cada estrofa es parte de un atlas (en un momento del documental, alguien se pregunta: “pero, ¿qué fue primero, la canción o el paisaje?”).

En su avance ondulante, Nomad es muchas películas: la historia de una amistad, un elogio al viajero, una meditación sobre la muerte. Entre todos esos temas, destaca la importancia que tanto Herzog como Chatwin confieren al acto de caminar. “El mundo se revela a los que viajan a pie”, dice Herzog, y luego sostiene en sus manos el manuscrito, aún inédito, que Chatwin dedicó a una teoría del nomadismo, en que explica los poderes sanadores del andar y lo que él consideraba: “el aspecto sacramental de viajar”. El mismo Herzog escribió un libro, Caminar sobre hielo, sobre la travesía a pie que hizo desde París a Berlín para ir al encuentro de una amiga moribunda, la cineasta Lotte Eisner.

Este efecto benéfico de la caminata, que deslumbra a ambos creadores, tendría un fundamento neurocognitivo. Cuando caminamos la actividad cerebral alterna de un hemisferio del cerebro al otro, y aquella fluctuación, sumada a estímulos sensoriales, crea conexiones neuronales nuevas que modifican nuestro pensamiento. En un mecanismo parecido, también de estimulación bilateral, estaría basada la terapia EMDR (Eye movement desensitization and reprocessing), que en los últimos años se ha utilizado para tratar el trastorno de estrés postraumático.

Así, al paciente se le hace mirar un punto a su izquierda y luego un punto a su derecha (a veces se utiliza un dispositivo de luces), y mientras su vista va de uno a otro se le pide que recuerde —y que narre— el episodio traumático. Los resultados han mostrado que es efectiva en desbloquear recuerdos dolorosos y resignificar hechos. Lo común a la caminata y al EMDR es que involucran de forma alterna y acompasada ambos hemisferios (los del cerebro, en este caso) y tienen un efecto sobre cómo (re) concebimos la experiencia.

Aunque no habla de oscilaciones cerebrales, durante su metraje, Nomad sí muestra muchos cambios: brontosaurios se descubren milodones, barcos heroicos mutan a ruinas esqueléticas, relaciones en apariencia convencionales revelan pactos secretos, inesperadas formas de amar. Sus episodios parecieran indicar que toda aventura es, también, un viaje mental, en el que no importan tanto las acciones sino cómo las percibimos y qué hacemos con ellas.

Y en ese viaje ocupa un rol central, por supuesto, el caminar, una acción que no tiene ningún sentido definido de antemano, un movimiento sin épica y lleno de mística, un acto tradicional y revolucionario a la vez, como entonar una canción hace tiempo olvidada que nos ayuda, de improviso, a encontrar el camino a casa.

 

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Ignacio Concha es escritor y ha trabajado como guionista de documentales científicos y posee un magíster en lingüística. Próximamente publicará la novela “Darwin en el País Desconocido”.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Ignacio Concha

 

 

Imagen destacada: Werner Herzog.