«El barbero de Sevilla», elenco internacional en el Municipal de Santiago: Voces expertas en el bel canto

La belleza tímbrica exhibida por los cantantes del montaje principal en el quinto título de la temporada lírica del recinto de calle Agustinas, resultó la principal característica artística de una nueva versión del clásico de Gioachino Rossini: Fígaro se lució dando agudos de tenor sin ningún problema y fue uno de los mejores «partners» en los dúos tanto con el Conde como con Rosina (de voz bella y flexible), y Fiorello, en tanto, destacó por atestiguar una emisión natural que enseñaba todos sus colores y sonoridades.

Por Jorge Sabaj Véliz

Publicado el 21.9.2018

El jueves 20 de septiembre asistimos a la función de estreno del elenco internacional en Chile del quinto título de la temporada de ópera 2018 del Teatro Municipal de Santiago: El barbero de Sevilla (1816), del compositor italiano Gioachino Rossini (Pésaro, 1792 – París, 1868).

Compuesta antes de que el autor cumpliera los 25 años de edad, es sin lugar a dudas la más popular e interpretada del nutrido repertorio de óperas rossinianas. Rossini junto a los también italianos Vincenzo Bellini y Gaetano Donizetti, conforman el trío de compositores bajo los cuales se inscribe aquel estilo de composición y de canto conocido como bel canto, caracterizado, como su nombre lo indica, por dar preeminencia a la belleza del canto en sí mismo más que al drama, al libreto o a la orquestación. Todos estos elementos están supeditados y dirigidos a facilitar las posibilidades de expresión y lucimiento del canto mismo. Por lo tanto exige del intérprete cualidades especialísimas como agilidad vocal, flexibilidad, coloratura, amplitud de registro, que obligan a los cantantes, dada la dificultad del estilo, a especializarse en este repertorio. Es así como se habla de cantantes rossinianos creándose una verdadera escuela alrededor de este estilo.

Es a esta tradición a la cual el elenco internacional de la presente versión rinde tributo. Nombres como: Rodion Pogossov, barítono ruso (Fígaro), Levy  Sekgapane, tenor sudafricano (Conde de Almaviva), Victoria Yarovaya, mezzo soparno rusa (Rosina), José Fardilha, barítono portugués (Don Bartolo), Pavel Chervinsky, bajo – barítono ruso (Don Basilio), Jeannette Fischer, soprano suiza (Berta) y Javier Weibel, barítono chileno (Fiorello).

 

Ahora analicemos estas características entre el elenco:

Coloratura: En este ítem destacó la pareja protagónica del Conde y Rosina. Él con un color particularísimo, como de niño, bellamente timbrado pero con la suficiente fuerza para asumir el papel, su coloratura se apoyó en un excelente trabajo de respiración y control vocal, al que además sumo musicalidad para acentuar y apianar cuando lo exigía el fraseo musical. Ella, con una voz de mayor potencia y fuerza que la del tenor, gracias a una gran técnica, podía “adelgazarla” para cumplir con los exigentes tempos y escalas de la partitura rossiniana. A ello suma una voz de un timbre atractivo y de múltiples colores. En un segundo plano estuvo la interpretación de don Bartolo en este ítem, aunque cumplió de todas formas con un gran control y oficio con las exigentes coloraturas. Fígaro con una voz grande y menos flexible que la de sus colegas tropezó constantemente con la coloratura, no cantando todas las notas de las escalas.

Belleza tímbrica: Si solo nos atenemos a la belleza del timbre o emisión vocal debemos destacar la particularísima emisión del Conde, que destaca aun entre los especialistas tenores ligeros que cantan este repertorio u otros afines. Su voz tenía la cualidad de ser cristalina, concentrada, redondeada e impostada naturalmente, siendo sus únicas preocupaciones verdaderas el volumen en ciertos concertados y pasajes abundantemente orquestados. También destacaron en este ítem la poderosa voz de Fígaro y la aterciopelada voz de Fiorello. Fígaro lució en su aria largo factótum dando agudos de tenor sin ningún problema y fue uno de los mejores partners en los dúos tanto con el Conde como con Rosina. Por su parte Fiorello destacó por una emisión natural que se proyectaba en un impostación que mostraba todos sus colores, con una cualidad noble a la que cabría sacarle más partido. La voz de Rosina por su lado exhibió un bello color, flexibilidad, contundencia, presencia tímbrica, volumen, en suma una voz completa, la mejor del elenco en nuestra opinión.

 

 

Actuación dramática: En este aspecto destacó nítidamente Don Bartolo (José Fardilha) que dio cancha, tiro y lado en expresión corporal, desplazamientos escénicos, expresión facial, uso expresivo y dramático de la voz y de las inflexiones musicales, siendo uno de los cantantes con mejor actuación dramática de toda la temporada 2018 del Municipal de Santiago. Esto acompañado de una voz baritonal poderosa en plenitud vocal lo hizo acreedor de la mayor ovación escuchada este año con numerosos aplausos. También cabría mencionar las actuaciones de Rosina, nunca forzada, con gran facilidad para la comedia, naturalmente graciosa, y totalmente entregada al libreto y al desarrollo musical. Por su parte Fígaro sumo a su excelente material vocal un carisma sobresaliente aunque esta misma facilidad lo llevó a descuidar la paleta dramática del barbero cuyo perfil dramático tiene mucho camino que recorrer todavía. Se le vio constantemente sonriente y excesivamente saltarín.

Coro: Con su belleza vocal acostumbrada y muy atento al tempo rossiniano, agiles y correctos en este aspecto. A veces olvidaban que, tratándose de un estilo bel cantista, convenía por momentos aligerar y bajar el volumen de la voz para no tragarse a los indefensos solistas en los concertados aunque la orquesta tocara un fortísimo.

 

 

Orquesta y dirección: En la obertura la orquesta comenzó algo pesada y se fue aligerando a medida que avanzaba. Algunos instrumentos como los bronces y la percusión exageró en exceso su “levedad” haciéndolos inaudibles. El director mostró personalidad y una escuela belcantista tanto en la obertura como en el desarrollo de la ópera aunque tuvo algunos exabruptos sobre todo en el aria la Calumnia de Don Basilio que se perdió en el tempo. Exigió al máximo a los cantantes en los dúos y solos con un ritmo difícil de seguir y que solo Rosina y el Conde fueron capaces de cumplir a cabalidad. Aun así fue capaz de mostrar el humor y la comicidad implícita en la música de Rossini.

Vestuario, iluminación, régie y escenografía: La iluminación fue uno más de los protagonistas ocultando a los personajes al inicio o mostrándolos como en la presentación de Rosina. El vestuario fue de un colorido fuerte y de adornos barrocos como el uniforme del Conde o los vuelos y detalles del vestido de Berta y del traje de Don Bartolo. La escenografía siguió con la tendencia minimalista de anteriores producciones con un muy inteligente uso de una casa “transparente” como la casa de vidrio, un puro esqueleto de dos pisos, como una casa de muñecas gigante y sin paredes que permitía situar la acción simultáneamente en dos planos al mismo tiempo, sobre el escenario y dentro de la casa. La régie promovió el movimiento, el baile o la inmovilidad, los constantes desplazamientos en concordancia con los movimientos de la música. Destacó la sabia presentación de Fígaro surgiendo como en una exhibición circense atravesando un muralla de papel y causando el efecto de la sorpresa.

 

Las funciones de El barbero de Sevilla versión montaje elenco internacional continuarán hasta el próximo viernes 28 de septiembre en el Teatro Municipal de Santiago.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Edison Araya, del Municipal de Santiago, Ópera Nacional de Chile.