«El hombre de la dinamita», de Henning Mankell: Lo político desde el centro

La obra que analizamos se trata de la ópera prima del mítico autor escandinavo, y después de casi cuarenta años, editorial Tusquets la reedita. El texto se sitúa en la ciudad de Norrköping, Suecia, en 1911: los medios de comunicación locales informan en muy pocas páginas sobre el fallecimiento de Oskar Johansson, un dinamitero de veintitrés años, que perdió su vida accidentalmente mientras construía un túnel, y todo fue una mentira…

Por Joaquín Escobar

Publicado el 31.10.2018

Henning Mankell fue un novelista sueco que alcanzó fama mundial por sus novelas negras. En una veintena de textos, le dio vida a Kurt Wallander, un detective privado sumamente crítico con su tiempo social. Enemigo de los poderes fácticos y de las injusticias políticas, Wallander fue un anti héroe, que peleó contra el crimen organizado en una Posmodernidad que lo derrotaba sin prisa ni pausa.

La serie creada por Mankell tuvo un reconocimiento masivo, de hecho, se hizo una exitosa serie televisiva basada en sus aventuras. Sus lectores crecieron. Las ventas se dispararon. Sus historias se popularizaron. La televisión occidental se empapó del policial sueco.

Su prosa, además de entretener, tiene un sustancioso contenido político. Esta fusión, es una estructura vital dentro de su literatura, pues su obra propone una crítica social aguda que se conjuga con una diversión a toda prueba. Mankell tiene esa habilidad para construir sus libros: no se pueden dejar hasta el final. Todos los cabos sueltos se encuentran en la última página, y cualquier detalle que parecía perdido es parte de una hebra mayor que pensábamos antojadiza.

El hombre de la dinamita es la primera novela de Mankell, y después de casi cuarenta años, editorial Tusquets la reedita. El texto se sitúa en la ciudad de Norrköping, Suecia, en 1911. Los medios de comunicación locales, informan en muy pocas páginas, sobre el fallecimiento de Oskar Johansson, un dinamitero de veintitrés años, que perdió su vida accidentalmente mientras construía un túnel.

Todo fue una mentira. La prensa falseó y el poder fue cómplice en la creación del artificio. Se ocultó información, pues Oskar nunca murió, sí quedó gravemente herido y con secuelas atroces que condicionaron toda su existencia, pero nunca murió. Luego de un tratamiento médico nefasto, y de un proceso de recuperación vejatorio, Oskar volvió al trabajo sin recibir reconocimientos ni ayudas estatales. Siguió en este mismo lugar, envejeciendo a pasos de gigante, hasta el día de su jubilación.

La obra está narrada a través de distintas voces, y por lo mismo, al ser una novela coral, podemos acceder a la vida de Oskar desde distintas perspectivas, deambulando por estados de ánimo, facetas íntimas y pesadillas provocadas por su horrible accidente. Lo que pareciera ser una novela intimista, no lo es, pues lo que Mankell elabora es un texto político-social donde describe las condiciones laborales de los obreros en la primera mitad del siglo XX. De lo privado a lo público. Desde lo micro hasta el diagnóstico de lo macro. Tenemos ante nosotros una novela en la cual los cuerpos narran las formas históricas de violencia.

El hombre de la dinamita es una novela triste, amarga. En algunos pasajes, hace recordar a los personajes de Baldomero Lillo, pues las condiciones laborales en uno u otro continente eran similares, demostrando su autor una cadena de abusos que atravesaban las fronteras.

Mankell murió el 2015, y su deceso fue un golpe duro para las letras mundiales, no solo por su calidad de escritor, también porque fue un hombre comprometido con el periodo que habitó. Defensor y propulsor de Mayo del ’68, Mankell creyó en el hombre nuevo, de hecho, llevó su lucha hasta las calles de París, donde un policía le dejó una cruenta cicatriz que llevó de por vida.

Su literatura no estuvo en los márgenes, no se posicionó en una orilla, todo lo contrario, Mankell fue inteligente y se ubicó en el centro mismo del poder. Sabía que de esta forma, podía llegar a más lectores, y que por lo mismo, podía documentar y crear consciencia desde el sitial en el que el poder opera.

 

Joaquín Escobar (1986). Escritor, sociólogo y magíster en literatura latinoamericana. Reseñista del diario La Estrella de Valparaíso y de diversos medios digitales, es también autor del libro de cuentos Se vende humo (Narrativa Punto Aparte, 2017). También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Tusquets edita esta obra que el autor, fallecido en 2015, escribió en 1973 sobre la clase trabajadora

 

 

El crítico y escritor chileno Joaquín Escobar

 

 

 

Crédito de la imagen destacada: Señales para Cruzar un Laberinto (http://joseluisrico.com/).