«El legado de Humboldt», de Saúl Bellow: El desinterés por el arte y el pensamiento en los Estados Unidos

Como el lector que soy, les puedo garantizar que la inversión de tiempo y de dinero será recompensada, incluso si la novela los llegara a desilusionar, cosa que en verdad dudo, pero aun si así fuera el lector habrá tenido la oportunidad de conocer a uno de los tres mejores escritores estadounidenses de la última mitad del siglo XX, junto con John Updike y Phillip Roth.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 31.7.2018

Saúl Bellow (1915 – 2015) era como Phillip Roth de origen judío, sin embargo la cuestión judía no aparece tan explicita en sus obras como en las obras de Roth que casi siempre versan sobre asuntos de judíos en espacial en Newark, Nueva Jersey. Quizá el gran tema que exploró Bellow a través de sus obras fue el de la dificultad de existir.

El mismo Phillip Roth afirmaba que: “William Faulkner y Saúl Bellow constituyen la columna vertebral de la literatura estadounidense del siglo XX. Juntos son el Melville, Hawthorne y Twain del siglo XX”. Si bien, esta afirmación es en verdad un gancho publicitario y comercial, una frase rimbombante para promocionar y vender libros, en este caso los de Bellow. La idea como tal es discutible no porque en ningún caso sea del todo cierta, sino porque es incompleta pues podríamos añadir a esos dos nombres los de Hemingway, Dos Passos, Updike y el del mismo Roth. Lo que a mi juicio jamás admite discusión es la calidad literaria de Saúl Bellow; el lector que lo conozca ya lo sabe y quien niegue ese juicio lo puede comprobar directamente si lee algunas de sus obras.

Respecto a El legado de Humboldt, se dice que a Saúl Bellow le llevó ocho años escribir esta novela. Habrá que adelantarle al lector que se trate de una trama extensa, de casi quinientas páginas; es una ficción también con muchas referencias a otros escritores, a críticos de arte, a filósofos e incluso a ciertos políticos.

Como bien sabemos, este notable esfuerzo que duró ocho años le dio muy buenos dividendos a Bellow, pues por El legado de Humboldt este autor recibió el Premio Pulitzer en 1976 y ese mismo año también obtuvo el Premio Nobel de Literatura.

Al concederle el premio, la Academia Sueca alabó la ingeniosa ironía y la compasión ardiente, que la obra de Bellow posee, asimismo, aplaudió a los héroes que caracterizan sus novelas por buscar la firmeza en medio de un mundo tambaleante.

Durante el discurso de aceptación del Premio Nobel, Bellow fue un duro crítico de los escritores modernos a quienes acusó de presentar una imagen limitada y aturdida del ser humano y de no esforzarse en mostrar la verdadera naturaleza y el sentido de la vida. Cuando uno lee la novela se da cuenta que las ideas expresadas en Suecia no constituyen sorpresa alguna, pues El legado de Humboldt destila información sobre figuras literarias y de la política. De vez en cuando, incluso, el libro expresa alguna crítica política mordaz, como por ejemplo en la página 48, cuando el personaje de Citrine afirma que en el gobierno de Nixon las grandes corporaciones se emborracharon de inmunidad.

La novela El legado de Humboldt está considerada por la crítica como una de las cinco obras fundamentales de Saúl Bellow, nacido en 1915 en Quebec, Canadá, pero criado desde los nueve años en Chicago y luego nacionalizado estadounidense en 1941.

La novela empieza diciendo: “El libro de baladas que Von Humboldt Fleisher publicó en la década de los treinta alcanzó un éxito inmediato. Era lo que todo mundo había estado esperando. Yo, en verdad, había estado esperando con ansiedad allí en el Medio Oeste, pueden estar seguros de ello. Humboldt era un escritor de vanguardia, el primero de una generación, de aspecto atractivo, rubio, fuerte, juicioso, instruido. El hombre lo poseía todo. Todos los periódicos se ocuparon de su libro.”

Esta parte sirve para introducir a uno de los dos personajes centrales del libro (el poeta Von Humboldt Fleisher, nombre que esconde la identidad del poeta Delmore Schwartz, 1913-1966, y quien fuera amigo de Bellow). El otro es el propio narrador Charlie Citrine, antiguo amigo de Humboldt y también él mismo un escritor exitoso. Citrine afirma que Humboldt está lleno de chismes, alucinaciones y teorías literarias y que la distorsión es parte inherente de la poesía. Uno puede adivinar, casi desde el principio, que se avecina la ruptura entre los dos amigos y qué las cosas han tomado un rumbo equivocado.

A la muerte de Humboldt, Citrine está enredado en un mordaz proceso de divorcio, ha caído en las garras de una jovencita y anda en negocios turbios con Cantabile, uno de los mafiosos de Chicago quien le está demandando un pago y al presionarlo le ha destruido su Mercedes Benz 280, color plata. Su misma ex mujer le ha dicho que cómo es posible que él, pese a ser un escritor de éxito, tener varios libros publicados y una obra de teatro en Broadway se asocie con este tipo de gente, empezando por Renata, su joven amiguita.

En la novela, el mismo Citrine confiesa que su vida se ha vuelto un puro desorden (p.44).

A pesar de que la relación entre Humboldt y Citrine se ha roto desde ya hace tiempo, a su muerte Humboldt le deja a su antiguo amigo un legado en su testamento. Es este legado el que puede salvar a Citrine de la desgracia. Descubrir en qué consiste esa herencia es lo que sostiene la novela y mantiene al lector leyendo para descubrirlo. Es lo que en crítica literaria se llama el leiv motiv.

La crítica no termina de ponerse de acuerdo respecto a la calidad de este volumen; para algunos la novela es un poco humorística; para otros el interés decae a la mitad del libro y aunque al final lo recupera no tiene la misma intensidad que al principio. Otros, piensan que la obra en verdad son dos títulos que el autor nunca logra reconciliar. Algún otro afirma que el libro es divertido pero defectuoso.

En el periódico inglés The Telegraph -cuando salió la novela- el comentarista cultural David Hollowey escribió: Siempre se ha dicho que Saul Bellow escribiría “La gran novela Americana”. Con El legado de Humboldt, creo que lo ha logrado. Sin embargo, lo ha hecho en dos sentidos; por un lado el Sr. Bellow utiliza y provoca dobles sentidos y esto la hace esencialmente una novela antiamericana y por el otro, también es atípico de la novela estadounidense convencional la complejidad del argumento intelectual (mayor que en cualquier novela de Bellow, incluso Herzog); esto la hace más bien una novela continental y su humor (particularmente en la introducción de caracteres excéntricos bruscamente dibujados) es más bien una característica de la literatura inglesa.

Entre nosotros, José Emilio Pacheco escribió cuando Bellow recibió el Premio Nobel de Literatura: “Uno puede gustar o no de Saul Bellow; considerarlo un gran novelista o un producto de la desesperada necesidad que tiene su país de llenar el sitio que dejaron Faulkner, Hemingway o Dos Passos. Lo innegable es que Bellow impuso el tono de la novela norteamericana de posguerra y que sus libros son una versión imaginativa y a la vez fidedigna de la historia moral e intelectual estadounidense entre 1940 y 1976”.  Una historia moral e intelectual en decadencia.

Por último en la presentación de la versión que he leído, su compatriota, el escritor Jeffrey Eugenides afirma que lo que hace la prosa de Bellow mejor que la de cualquier otro ficcionador es que cada frase está permeada por la iluminación. Cada oración brilla con su propia aura. (What makes Bellow’s prose better than just above anyone else’s is that it is touched in every clause, by enlightenment. Every clause glows with its own aura).

Con todos estos comentarios encontrados, lo que he querido hacer es motivar al lector para que se interese en la lectura de esta novela, una de las mejores de Saúl Bellow y, a partir de allí saque sus propias conclusiones. Si no tiene a mano El legado de Humboldt, el lector puede leer Herzog que también es una obra de ficción muy notable.

Como el lector que soy, les puedo garantizar que la inversión de tiempo y dinero será recompensada, incluso si la novela los llegara a desilusionar, cosa que en verdad dudo; pero aun si así fuera el lector habrá tenido la oportunidad de haber conocido a uno de los tres mejores escritores estadounidenses de la última mitad del siglo XX, junto con John Updike y Phillip Roth.

Una última sugerencia al lector, sea persistente no se desanime, el esfuerzo de leer esta larga novela va a ser una gran satisfacción.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.

 

Una de las tantas ediciones en castellano de la novela «El legado de Humboldt»

 

 

Crédito de la imagen destacada: Saúl Bellow por Chicago Tonight (https://chicagotonight.wttw.com/)