Los 50 años de «El submarino amarillo», de George Dunning: La música como vía a la liberación

Este filme inglés de animación cumple medio siglo desde su estreno (1968) y por ello ha vuelto a ser llevada a los cines europeos en versión 4K. Dirigida por el realizador canadiense George Dunning con la colaboración del diseñador gráfico checo Heinz Edelmann, se inspira en la música del mítico grupo británico The Beatles para ofrecer un espectáculo innovador de arte psicodélico que supuso una revolución en el mundo de la animación: la obra sigue siendo en la actualidad un referente para muchos creadores. Protagonizada por los cuatro de Liverpool -caracterizados al estilo de su álbum Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band- nos muestra a un rico universo bajo las aguas, que debe ser liberado por ellos al son de su música, y todo a bordo de un volador Yellow Submarine.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 28.11.2018

 

«Todo va a estar bien al final, si no está bien no es el fin».
John Lennon

 

La música del siglo XX, The Beatles

El pasado siglo supuso una revolución en muchos aspectos sociales de sobras conocidos que tuvieron como aliada a las artes en general y a la música en particular. La música se convirtió en plataforma de escape ante situaciones indeseables. Así, surgieron muchas nuevas formas de expresión sonora como la canción de autor, el heavy metal, el rock and roll… con sonidos y letras que incitaban a liberarse y a renovar la sociedad. En todas ellas solistas y grupos ayudaron a las gentes a exteriorizar sus sentimientos y a romper viejas cadenas. Cada vez más la música se hizo multicultural y se fusionaron voces, estilos, instrumentos; se experimentó creativamente rompiendo con todo tipo de antiguas limitaciones.

En este contexto y si hablamos de grupos de rock, The Beatles junto con The Rolling Stones y Queen cada uno a su estilo forman parte ya de nuestra mitología musical. Y los tres son británicos, el Reino Unido pequeña gran tierra del arte no solo musical. The Beatles en su pop rock fueron los reyes absolutos de la década de los ’60 consiguiendo numerosos premios y gran éxito comercial. John, George, Paul y Ringo se criaron en familias humildes de Liverpool, ciudad portuaria e industrial. John era el abanderado del grupo y encarnó el espíritu pacifista, el amor a todos para lograr la auténtica paz, son legendarias sus sesiones fotográficas en la cama con su pareja Yoko reivindicando la paz mundial. George fue el místico que ensalzaba a Dios y el poder del pensamiento en cada uno de nosotros, estuvo muy comprometido en causas por la justicia social y la paz, su recordado The Concert for Bangladesh es una buena muestra. Paul junto con John firmó la mayoría de los temas de la banda, considerado el beatle “pijo” también está implicado en la defensa de los animales y la lucha por erradicar la pobreza. Y Ringo es el alegre cuarto miembro, encarna la amistad humilde y cercana, la amistad a toda prueba, puesto que tras la ruptura del grupo colaboró con todos los demás (aunque siempre más cercano a George). Ellos crearon estilo propio más allá de su música llegando a marcar pautas de vestimenta y peinado, así en su época cierta gente mayor recelaba de los jóvenes con melena comentándoles: “pareces un beatle”. En su octavo LP Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band, Paul imaginó una banda como alter ego del grupo, este recurso les permitió experimentar otras formas musicales. E inspirado en él nació la película Yellow Submarine (1968) que contiene temas innovadores como Only a Northen Song de Harrison que juega a la desarmonía o la surrealista Lucy in the Sky with Diamonds de Lennon/McCartney.

 

George Harrison en «Yellow Submarine» (1968)

 

Pepperland, el paraíso musical

La tierra de la pimienta es un mundo multicolor de suaves colinas con árboles frutales y flores, niños jugando, músicos con violines y la Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta en animado concierto; una vida libre al aire libre. Destacan grandes letras con palabras positivas (amor, si, ok…) y una gran imagen de dos manos unidas bajo un simbólico arco iris. Es un paraíso muy al estilo de los Beatles, en especial al estilo de su líder John.

Pero la tierra vecina es todo lo contrario. Allí residen los malditos azules gobernados por su majestad azul y su fiel ayudante Max, es un mundo donde predominan los tonos grises y las montañas escarpadas, en él sólo aceptan un no como respuesta. Los azules odian y temen la música, y quieren que Pepperland se torne también azul. Azul que es blue en el inglés original, blue que también significa tristeza-melancolía-depresión, el mal de tantas gentes entonces y hoy en día. Y los malditos azules logran invadir el paraíso multicolor convirtiéndolo en una fría monotonía gris azulada. Encierran a la Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band en una gran esfera, inmovilizan a las gentes, cortan las flores, destruyen las palabras y destrozan símbolos de armonía. Pero el viejo capitán Fred consigue escapar y a bordo de su submarino amarillo volador sale en busca de ayuda.

El capitán surca el cielo de un Liverpool gris buscando a The Beatles, desfilan imágenes del mundo en donde se criaron los cuatro al son de Eleanor Rigby tema en el que nos hablan de la gente solitaria: “Toda la gente sola, ¿de dónde son? ¿De quién son?”, y Ringo (el primero al que localiza Fred) comenta que la ciudad está triste los sábados por la noche. Todo como reflejo de un tiempo pasado a menudo vivenciado como “maldito blue”.

Se nos muestra un palacio con multitud de puertas por las que circulan objetos animados y seres de todo tipo. Ringo va en busca de sus amigos, John surge de un Frankenstein (quizás como divertida parodia del “monstruo”-mito que es), George está (cómo no) en un ambiente yogui jugando a mutar los colores de un coche “son cosas de la mente”, dice y repite constantemente y finalmente aparece un muy presumido Paul (broma al uso por ser considerado el más guapo de los cuatro). Al subir al submarino e iniciar la marcha suena All togheter now (Ahora todos juntos), todos juntos en armonía para liberar Pepperland. Durante la travesía hablan de la relatividad, ven otro submarino igual en el que están ellos mismos pero navegando en sentido contrario de modo que retroceden en el tiempo mientras a ellos les crecen barbas. Entiendo como imagen de la toma de conciencia de que vivimos en un espacio-tiempo del que quizás algún día podremos salir. En su camino a Pepperland recorren distintos escenarios imaginarios “el mar del tiempo”, “cabezalandia”, “el mar de los agujeros”… encontrando a Jeremy (el ser descrito en el tema Nowhere man que suena de fondo) un ser que tiene algo de filósofo, de científico, de poeta; la letra de la canción nos dice: “no tiene ninguna opinión, no sabe a dónde va, sólo ve lo que quiere ver. ¿No es un poco como tú y yo?” o la expresión de la ceguera general que tanto nos limita. Y Jeremy les acompaña en su misión liberadora.

Llegan a Pepperland donde consiguen liberar al alcalde quien les comenta que podrían pasar por la verdadera Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band y suplantarlos para liberarlos a todos. Así, interpretan los temas enlazados Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band y  With a Little Help from My Friends logrando revivir a la gente y toda Pepperland. Los malditos al verse vencidos les atacan con una gran mano-guante pero John se le enfrenta jugando a sacar la G de glove (guante) para que quede en love (amor) al son del mítico All you need is love cuya letra dice: “No hay nada que no pueda realizarse, nada que no se pueda cantar, nada que no pueda aprenderse-conocerse, nada que no pueda mostrarse, ningún lugar donde no puedas estar, hacerlo es fácil, sólo hace falta amor”. Y logra vencerlo, sólo queda liberar a la verdadera Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band, lo hacen gracias a un agujero circular que Ringo guardó del “mar de los agujeros” y la esfera que los aislaba se deshace en humo oscuro. John vuelve a teorizar sobre la relatividad de Einstein asegurando que la banda es una extensión de sus personalidades suspendidas en el tiempo, congeladas en el espacio; vemos como egos y alter egos dialogan en paz. Pero en un último intento de los malditos son atacados por un perro azul de cuatro cabezas del que se defienden al son de Hey Bulldog (un buen tema que el grupo tenía en el olvido y rescataron para el filme) consiguiendo que al temible animal le agrade su melodía, ya no sólo vencen ahora con-vencen mediante su música.

Todos los azules huyen en retirada, Jeremy (que encarna la necesaria lo-cura para curar la realidad loca en la que vivimos todos) se enfrenta a su majestad con un: “paz en vez de destrucción, finaliza el dolor convirtiéndose en flor” y lo llena de rosas rosadas, Ringo reconoce su grandeza: “la primera vez que vi a ese Don Nadie supe que era alguien”. John llama a los malditos azules en retirada: “¡Hola gente azul!, ¿se unen a nosotros? ¡Ánimo y a mezclarse!”, al oírle Max se dirige a su amo ahora floreado como: “nueva majestad” y juntos cambian el no por el sí; Jeremy contento afirma que: “el mundo es una cosa maravillosa” y suena It’s All Too Much con la imagen del submarino amarillo volando lleno de gente, todos juntos por fin en armonía.

En la escena final vemos a los cuatro de Liverpool en carne y hueso despidiéndose de forma desenfadada con el All together now rotulado en varios idiomas. Una invitación a la unión de todas las distintas lenguas, de todas las culturas y pueblos del mundo.

 

Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison en «Yellow Submarine» (1968)

 

La antigua senda del amor

The Beatles cantaron al amor en una década, los sesenta, donde surgieron con mucha fuerza movimientos pro amor. El amor que construye y re-construye lo que la incomprensión en su ceguera destroza. El amor que empieza por una o uno mismo desde la sinceridad del verse-conocerse, el amor que cuando se vivencia con autenticidad deshace barreras propias y ajenas. El amor como proceso vital de re-conocimiento que siempre requiere tiempo. En este sentido, se observa que los primeros temas del grupo se referían al amor a la mujer (el amor a lo cercano) para paulatinamente hablar ya del amor a todos.

A menudo en nuestras vidas parece que el amor ha desaparecido, que todo está ya perdido y nos hundimos en el desánimo amargo sin esperanza. Es evidente que una cosa es una película como Yellow Submarine y otra la realidad de esta tierra donde aparentemente el amor no puede con el tan extendido ciego egoísmo. Así, se entiende que muchos crean que una vida de amor y paz en este mundo es una utopía de gente loca que acaban siempre en alguna hoguera y el ejemplo del absurdo asesinato de John Lennon parece corroborarlo. Pero si tomamos distancia y observamos más allá de las apariencias de esta extraña tierra que habitamos (por cierto, apariencias cada vez más grotescas) podemos ver-sentir que algo está cambiando en el interior de muchas personas. Es cierto que vivimos en un mundo donde el egoísmo parece dominarlo todo y suele conseguir la atención mediática; pero también es cierto que se evidencia que la conciencia social de amor-respeto está muy presente en muchas personas, amor-respeto por la tierra en que vivimos y por las gentes tradicionalmente oprimidas. Así, ¿qué va a pasar?

A mi entender no es sólo la vida de una o uno ahora y aquí lo que cuenta, es la vida de tantas personas de gran corazón que nos preceden y han ido sembrando amor en el camino. Y con sus pequeñas o grandes aportaciones han construido cimientos sólidos para sustentar a las nuevas generaciones. Personalmente me sirve la imagen de los “castellers” de mi Catalunya, castillos humanos en los que todos se ayudan para lograr el éxito común, castillos de personas entrelazadas en círculos que se superponen como nuestras vidas que se apoyan en generaciones y generaciones de gentes, castillos humanos sobre el mar y la tierra de los tiempos, construcciones sustentadas en el amor de madres-padres que hicieron todo lo que supieron en función de sus humanas limitaciones para ofrecer un futuro mejor a las siguientes generaciones. Una lenta labor conjunta de muchos seres.  Así, ¿todo eso va a ser para nada? Cada cual tendrá su opinión. Yo, como el gran John, estoy en que todo va a estar bien al final y si ahora no está bien es que aún no es el fin o que el caos que nos rodea esconde el bien que no sabemos reconocer. Como siempre el tiempo dirá…

 

Dedicado a Maipi, hermana de corazón, a quien tanto agrada el diseño. A ella con la que comparto la afición por The Beatles y quien siendo niña tuvo la fortuna de conocerlos personalmente durante su estancia en Barcelona para el concierto de julio de 1965.

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Paul McCartney, Ringo Starr, George Harrison y John Lennon, «The Beatles» en «Yellow Submarine» (1968)

 

 

 

 

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