La obra —que se exhibió vía streaming en tres funciones durante el mes de septiembre— es una reflexión al nivel de la conciencia sobre la pasión, el matrimonio y las relaciones de pareja. Escrita por Karol Wojtyla en 1954, fue estrenada por primera vez en 1960, y la compañía Teatro Segundo Piso celebró el natalicio de su autor con esta puesta en escena virtual, en medio de la pandemia del coronavirus.
Por Sofía Stark Bittencourt
Publicado el 30.9.2020
En marzo, el grupo teatral Segundo Piso tenía todo listo para presentar durante este año la obra El taller del orfebre y debido a la pandemia del Covid–19 los planes cambiaron totalmente: ensayos y producción desde la casa vía zoom.
La obra tenía especial sentido para la compañía, ya que durante este año se cumplían los 100 años de nacimiento del autor de la obra, Karol Wojtyla, más conocido como Juan Pablo II, Papa de la Iglesia Católica entre 1978 y 2005; y una forma de conmemorarlo era rescatando la afición de este por la cultura y las artes escénicas.
Tras varios esfuerzos lograron presentarla online los días 5, 12 y 26 de septiembre, logrando ser vistos desde distintas partes del mundo, como Colombia, Panamá, Estados Unidos, Perú y Argentina, entre otros países.
El taller del orfebre escrita por Wojtyla bajo el seudónimo de Andrzej Jawein, fue publicada por primera vez en 1960 en la revista polaca Znak, y en ella aborda las reflexiones a nivel de la conciencia sobre el amor y el matrimonio de tres parejas en épocas diferentes. A todas las une el orfebre de sus argollas, quien mientras mide el peso de sus anillos también profundiza en la relación que existe entre ellos.
Dividida en tres actos, cada uno representa una pareja —Los Signos, El Esposo y Los Hijos—. La primera está profundamente enamorada y a poco de casarse, el amor es genuino e intenso. La segunda, muestra una pareja que ya lleva varios años de casados y donde los problemas que no han solucionado han hecho lo suyo, hay distanciamiento y un quiebre a la vista.
La tercera, son hijos de los respectivos matrimonios quienes se declaran amor profundo pero igualmente se asoman las dudas por los ejemplos que han tenido del amor de sus padres, y como no, de los temores por el futuro de su relación.
Meritorio que el elenco y el equipo de producción debió adaptarse a nuevos formatos para seguir la función, por mencionar algunos: cambio de escenografía, ensayos sin la presencia física, unificar cada una de las videollamadas para ponerla en escena y luego transmitirlos en directo a la audiencia, sin fallas en la transmisión; superados los obstáculos lograron desplegar una historia que engancha y que exhibe una reflexión sobre los vínculos de pareja y compromiso matrimonial.
Esta es una obra que permite reflexionar sobre las distintas formas de encontrarse en el amor, las experiencias particulares, las relaciones de pareja y cómo estas influyen en la descendencia. Repasos y pensamientos que pueden escaparse a momentos en este mundo donde todo es inmediato y el compromiso se ha visto casi diluido.
Para el El taller del orfebre, una historia que se desarrolla con monólogos, la interpretación de los actores es muy buena, los encuadres de cada videollamada otorgan el énfasis preciso para centrar la atención en el personaje de turno. Se notaron fondos unificados y bien cuidados, considerando que cada uno se encontraba desde su casa debido al distanciamiento social; la presencia de luces y de sombras en dosis fue la adecuada para acentuar los momentos climáticos; y hubo un cuidado especial por la música, la que fue compuesta exclusivamente para la obra.
Cada acto está posicionado temporalmente en décadas distintas y las caracterizaciones fueron las apropiadas según la época e historia del personaje que se presentaba.
Es evidente que se extraña la presencia física y la energía que transmiten los actores cuando están en escena, la cual es difícil de palpar en casa, aun así el elenco de El taller del orfebre consigue mantener la atención durante 60 minutos y crear un momento diferente y atractivo.
La dirección de actores estuvo a cargo de Mauricio Figueroa, mientras que la dirección general estuvo en manos de Javier de la Cerda. La producción general la lideró Carla Recabal.
Para esta ocasión, el elenco estuvo integrado por Viviana Ausset, Javier de la Cerda, Pablo Pombo Reyes, María Gracia Barros, Joaquín Hormazábal, Tomás Hirmas, Esteban Barrios y Catalina F. Mac–Iver.
La música fue compuesta por Juan Barceló quien además está en el piano, y en el cello, Juan Esteban Ferrer.
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Sofía Stark Bittencourt (Santiago, 1992) es periodista y se ha desempeñado en diversas áreas de las comunicaciones. Dentro de sus intereses están los deportes, la literatura, el cine, los documentales y las series. Es la creadora del blog @tengoalgopacontarte.
Crédito de las imágenes utilizadas: Teatro Segundo Piso.