«Enemigo invisible»: El dilema ético presente en los conflictos armados

El filme del realizador sudafricano Gavin Hood es una obra audiovisual realista, tensa, atrapante y la cual contiene quiebres de humor que permiten dar respiros y alivianan la carga dramática, en el contexto de las complejidades filosóficas planteadas por su argumento.

Por Sofía Stark Bittencourt

Publicado el 4.8.2020

Es interesante cuando el cine, además de contarnos una historia entretenida, aporta y presenta dilemas éticos. Creo que la experiencia es muy enriquecedora cuando la película permite que como espectadores pensemos en situaciones y los personajes mismos, en sus acciones o en aquello que les acontece. Repasarlos como si ellos existieran fuera de la ficción y están en algún lugar del mundo, viviendo con el peso de sus decisiones, admirados o reprochados por cómo han enfrentado lo que acontece.

Estas reflexiones se intensifican cuando el drama que se presenta podría ser perfectamente real, y así lo exhibe la película Enemigo invisible, que despliega el desafío ético que significan los drones en guerras y enfrentamientos.

La coronel Katherine Powell (Helen Mirren) es una oficial de la inteligencia británica que lidera una operación secreta para capturar a un grupo de terroristas que se encuentran escondidos en un refugio en Nairobi, Kenia. En medio del espionaje, ella y su equipo multinacional de altos mandos militares, soldados y consejeros, se dan cuenta que el grupo terrorista organiza una misión suicida con un objetivo civil. El objetivo inicial de la misión cambia completo.

Ahora, en lugar de capturarlos, tienen en sus manos la oportunidad de terminar con ellos y así evitar un atentado. Cometido que pueden lograr nada menos que con el ataque desde un dron. Parece sencillo: apretar un botón y listo, la misión podría ser un aparente éxito.

A este giro inesperado de la misión se suma un factor externo que aumentará la tensión y removerá la fibra más escondida de los personajes de la película (y los espectadores). El piloto estadounidense de drones, Steve Watts (Aaron Paul), ha recibido las órdenes de atacar el refugio donde está la célula terrorista. Mientras estudia las coordenadas de ataque, nota la presencia de una niña pequeña que vende panes en inmediaciones donde el bombardeo de drones tendría resultados fatales. Difícil no conectar con ella.

Es entonces cuando la película despliega el dilema ético: ¿Vale la pena generar daños colaterales para salvar más vidas? ¿Es mejor salvar a una persona, aunque eso implique poner en riesgo la seguridad mundial?

La toma de decisiones de la inteligencia británica se encuentra bajo una presión exigente, y la misión está contra el tiempo porque en cualquier minuto los terroristas pueden llevar a cabo su plan.

La realidad probablemente difiera mucho de lo que presenta esta película del director Gavin Hood y el guionista Guy Hibbert, pero sin duda logra que se instale un debate interesante, que abarca diferentes ángulos y escala de valores e intereses de todos los personajes.

Es un filme realista, tenso, atrapante y que contiene quiebres de humor que permiten dar respiros y alivianan la carga dramática.

La cinta de Hood permite reflexionar sobre el uso de drones, los daños colaterales, las vidas en juego, el orgullo de los países en la captura de terroristas. También, y solapadamente, sobre las diferencias de los ataques por tierra donde abunda la inmediatez, a diferencia de los ataques por medio de drones, que pueden ser más estudiados y menos inmediatos que por tierra.

 

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Sofía Stark Bittencourt (Santiago, 1992) es periodista y se ha desempeñado en diversas áreas de las comunicaciones. Dentro de sus intereses están los deportes, la literatura, el cine, los documentales y las series. Es la creadora del blog @tengoalgopacontarte.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Sofía Stark Bittencourt

 

 

Imagen destacada: Helen Mirren en Enemigo invisible (Eye in the Sky, 2015).