[Ensayo] «El espía del Inca»: Una novela que mira hacia «el Perú profundo»

En la polémica obra del narrador limeño Rafael Dumett —que cuenta con cerca de mil páginas—, se desarrolla un relato histórico y literario a partir del secuestro de Atahualpa, el último señor del imperio precolombino del Tahuantinsuyo, luego de que fuera capturado por los conquistadores hispanos en 1532.

Por Luis Eduardo Cortés Riera

Publicado el 27.1.2023

El espía del inca es el inquietante y llamativo título de una monumental novela histórica de unas 940 páginas escrita por el lingüista y dramaturgo peruano Rafael Dumett (Lima, 1963) y que ha cosechado resonantes y emotivos reconocimientos tanto en su país, el resto de Latinoamérica y en España.

Desde su publicación en 2018 y luego de ser rechazada por varias editoriales en su país, el texto se ha convertido en una novela de culto. Los críticos se atreven a decir, a contrapelo de Mario Vargas Llosa, que es la mejor obra narrativa de ficción peruana del siglo presente.

Tras once años de investigación rigurosa en archivos y bibliotecas, así como basado en su experiencia vivencial, Dumett nos narra el traumático acontecimiento, que aun gravita en el presente en la psiquis de los peruanos como una obsesión histórica: el secuestro del Inca Atahualpa por los barbudos y malolientes conquistadores españoles comandados por Francisco Pizarro a comienzos del siglo XVI, y el plan para liberarlo por parte de sus fieles y que le da nombre a la novela, ahora publicada por la prestigiosa Alfaguara.

El rechazo inicial de la novela por las editoras se debe, dice su autor, a que Lima no mira hacia el «Perú profundo» del cual nos habló el historiador Jorge Basadre en 1947, dramática realidad que se mantiene en la actualidad en este país sudamericano conmovido por la turbulencia y el caos desde hace varios años.

Aquel repudio a El espía del Inca fue la respuesta del «Perú oficial», esa sociedad europeizante que desprecia e ignora a los indígenas descendientes de los antiguos aborígenes, y Dumett se atreve colocar en ese grupo de segregación y de racismo al Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, ahora residente en España.

 

El trauma fundacional de la conquista

Así, el genial y muy original dispositivo narrativo de Dumett, quien vive en California, Estados Unidos, es el de los quipus, un sistema de escritura precolombino que tiene una base decimal. Por esta razón se le ha considerado una «novela quipu».

De esta forma, dice el autor boliviano Homero Carvalho Oliva, que Dumett arma una novela cuyos capítulos semejan a un gigantesco quipu, porque los quipus no solamente servían para comunicar cifras, también contaban historias, y el narrador peruano —como si fuera un quipucamayoc— lo sabe, los escribe, los anuda, los lee, los desata y trasmite sus significados al descifrar sus códigos secretos.

En El espía del Inca se cuenta la historia de Yunpacha, Oscollo, Canchis o Salango, el agente secreto que tuvo un nombre diferente para cada época de su vida y de sus planes para rescatar al Inca Atahualpa prisionero de los españoles: estamos hablando de noviembre de 1532.

La novela de Dumett es una respuesta a la pregunta de Mario Vargas Llosa: ¿Cuándo se jodió el Perú?, interrogante que se hace un personaje de su novela Conversación en la catedral, publicada en 1969.

El Perú «jodido», dice nuevamente Homero Carvalho Olivo, es ese país marcado por el atraso, la dependencia, el racismo, la injusticia, la pobreza, los abismos sociales y un largo etcétera, una nación que tiene su origen en el trauma fundacional de la conquista española, y el cual ha quedado fijado en el imaginario nacional con el drama de Cajamarca.

Dumett se acerca a esa: «escena primaria desde una perspectiva andina, y por eso cabe hablar de una respuesta arguediana a la pregunta vargas llosiana».

 

Una historia contada por los que pierden

Según el politólogo limeño Alberto Vergara Paniagua: «Esta novela es también una reflexión sobre cómo se cuenta la historia, quién la escribe y quién la borra. Junto al espía el otro gran personaje es el quipu y el poder de sus nudos».

Esta reflexión sobre la novela histórica de Dumett, nos recuerda la extraordinaria obra Los vencidos, editada en 1971, por el antropólogo e historiador francés Nathan Wachtel para el caso de Perú, así como la notable monografía de Miguel León-Portilla para la conquista de México: Visión de los vencidos (1959).

Una historia contada por los que pierden en esa hecatombe histórica que comenzó en 1492. La victoria de los cristianos sobre los aborígenes americanos solo fue posible, en ambos casos, a la colaboración activa y decisiva de etnias y elites indígenas.

Resulta entonces claro, dice Carlos García-Bedoya Maguiña, que el discurso de los vencidos es plural y heterogéneo, y que construye memorias divergentes, cuando no francamente contradictorias.

El espía del inca es una obra, ya emblemática, que destruye varios mitos acerca de la conquista, tanto de la leyenda negra como de la leyenda blanca de este proceso que aún despierta enconados debates.

La lectura de esta genial y primera novela de Dumett cobra relevancia y actualidad en estos momentos cuando el país del Rímac vive momentos muy angustiosos desde el pasado mes de diciembre de 2023, cuando ese «otro Perú» salió a la calle a reclamar lo que considera una justa reivindicación histórica: ser tomados en cuenta.

 

 

 

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Luis Eduardo Cortés Riera es un ensayista venezolano (Carora, 1952), doctor en historia y docente del doctorado en cultura latinoamericana y caribeña de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (sede Barquisimeto) de su país.

Ha sido ganador de la Bienal Nacional de Literatura con el ensayo Psiquiatría y literatura modernista (2014) y es el autor de las obras Ocho pecados capitales del historiador, Del colegio La Esperanza al colegio Federal Carora, 1890-1937, de Sor Juana y Goethe, del barroco al romanticismo. Iglesia Católica en Carora desde el siglo XVI a 1900, y es también miembro de número de la Fundación Buría.

 

«El espía del Inca», de Rafael Dummett (Editorial Alfaguara, 2022)

 

 

 

Luis Eduardo Cortés Riera

 

 

Imagen destacada: Rafael Dumett.