Siempre es bueno partir por los síntomas de la enfermedad, diagnosticar las causas, estudiar las raíces de este progreso capitalista cerca del precipicio ambiental y material, y ese ejercicio lo acomete el historiador alemán Phillip Bloom en un pequeño pero poderoso libro, que reúne breves ensayos escritos a partir del pedido de los directores del festival de Salzburgo, y publicado por Anagrama.
Por Alfonso Matus Santa Cruz
Publicado el 6.6.2023
Estas semanas, estos últimos años, es casi imposible encontrar hombre o mujer sobre la tierra que posea alguna certeza sobre su vida y el porvenir de la sociedad.
Sea a nivel local o global, entre las luchas discursivas e ideológicas desaforadas, la evidencia del cambio climático o los argumentos de sus detractores, la emergencia de la tecnocracia y el control digital; la introducción disruptiva e impredecible de la inteligencia artificial en casi todas las áreas económicas; quién osa decir seguiré trabajando de auditor o traduciendo novelas anglosajonas en diez años, y no viviré en un área azotada por desastres climáticos ni sufriré las consecuencias de otra pandemia.
Las mismas certezas que colegimos de nuestros herederos ilustrados, aquellos que construyeron, mediante el método científico y las primeras constituciones y leyes que propugnaban la igualdad de derechos y oportunidades sociales, los pilares de las sociedades democráticas modernas, hoy no son más que espejismos, ecos de una hipocresía insostenible.
En efecto, la trinchera progresista se encuentra asediada por la evidencia irrefutable del ascenso de los poderes digitales, el neofascismo, la biopolítica y la reordenación social articulada por los intereses económicos de unos pocos grupos de plutócratas y de tecnócratas que juegan con el mundo como un videojuego con parámetros programados por sus algoritmos.
¿De dónde podemos rescatar alguna idea de cómo hacer comunidad y hallarle la vuelta a este escenario desolador? Difícil responder con claridad, pero siempre es bueno partir por los síntomas de la enfermedad, diagnosticar las causas, estudiar las raíces de este progreso capitalista al borde del desfiladero.
Este ejercicio lo acomete el historiador alemán Phillip Bloom en un pequeño pero poderoso libro, El gran teatro del mundo, que reúne ensayos breves escritos a partir del pedido de los directores del festival de Salzburgo, y publicado por Anagrama.
Para poder engendrar una nueva historia
La obra se abre con una reminiscencia fascinante, una anécdota familiar sobre el teatro artesanal en miniatura fabricado por un niño talentoso, su tío abuelo, que lamentablemente no alcanzó a vivir más allá de la infancia.
Desde allí en adelante esta figura del teatro como reflejo de la humanidad entera, sirve no para hacer una apología de las artes escénicas, sino que para explorar en qué estado se halla este teatro global y qué podemos aprender de los versos de Calderón de la Barca, de las reflexiones de Bruno Latour, de la teoría Gaia de James Lovelock, o del proyecto enciclopédico de Diderot y su incapacidad de prever las consecuencias colosales de un invento al que le dedicaban una entrada rigurosa en la descripción de sus detalles mecánicos: la máquina de vapor.
Blom compone un ensayo convincente y ameno, una afrenta contra el narcisismo del hombre contemporáneo y los efectos del capitalismo salvaje, de la ilusoria división que nos enajenó del resto de la naturaleza. Con trazos de temas que ha tratado en otros de sus libros, como los efectos de la Pequeña Edad de Hielo que impulsó el nacimiento de la agricultura industrial, la caza de brujas, la emergencia de la ilustración y sus valores.
Y con detalles más personales, como el recuerdo del teatro de su tío abuelo y su lectura de las tiras cómicas de Astértix, el historiador logra dar una imagen de este mundo brumoso y acelerado, pero también dar algunas pistas de la comunidad posible, del poder del humanismo y de la necesidad de reinventar ideas y valores como hicieron los poetas románticos para poder engendrar una nueva historia, una sociedad lavada de sus ácaros, despojada de los cánceres que la consumen.
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Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur desempeñando diversos oficios, entre los cuales destacan el de garzón, el de barista y el de brigadista forestal.
Actualmente reside en la ciudad Puerto Varas, y acaba de publicar su primer poemario, titulado Tallar silencios (Notebook Poiesis, 2021). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Philipp Blom.