[Ensayo] La aparición de Sherlock Holmes en la literatura «noir»

En la novela «Estudio en escarlata» (1887) del escritor escocés Arthur Conan Doyle, se divisa por vez primera a ese detective adicto a los estupefacientes y reconocible por su neurastenia, por su agudeza mental, por la extrema delgadez de su físico y por su talento inusual a fin de resolver casos criminales que ponen al descubierto las profundas contradicciones morales y sociales de la modernidad.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 15.3.2022

La primera noticia que tenemos de un tal Sherlock Holmes es en el libro Estudio en escarlata de Arthur Conan Doyle (Edimburgo, 1859).

El texto fue escrito en 1887 y publicado por primera vez en Beeton’s Christmas Annual en noviembre de 1887 (con ilustraciones de David Henry Friston). La edición que uso para este comentario es la de Punto de Lectura, 2007, Madrid.

Estudio en escarlata está dividida en tres partes, la primera y la última es la narración en primera persona del Dr. Watson en la que da cuenta de la investigación hecha por Sherlock, la segunda sección nos cuenta los antecedentes del crimen que intenta resolver y el tercer apartado nos lleva hasta Salt Lake City, Utah, y relata la historia de Lucy Ferrier y su relación con Enoch Drebber, a quien Jefferson Hope ha dado muerte para vengar a Lucy.

Ahora bien, Sherlock Holmes no es el primer detective que aparece en la literatura, ese lugar le pertenece a Eugene Dupin, el detective creado por Edgar Allan Poe, sin embargo Sherlock es sin duda el personaje más famoso, no por algo ha sido llevado varias veces a la pantalla grande y a la chica a través de las ahora tan populares «series» de televisión por streaming.

 

Excentricidad y adicción

Debo añadir que los personajes detectivescos son muy conocidos entre nosotros en América Latina, el cubano Leonardo Padura, quizá quien mejor ha logrado crear un personaje de ficción en la figura de Mario Conde, Paco Ignacio Taibo II a Héctor Belascoarán, Sergio Ramírez a Dolores Morales, Ricardo Piglia creó al Comisario Croce, y en el 2019, la argentina Caludia Piñeiro ganó el premio Pepe Carvalho de novela negra.

Quizás conviene agregar que en América Latina, sin embargo, la novela negra ha servido para denunciar las estructuras de poder, la falta de democracia, la difícil situación social, la corrupción del Estado, etcétera.

Pero volviendo a Sherlock Holmes, la primera vez que hace su aparición lo encontramos en un laboratorio experimentando con un reactivo que se precipita con la hemoglobina. Hasta allí va Watson, que es médico y acaba de regresar de Afganistán y está buscando un compañero de cuarto para abaratar los costos del alquiler.

Ambos personajes, son presentados por un amigo mutuo de nombre Stanford, excompañero de Watson.

Una de las cosas peculiares de Sherlock es su modo excéntrico, que lo convierte a veces en un personaje petulante, de trato difícil, pobre Watson que tiene que tolerarlo y hasta atenuar sus impulsos casi enfermizos, pues de repente vemos a Holmes sucumbir en una extraña melancolía y se pasa días con la mirada fija y los dedos en el violín, para emerger de allí y hacer gala de su notable capacidad de observación y de deducción, en su praxis como detective: partir del dato e ir hacia atrás para rehacer el camino, según él mismo lo dice en el libro.

Al inicio del volumen, Sherlock se presenta a sí mismo, ante Watson, diciendo: «A veces me deprimo y no abro la boca durante días. Cuando esto ocurra no debe pensar que estoy enfadado, déjeme solo y pronto se me pasará».

Después quedan de verse al día siguiente al mediodía en Baker Street, donde terminarán viviendo. Watson define el lugar con: «dos cómodos dormitorios y una única sala de estar, espaciosa, ventilada y amueblada con gusto e iluminada por dos amplias ventanas».

En otra parte del libro Watson comenta que Sherlock no es una persona con la cual resulta difícil vivir, y lo describe de modales tranquilos y costumbres rutinarias:

«Era raro que estuviera fuera de casa después de las 10 de la noche, e invariablemente había desayunado y había salido antes que yo me levantara por la mañana. De tanto en tanto se producía una reacción violenta y permanecía días enteros tumbado en el sofá de la sala sin apenas pronunciar una palabra ni mover un músculo desde la mañana hasta la noche. En tales ocasiones, advertía yo en sus ojos una mirada tan absorta y ausente que, si la templanza y la integridad de su vida no me lo hubiesen impedido, habría sospechado que era adicto a algún estupefaciente», que como sabemos lo era.

Y al hacer una descripción física de Sherlock dice: «Medía más de seis pies y era tan extremadamente delgado que parecía más alto. Sus ojos, eran agudos y penetrantes, salvo en los intervalos de estupor, y su fina nariz aguileña confería a todo su semblante un aire vivaz y decidido. También su barbilla, prominente y cuadrada, revelaba a un hombre resuelto. Aunque sus manos estaban invariablemente manchadas de tinta y cubiertas por marcas causadas por productos químicos. Holmes poseía una extraordinaria delicadeza de tacto».

Con estas breves anotaciones, espero que el lector que no haya leído algo sobre Sherlock Holmes se anime a hacerlo y a gozar de una lectura entretenida y hasta deslumbrante en esa capacidad de deducción que exhibe por todas sus páginas Sherlock.

 

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Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente y miembro del comité editorial del Diario Cine y Literatura.

 

«Estudio escarlata» (1887)

 

 

Sergio Inestrosa

 

 

Imagen destacada: Arthur Conan Doyle (1859 – 1930).