En este cóctel audiovisual concebido por el realizador Luis Estrada, todos los elementos dramáticos se mezclan para esbozar una representación de ese Estado permanente fallido que constituye a la moderna sociedad azteca, con la profunda corrupción de las instituciones gubernamentales y el derrumbe moral de su comunidad.
Por Cristián Uribe Moreno
Publicado el 13.10.2025
Este septiembre de 2025, en el streaming de Netflix, se estrenó la miniserie Las muertas del director mexicano Luis Estrada. La realización audiovisual de seis capítulos, está basada en el libro homónimo del también mexicano Jorge Ibargüengoitia, publicado en el año 1977.
Ibargüengoitia se inspiró en una investigación que el mismo llevó a cabo, en los años 70, en relación a los trágicos hechos protagonizados por las hermanas González, conocidas como las Poquianchis, registradas en la historia como las asesinas seriales más despiadadas y temidas del país del norte.
De manera bastante libre, la serie narra el ascenso y la caída de las hermanas Baladro (su apellido en la ficción audiovisual): Arcángela (Arcelia Ramírez) y Serafina (Paulina Gaitán). Ellas construyen una serie de burdeles, donde explotan a chicas que por lo general compraban a familias muy pobres. Establecimientos a los cuales acudían las autoridades gubernamentales, municipales y militares de la época, que disfrutaban y hacían vista gorda de lo evidentemente ilegal.
El próspero negocio se ve opacado por diferentes hechos que lleva a las autoridades a tomar medidas en contra de ellas. Sin embargo, logran resistir y con el dinero ganado, sobreviven en el rubro hasta ser asediadas de tal modo que cada decisión termina hundiéndolas más y más. Hasta que todos los que las ayudaron, terminan dándoles la espalda cuando son arrestadas.
La corrupción de las instituciones
Lo primero que resalta en esta miniserie es su factura. La realización audiovisual está muy bien ambientada y fotografiada. La adaptación a la época de los 50 y 60 en que transcurrieron los hechos, está espléndidamente retratada. Una verdadera cápsula del tiempo nos regala Luis Estrada, sin fondo verde, sin trucos digitales.
Con todo, el trabajo fotográfico y de arte es de altísimo nivel, destacando ese tono sepia que se imprime a toda la historia y que acentúa el calor y la aridez de los paisajes, reforzando el destino vacío de los personajes en una tierra que no da frutos y que no presenta ninguna salvación, como si fuera una antesala al infierno. O el infierno mismo.
El relato está lleno de hechos en los cuales queda claro la corrupción de las instituciones que permitieron los negocios ilícitos de las hermanas; la doble moral de la sociedad que toleraba y disfrutaba de los insumos que ofrecían estas mujeres; el abuso de los más desvalidos, sobre todo campesinas y pueblerinas pobres, que son explotadas por las Baladro, protegidas por un sistema que solo se mueve por el dinero.
La serie recurre al procedimiento de mostrar a los principales involucrados narrando su propia versión desde la cárcel. Esto otorga a la historia un tono dinámico y veraz que refuerza la idea de la investigación, que dio origen a la novela.
Si bien la realización empieza un tanto floja, centrándose en el melodrama romántico de una de las hermanas, luego va alcanzando la textura de una obra de Luis Estrada, consiguiendo imágenes que representan de manera realista, la violencia física y sicológica anquilosada en la sociedad mexicana.
Violencia y espectáculo
No obstante, la crudeza de los tratos vejatorios hacia las mujeres y las muertes que se van sucediendo, hay un tono de farsa que se va sintiendo como telón de fondo en esta tragedia.
Y esto se acentúa aún más hacia el final cuando la prensa hace su entrada. Este tono de farsa, se configura de manera evidente y el relato audiovisual adquiere otro vuelo.
Los elementos que imprime a esta serie Luis Estrada son los mismos que se pueden percibir en sus otras obras. México en las realizaciones del director es violencia, corrupción y espectáculo.
De esta manera, en este cóctel que Estrada crea, todos los elementos se mezclan para esbozar una representación de ese Estado permanente fallido que es México, con la profunda corrupción de las instituciones gubernamentales y el derrumbe moral de su sociedad.
En el mismo canal de Netflix se pueden disfrutar de las otras obras de Luis Estrada, acaso el mejor director de México en la actualidad: La ley de Herodes (1999), Un mundo maravilloso (2006), La dictadura perfecta (2014) y El infierno (2017).
Con ello, se percibe en Estrada al gran cronista del México contemporáneo y de su insondable crisis. Pero con un toque de humor negro, proyectando la realidad como un gran teatro, en el que predominan los personajes trágicos, grotescos y desleales. Como la vida misma.
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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.
También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.
Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó asimismo el libro Versos y yerros (Ediciones Luna de Sangre, 2016).
Tráiler:

Cristián Uribe Moreno
Imagen destacada: Las muertes (2025).